Cada persona crea su propio sentido del mundo basada en su historia de vida, que es única, irrepetible. Nos diferenciamos de los otros por nuestra forma de ser, por nuestro físico, expresiones, cultura y costumbres, y por supuesto, porque pensamos diferente. Pero, ¿por qué no todos pensamos igual?
Pregunta: Sara Gutierrez, 11 años.
Responde: Lina María Arroyave Ceballos, estudiante de Comunicación Social.
Asesor: Adolfo León Maya Salazar, magíster en Ciencias Políticas.
Antropológicamente somos seres "en el mundo": seres humanos diferentes, diversos, cargados de significados, pero que se relacionan entre sí. Hay unos parecidos y otros diferentes, unos que se suman y otros que se dividen.
Somos seres constructores, creamos un mundo según el contexto que nos rodea. El vivir con los otros en una sociedad específica implica un acuerdo, este acuerdo se ve reflejado en las leyes, las pautas de conducta, en el establecimiento de límites, en la definición de lo legal y lo ilegal, de lo moral y de lo inmoral, de lo correcto o lo incorrecto.
No obstante, cada individuo crea sentidos del mundo al que pertenece de diferente manera, basado en las experiencias que son solamente personales, pero que se relacionan con las de los demás.
El mundo, entonces, es interesante porque cada uno aporta un imaginario diferente, y esto es lo que permite avanzar en la cultura, en la satisfacción de necesidades, en los roles sociales, en la creación de sentidos y en la trascendencia del ser humano.