Las comunidades, con más conocimientos para salvar la bahía de Cartagena
Este lugar, orgullo de la nación y tesoro del turismo, se halla en estado crítico. Desde hace siete años, una investigación ofrece diagnósticos precisos que facilitan la toma de decisiones para mitigar los efectos de la contaminación y mejorar la calidad de vida de la gente a su alrededor.
Christian Alexander Martinez Guerrero, Comunicador de la Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad EAFIT.
Hay lugares que uno visita y queda con la sensación de no querer volver. Para mí, uno de esos fue Cartagena de Indias en diciembre de 2019. Aunque sé que hay desigualdades en todas partes, las que noté allá me impactaron mucho.
Hace poco volví por motivos laborales y hoy solo pienso cuánto me gustaría poder regresar para hacer trabajo con las comunidades, regresar para conocer más historias como la de Mirla Aaron Freite.
Tiene 51 años. Sus días comienzan bien temprano. Junto a “Popi”, su mamá, recibe a los vecinos con una taza caliente de café cerca de las cinco de la mañana. Ella es los oídos y la voz de sus vecinos.
Es una líder social y no hace falta ser muy astuto para adivinar que en sus venas corre algo más que sangre. En su mirada se le nota eso que hace pensar en un mejor futuro: la pasión y la ilusión. Quizá, esas dos palabras tambien podrían definir su vida.
Y es que no hay de otra. Pareciera que siempre sabe qué hacer y a quién acudir para resolver los problemas que rondan en su comunidad, una pequeña isla ubicada al sur del casco urbano de Cartagena con un tamaño similar al del municipio de Itagüí en Antioquia.
Ahí vive Mirla, esta líder social oriunda de Santa Marta, quien después de ir y venir por otros lugares de la costa Caribe colombiana decidió asentarse hace 25 años en este territorio donde se confunde la arena del mar con la tierra de sus calles sin pavimento.
Tiene dos hijos: un joven soñador que desde 2018 migró a Berlín (Alemania) y una chica trans que ha aprendido de su madre a hacer valer sus derechos.
Tierra Bomba es un lugar en medio del mar, pero sus casi 3500 habitantes no tienen servicio de agua potable. Allí, la oferta de empleo es casi nula, pero a todo el frente suyo se produce más de la mitad del producto interno bruto (PIB) del departamento de Bolívar, gracias al turismo.
En uno de los costados de su playa se bañan los niños en medio de las lanchas de sus padres y tíos, pero a unos 10 o 15 metros flotan pañales, mascarillas y muchas bolsas plásticas.
¿Cómo llegar a Tierra Bomba?
Esta es una de las preguntas sugeridas por Google y los resultados de la búsqueda normalmente muestran una realidad distinta a la que yo vi.
Ni aquello es mentira ni lo que les cuento es la verdad absoluta, pero definitivamente las monedas tienen dos caras y descubrir un poco estas dualidades fue, en sí, el objetivo de mi viaje.
En Tierra Bomba viven personas oriundas de diversas zonas del país, sobre todo de los departamentos cercanos.
También ha sido lugar de llegada de muchos migrantes venezolanos. Es un pueblo que vive fundamentalmente de actividades alrededor del turismo como la venta de comida, artesanías, servicio de masajes y de la pesca tradicional.
Como a todos, la pandemia los golpeó emocional y económicamente muy fuerte. “Prácticamente fue gracias a los pescadores que pudimos sobrevivir. Todos los días los esperábamos. Entre dos y tres pescaditos por familia. Nos ayudaron mucho”, recuerda Mirla sobre los días más cruentos del revolcón social que propinó ese agente casi invisible del cual aún hoy sentimos sus consecuencias..
La investigación es financiada por el Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo de Canadá. Es liderada por la Universidad EAFIT, con participación de las universidades de los Andes y de Cartagena, y el apoyo de la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique y la Fundación Hernán Echavarría Olózaga. Foto: Pixabay
Pero tanto antes como después del COVID-19, Tierra Bomba debe enfrentar desafíos de grandes magnitudes que, por su complejidad, no tienen una única solución.
Se trata de la alta contaminación de la bahía de Cartagena, la zona común de Tierra Bomba y las comunidades de Barú, Ararca, Caño del Oro, Bocachica, Punta Arena y Pasacaballos que hacen vida alrededor de este cuerpo hídrico.
Durante casi 500 años, esta ha sido el puerto principal del Caribe colombiano, conocido también como “Puerta del comercio de América”. Gracias a su ubicación geográfica, es un punto estratégico para el transporte de mercancías y el asentamiento de cientos de empresas.
Hasta hace apenas unas décadas se conservaba como uno de los ecosistemas más preciados del país, pero todo ha cambiado: hoy la bahía es un paciente que requiere cuidados intensivos y ojalá existieran métodos tan efectivos como una vacuna para resolverlo.
“He estado en proyectos europeos de alto nivel y este está exactamente al mismo nivel e incluso más arriba. La forma como acá se involucra a las comunidades es fantástico. Es algo que personalmente nunca vi”. Flávio Martins, investigador asociado al proyecto, Universidad de Algarve (Portugal).
Impactos en la política y empoderamiento social
A partir de los resultados de Basic, el Tribunal Administrativo de Bolívar falló el año pasado una demanda contra instituciones nacionales y locales, ministerios, Alcaldía de Cartagena e incluso la Armada Nacional.
Se ordenó la creación de un plan de recuperación urgente y se creó para este fin el Comité Ambiental Interinstitucional para el Manejo de la Bahía de Cartagena por parte del Ministerio de Ambiente.
En esta instancia se cuenta con la participación de diversos actores de sectores y por primera vez en la historia se incluyen habitantes de la zona. Una importante herramienta para ello fue un diplomado dirigido a 20 representantes institucionales y 40 ciudadanos.
Entre ellas, Mirla, quien además es alta consultiva de nivel nacional, Mujer ONU y estudiante de último año de Derecho.
“Basic no te da un pescado, sino que te enseña a pescar. Ser una líder exige tener este tipo de capacidades y realmente no las teníamos. Hoy podemos incidir, defender, apoyar y aportar a nuestras problemáticas”.
Con las capacitaciones a la comunidad y a instituciones, los habitantes de la ciudad tienen mayores herramientas para asumir la defensa de su territorio. Foto: Cortesía del proyecto.
Un futuro prominente
Hasta final del año 2023, el proyecto contará con una tercera fase para el desarrollo de alertas tempranas que permitan hacer pronósticos de eventos de contaminación.
Con esto se podrá generar información y conocimiento para las autoridades ambientales. También se espera seguir buscando recursos para su sostenibilidad y un
mayor impacto en las personas.
Definitivamente, esta iniciativa es un referente para países en desarrollo que enfrentan realidades similares y es reconocer, como dice Mirla, que en el trabajo en equipo se logran soluciones comunes y acertadas, “que detrás de la ciencia hay grandes seres humanos, personas que han entendido que no existe un conocimiento técnico que pueda ser absoluto si no encuentra una línea directa de conexión con los saberes y los desafíos que tienen las comunidades”.
Historias y noticias recomendadas
Nuevo avance en educación médica: conceden patente a simulador para formación en cirugía laparoscópica
En un quirófano, cada movimiento cuenta. La precisión de un cirujano puede marcar la diferencia entre una recuperación exitosa y una complicación inesperada. Por ello, la educación médica en Colombia avanza con la reciente concesión de una patente de invención al Simulador de cirugías laparoscópicas con aguja de Veress y sensores de posición y fuerza.

Investigadores eafitenses mapearon cuáles son los territorios de ciencia, tecnología e innovación de Medellín
Los resultados del mapeo indican que existe un elevado nivel de interdisciplinariedad en grupos de investigación, lo que representa una oportunidad para impulsar colaboraciones estratégicas. El mapeo detectó áreas con potencial para desarrollar vocaciones en distintas.

Astrolab Bio, spin-off eafitense, valida la funcionalidad de alimentos en la salud infantil
En un esfuerzo por mejorar la salud infantil a través de la alimentación, un equipo de investigadoras de Astrolab Bio, spin-off de EAFIT, en alianza con la empresa Fuly Kids, realizó un estudio exploratorio para evaluar los efectos de Immuny Booster. Su objetivo era determinar si este alimento funcional podía no solo equilibrar el microbioma intestinal, sino también mejorar biomarcadores sanguíneos clave para el sistema inmune y la disponibilidad de hierro.
Última actualización
Marzo 31, 2025