EAFIT es la nueva casa del testimonio viajero de Juan Kalb
Parte de la colección personal del empresario alemán Juan Kalb fue adquirida por EAFIT para ser puesta a disposición de los usuarios de la Sala de Patrimonio Documental.
Se trata de 350 libros, y 170 grabados y mapas que él adquirió de viajeros de todo el mundo e ilustran y describen diversas regiones de Colombia y América.

Cuando Colombia estuvo en riesgo, hace apenas tres décadas, de perder las acuarelas y dibujos en las que el inglés Henry Price inmortalizó algunas provincias y ciudades, durante el paso por Antioquia de la Comisión Corográfica de Agustín Codazzi —en 1852—, el empresario alemán Juan Kalb las compró para su colección particular. Esta da cuenta de la historia del país desde la segunda mitad del siglo XX y está disponible para su consulta, casi en su totalidad, en la Sala de Patrimonio Documental de la Biblioteca Luis Echavarría Villegas de EAFIT.
Se trata de una colección de 350 libros, y 170 grabados y mapas que Kalb adquirió de viajeros de todo el mundo, y muestran visiones foráneas y únicas sobre este y otros países de América. La particularidad a resaltar por parte de María Isabel Duarte Gandica, coordinadora de la Sala Patrimonial, es que los libros están en muy buen estado. Algunos son primeras ediciones en idioma original y todos se precian de estar completos, "pues durante sus recorridos por subastas, bibliotecas y anticuarios del mundo él no compraba nada incompleto o mutilado".
Fueron los familiares de este empresario, radicado en Colombia desde 1953 y fallecido en Medellín en 2015, quienes decidieron poner a disposición este tesoro que adquirió la Universidad, muestra de un país en el que el impulso inicial de la industrialización abrió a los empresarios europeos paraísos de oportunidades en la industria del café y la ganadería, y en donde las diferencias entre lo rural y lo urbano se acentuaban cada vez más rápido.
Por su parte, la Fundación Celsia, y Luis Alfonso Navarro y Juan Hincapié -amigos íntimos del coleccionista europeo- aportaron su grano de arena para llevar a feliz término la adquisición y la curaduría de las obras. Dicha tarea, a pesar de la vastedad del material, resultó más sencilla de lo esperado pues, en palabras del historiador Juan Hincapié, "lo estricto y meticuloso que fue Juan Kalb a la hora de clasificar sus adquisiciones facilitó mucho su organización. Además, fui su amigo durante casi 30 años y me tocó ver crecer la colección".
Nuevos mundos
Con apenas 23 años de edad y en una Alemania destruida por la guerra, Juan Kalb, natural de Hamburgo y segundo hijo de un bibliotecario y una ama de casa, decidió trabajar en una empresa importadora de café de su país. En 1952, aceptó la invitación de su coterráneo Alfredo Laumayer para venir a trabajar en una empresa exportadora del mismo producto, en donde obtuvo la experiencia y el conocimiento para crear, cuatro años después, su propia compañía.
De esa forma, conoció la Colombia cafetera, la de los beneficiaderos y las laderas cubiertas de matas en hileras, y la retrató con la misma cámara que usó desde el momento de embarcarse con rumbo a América hasta el día en que los rollos de negativos dieron paso a la fotografía digital.
Así lo recuerda su amigo, el historiador Roberto Luis Jaramillo, cuando refiere la forma en que "en plena posguerra, vino a establecerse aquí y a adquirir café. Él compró primero una cámara fotográfica y empezó a tomar fotos al instante. Por eso, su colección fotográfica es una maravilla".
También en un barco, esta vez cruzando el canal de Panamá, logró enamorar de una vez por todas a Ángela Heckel, quien sería su esposa desde 1957 hasta su muerte, y quien recuerda el día de 1983 en el que él decidió retirarse del negocio del café para dar rienda suelta a su pasión de coleccionista de historia. "Se dedicó 30 años a coleccionar libros de viajeros y mapas, y a conocer a Colombia. Viajaba en bus y tomaba fotos en todas partes y a toda hora. Creo que empezó porque su papá era bibliotecario y seguro heredó ese entusiasmo".
Las fotografías permanecen en poder de su hijo, el ortopedista Juan Pedro Kalb Heckel, quien busca la manera de migrar las imágenes de los negativos a formato digital antes de pensar en donarlas. Él tuvo siempre claro que los libros, grabados y pinturas atesorados por su padre con tanta energía y dedicación, no podían ser feriados tras su muerte, y estuvo de acuerdo con los amigos de este en buscar "un lugar donde los cuiden y les den su verdadero valor, porque esto es un patrimonio de Colombia. Afortunadamente quedó en la Universidad".
El arte de vivir
Juan Kalb se rodeó siempre de pintores, escritores e historiadores, con quienes se reunía una o dos veces al mes para sostener conversaciones sobre el pasado y el presente del país, en el apartamento en el que acumulaba y catalogaba sus adquisiciones con meticulosidad germana. Etiquetaba cada objeto con fecha, lugar y precio, y los guardaba en ese lugar, el mismo al que se dirigía todos los días, tras desayunar con su esposa, para trabajar y leer.
Héctor Abad Faciolince, director de la Biblioteca de EAFIT, relata una anécdota que da cuenta del amor profesado al arte y las letras por parte del alemán: "él fue un visitante asiduo de la librería El Carnero, donde trabajé. Iba a ver si encontraba un libro que aún no tuviera, pero eso nunca ocurrió".
Y son precisamente su amor por las letras y la historia; su pasión por preservar fragmentos de la memoria de una tierra ajena a sus raíces, y los instantes vitales de este viajero y empresario europeo, los que hacen del acto de poner esta colección al servicio de investigadores, artistas, historiadores, estudiantes y comunidad en general, un momento feliz, en palabras de Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, para la Universidad, la ciudad y el país.
El directivo estuvo allí cuando las 55 láminas de Henry Price, halladas por Jaime Ardila y Camilo Lleras, corrían peligro de ser sacadas del país. En ese entonces, como director de la Biblioteca Nacional, sintió la necesidad de intentar comprarlas, pero la crisis económica dejó sin fondos a esa entidad y el negocio no se pudo concretar. Por esto, agradeció que las piezas fueran adquiridas por el alemán, quien las vendió luego al Banco de la República, dueño de otras 56 imágenes y actual poseedor de la totalidad de las mismas.
Pero el resto de las maravillas atesoradas por Kalb se encuentran hoy en la Sala de Patrimonio Documental de la Biblioteca de EAFIT: una existencia dedicada a preservar la memoria del país, y que espera ser conocida al detalle. Una existencia a la que la Universidad, según expresa el Rector, debe ser fiel, "pues en esta colección está la vida de una persona, está la vida de Juan Kalb".
Joyas de la corona
Entre los libros más destacados de la colección entregada a EAFIT por la familia de Juan Kalb se encuentra una serie de las primeras ediciones de las publicaciones del alemán Alexander Von Humboldt. También hay atlas muy difíciles de conseguir. Según la coordinadora de la Sala de Patrimonio Documental de EAFIT, María Isabel Duarte, "este tipo de colecciones van cualificando mucho más la colección de la Sala, le dan más seriedad y demuestran que se puede contar con fuentes muy importantes.
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Alejandro Gómez Valencia
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Última actualización
Diciembre 18, 2024