Serena, la primera embarcación electro solar de Latinoamérica, superó con éxito sus pruebas en río

Febrero 13, 2025

En alianza con Mineros S.A., Serena realizó sus primeras pruebas en el río Nechí, siendo operada por un lanchero experimentado con 12 pasajeros a bordo. La embarcación recorrió 45 km/h sin emitir CO2, validando así su eficiencia energética y su viabilidad como alternativa para el transporte fluvial.

Más de 20 estudiantes e investigadores de EAFIT participaron en el desarrollo y las pruebas de esta embarcación, demostrando el potencial de la ingeniería colombiana en movilidad sostenible. Este avance marca un hito en la transición hacia una navegación más ecológica y eficiente en el país.

​​​​La propulsión electro-solar de Serena reduce emisiones y costos operativos, lo que podría beneficiar a más de 3,8 millones de personas que dependen del transporte fluvial en Latinoamérica.

Había emoción en el ambiente cuando Serena, el primer embarcación electro solar de Latinoamérica, quedó en manos de quien sería el verdadero juez de años de trabajo e investigación. Se trataba de Rafael, un lanchero con amplia experiencia que condujo el bote con 12 personas a bordo en un viaje de 45 km/h a alta velocidad por el río Nechí, sin emitir un solo miligramo de gases contaminantes. Todo un hito para la movilidad sostenible en Colombia, ya que las pruebas en río de Serena (cuyo nombre responde a las siglas de Sustainable Energy for River Electric Navigation) se completaron con éxito entre el 11 y el 13 de diciembre de 2024.

Este desarrollo pionero, impulsado por un equipo de más de 20 estudiantes e investigadores de EAFIT, representa una alternativa limpia y eficiente para el transporte fluvial, especialmente en regiones donde el uso de embarcaciones a combustión es la norma. Los datos recopilados en las pruebas en río permitieron validar que la embarcación puede alcanzar velocidades de hasta 67 km/h a favor de la corriente y 54 km/h en contra, con tiempos de recarga completos en apenas 4.2 horas.

Ricardo Mejía Gutiérrez, profesor de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería y director de Investigación de EAFIT, destaca que, a pesar de existir algunos modelos similares en el mercado mundial, Serena es la primera embarcación de este tipo en Latinoamérica, adaptada al contexto nacional. “La idea es llevar esta solución a los ríos de Colombia con tecnología de punta, paneles solares de altas eficiencias, un motor eléctrico de buena potencia y una alta capacidad de almacenamiento en las baterías. Todo esto responde a una necesidad importante, porque ya se trabaja en movilidad sostenible terrestre, pero en el ámbito fluvial no había aproximaciones”.

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Las primeras pruebas de Serena se llevaron a cabo en entornos controlados como la represa La Fe y Guatapé, donde se evaluaron aspectos clave como flotabilidad, comportamiento del motor, autonomía y eficiencia energética, sin embargo, el mayor reto era validar su desempeño en un río con corriente, su verdadero entorno de operación. Por eso, el equipo trasladó la embarcación hasta el río Nechí, en alianza con la empresa Mineros S.A., para realizar pruebas en condiciones reales y evaluar temas de seguridad, maniobrabilidad, conducción, interacción con los usuarios, carga rápida, autonomía, entre otros.

“El éxito de las pruebas hace parte de una etapa que culmina, la fase de desarrollo. Lo que viene es lograr escalar y poner esto en manos de los usuarios que lo necesitan mediante su comercialización. Vienen nuevos retos y la búsqueda de financiación para continuar en el desarrollo de los modelos de negocio que se han concebido para esta tecnología”, afirma Juan David Mira Pineda, profesor e investigador de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería.

Para los investigadores, uno de los mayores logros fue comprobar que la tecnología desarrollada en Colombia puede competir con los botes convencionales de combustión interna. Inicialmente, los usuarios mostraron escepticismo sobre el rendimiento de una embarcación eléctrica en el río; no obstante, tras la prueba, la reacción fue de sorpresa y confianza en la viabilidad del proyecto, según cuenta Paula Venegas Herrera, ingeniera asociada del proyecto . “Esta embarcación es la única en Colombia y, a nivel mundial, ninguno de sus competidores posee alimentación solar. Además, es una de las más rápidas en el mercado”, señala.

Con estas primeras pruebas en río, Serena demuestra que la movilidad sostenible en los ríos de Colombia es posible. Lo que alguna vez pareció una idea futurista hoy se materializa como una solución viable para el transporte en zonas fluviales, impulsando el desarrollo tecnológico nacional y abriendo nuevas oportunidades para la movilidad limpia en el país.


Movilidad fluvial sostenible


El origen de Serena se remonta a la Alianza Energética 2030, un programa financiado por el Banco Mundial en 2017, que buscaba desarrollar soluciones de movilidad sostenible para ciudades intermedias y zonas rurales en Colombia. En este contexto, el Grupo de Investigación en Ingeniería de Diseño (GRID) de EAFIT, en alianza con otras cinco instituciones, participó activamente en el desarrollo del programa.

De acuerdo con el profesor Juan David Mira Pineda,  la implementación masiva de Serena permitiría disminuir hasta 130 toneladas de CO2 al año, y al mismo tiempo reducir significativamente los costos operativos de las embarcaciones tradicionales, que pueden superar los 25 millones de pesos mensuales.

Iniciativas de este tipo van en línea con la intención de la Universidad de desarrollar proyectos académicos enfocados en soluciones de movilidad con propulsión eléctrica y humana. “EAFIT, desde 2010, ha apostado por la movilidad sostenible, no solo en el desarrollo de productos, sino también a través de la formación de capacidades y competencias en los profesionales para responder a las necesidades del sector. Hemos establecido alianzas importantes con empresas vinculadas a la movilidad, ya sea en el ámbito de vehículos automotores, motocicletas o embarcaciones fluviales”, afirma Gilberto Osorio Gómez, profesor de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT.

El siguiente desafío es llevar a Serena al mercado. Actualmente, profesores e investigadores del equipo detrás del proyecto trabajan en la consolidación de Jidoka Mobility, un emprendimiento que busca licenciar y comercializar la tecnología de propulsión eléctrica desarrollada, además de ofrecer servicios de consultoría en movilidad sostenible. La meta es atraer inversionistas y generar alianzas estratégicas para ampliar su impacto en los ríos y cuerpos de agua de Colombia y Latinoamérica.

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Este 11 de febrero la ONU llama a construir un futuro para las mujeres en el ámbito científico

Febrero 10, 2025

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebrada cada 11 de febrero, la ONU resalta que, a pesar de los avances, la brecha de género persiste. Actualmente, solo uno de cada tres científicos es mujer, y en áreas como la inteligencia artificial, la participación femenina es aún menor.

Profesoras, investigadoras y científicas alzan su voz en esta fecha para enfatizar en la necesidad de políticas públicas, programas educativos y oportunidades laborales inclusivas que ayuden a reducir desigualdades, eliminar estigmas y potenciar el talento femenino en la ciencia y la tecnología.

El acceso equitativo de mujeres y niñas a la ciencia sigue siendo un desafío global, reflejado en el hecho de que solo uno de cada tres científicos es mujer. Desde hace una década, cada 11 de febrero, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia busca visibilizar estas desigualdades y promover acciones concretas para cerrarlas. La ONU destaca la importancia del liderazgo femenino en la ciencia como un pilar clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y construir un futuro más inclusivo e innovador.

Lina María Sepúlveda Cano, profesora de la Escuela de Administración de EAFIT, considera que, aunque ha habido avances en la inclusión de mujeres en la ciencia, muchas iniciativas aún carecen de visibilidad y apoyo financiero. En Colombia, organizaciones como la Organization for Women in Science (OWSD) y la Red Nacional de Mujeres Científicas han trabajado para fortalecer la presencia femenina en STEM (sigla en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), pero su impacto sigue siendo limitado sin respaldo económico sólido. Además, plantea la importancia de crear redes de apoyo entre mujeres para impulsar carreras científicas y generar modelos a seguir que inspiren a nuevas generaciones.

“Existen dos barreras principales: la económica, que afecta a todos los jóvenes y, a pesar de los programas de apoyo y del esfuerzo de universidades como EAFIT por promover la educación superior, sigue siendo un obstáculo significativo. La segunda es el estigma cultural que asocia ciertas carreras con lo masculino y refuerza la idea de que las mujeres no pueden desempeñarse en áreas STEM, un mito completamente alejado de la realidad”, afirma la profesora Lina María.

Desde el proyecto STEM sin fronteras de género, financiado por la Alianza 4U (EAFIT, CESA, Icesi y Uninorte) en 2025, las profesoras eafitenses Liliana González Palacio, Silvana Montoya Noguera y Elizabeth Suescún Monsalve, junto con Lina Fernanda Buchely Ibarra, directora del Observatorio para la Equidad de las Mujeres de la Universidad Icesi, coinciden en que la cultura de género condiciona desde la infancia la elección de carreras. Las ciencias sociales y humanidades siguen siendo vistas como opciones femeninas, mientras que las disciplinas STEM son percibidas como masculinas. Además, “los ambientes hostiles en la educación terciaria dificultan el avance de las mujeres en estos campos. Comentarios sexistas, la falta de relaciones positivas con los compañeros y la ausencia de mentoría por parte de mujeres obstaculizan su integración y progreso en carreras científicas y tecnológicas. Esto genera una sensación de exclusión que puede desincentivar su permanencia en estas disciplinas”, aseguran.

Para cerrar la brecha de género en STEM, las profesoras manifiestan que las universidades deben actuar en tres ejes fundamentales: representación, reconocimiento y reafirmación. Esto implica garantizar paridad en el cuerpo docente y en cargos directivos, brindar apoyo a las mujeres durante su formación y primeras etapas profesionales, y ofrecer respaldo continuo a las egresadas mediante redes de contacto y planes de carrera diferenciados. Estas estrategias no solo fomentan la equidad, sino que fortalecen el desarrollo del talento femenino en la ciencia y la tecnología.

“Definitivamente estamos en un momento de la historia que tenemos más conciencia, oportunidades y medios para inspirar a las niñas a tener otros trayectos de vida desde las ciencias y así transformar sus propias realidades y las de otras mujeres. Para esto definitivamente tenemos que seguir haciendo disrupciones y rompiendo estereotipos, como uno reconociendo a todas las mujeres científicas que nos han antecedido y que han transformado con pasión y rigurosidad desde las ciencias realidades y entornos",  comenta Shirley Zuluaga Cosme, jefa de la Universidad de los Niños de EAFIT.

La eafitense complementa que es necesario generar encuentros con el descubrimiento de la cotidianidad desde las ciencias, propiciando conversaciones, experimentos, juegos y retos donde las niñas sientan confianza en ellas, partícipes y constructoras de su propia realidad. Así como “hacer posible que se construya un presente y un futuro con mayor inclusión, donde la mirada distinta, la observación distinta y el pensamiento distinto de las niñas puedan encontrar y crear soluciones diferentes para todos los desafíos que tenemos como sociedad".

​El talento no tiene género


La presencia de mujeres en la ciencia sigue siendo baja a pesar de representar la mitad de la población mundial. Según la ONU, en campos como la inteligencia artificial, solo uno de cada cinco profesionales (22 %) es una mujer. Johan Granados Vega, coordinador académico de maestría y doctorado de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias de la Universidad de Antioquia, afirma que es importante valorar la diversidad de pensamiento que enriquece el ámbito científico. “La vida y la ciencia no se distribuyen de manera uniforme, pero cada experiencia y perspectiva única aporta creatividad e innovación en la resolución de problemas. Esta pluralidad de enfoques es esencial para abordar los desafíos complejos y avanzar en el conocimiento”.

Para Clara Inés Osorio Tamayo, física y científica senior en el Instituto Holandés de Investigación Científica Aplicada (TNO), el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia es una oportunidad para reflexionar sobre estas desigualdades y encontrar soluciones. Para ella, la falta de representación no solo es una cuestión de equidad, sino que también limita el talento disponible para la investigación y el desarrollo tecnológico.

“Lo importante es que quienes tengan las capacidades e interés en hacer ciencia puedan hacerlo, sin importar su género, nacionalidad, estatus socioeconómico u orientación sexual. Excluir a un grupo significa perder talento e innovación, lo que resulta contraproducente para la sociedad. Si decidimos que solo la mitad de la población mundial puede participar, estamos perdiendo esas capacidades e ingenio”, afirma la científica.

Las barreras para las mujeres en la ciencia no siempre son explícitas, pero existen sesgos que afectan la percepción de sus capacidades. Clara Inés también enfatiza en la necesidad de políticas que promuevan la equidad sin caer en la discriminación inversa, asegurando que cualquier persona con interés y capacidad pueda desarrollarse plenamente en la ciencia.

Natalia Ospina Álvarez, oceanógrafa y científica, responsable de Biodiversidad y Economía Azul en el Atlantic International Research Centre, relata que, si bien no ha experimentado barreras explícitas en su carrera, en sus inicios debía justificar su posición con más frecuencia que sus colegas hombres, reflejando una percepción desigual del mérito. Aunque el trato en etapas avanzadas de la carrera ha sido más equitativo, comenta que aún se asume que las mujeres desempeñan un rol secundario en la ciencia, lo que evidencia la necesidad de mayor equidad.

“La tecnología y la investigación científica afectan a toda la sociedad. La falta de equilibrio de género puede dar lugar a innovaciones sesgadas que no aborden adecuadamente las necesidades de poblaciones diversas. Por ejemplo, la investigación médica se ha centrado históricamente más en sujetos masculinos, con el desarrollo de soluciones farmacéuticas para la impotencia masculina, mientras que, por otro lado, hay aún muchas lagunas en soluciones sanitarias para problemas específicos de las mujeres, como es la endometriosis o la depresión posparto”, afirma.

Fomentar la participación de niñas y mujeres en la ciencia es clave para construir un futuro más equitativo e innovador. Según la oceanógrafa, en 2024 las mujeres representaron solo el 29 % de la fuerza laboral en campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), y las mujeres latinas, negras e indígenas fueron menos del 10 %. Dar visibilidad a modelos a seguir y garantizar oportunidades en STEM puede transformar realidades y cerrar brechas históricas. La ciencia necesita de todas las voces y talentos, y su crecimiento depende de un acceso verdaderamente igualitario.

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Según la ONU, aunque las mujeres avanzan en sus trayectorias científicas, su representación en puestos de liderazgo en investigación sigue siendo significativamente baja. La imagen corresponde a una de las actividades de la Universidad de los Niños. Fotografía: Robinson Henao
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