​Al rescate de los saberes ancestrales en un paraíso selvático

​Los sonidos de la manigua, unidos a las rugientes olas del océano Pacífico, acompasan los pasos de negros e indígenas en su camino por rescatar el conocimiento propio. En ese proceso los acompañan investigadores de la Universidad EAFIT y de la Fundación ACUA.

Autor:  Por Juan Diego Restrepo E.

Foto: Ana María González Cotes, Juan Santoyo Sánchez, Marcela Gutiérrez Ardila.​ 

En las selvas chocoanas, los espíritus velan porque los hombres y mujeres que crearon en un pasado remoto no los olviden. Al ritmo de la música, los ancestros son estimulados para que actúen contra duras enfermedades, crudos inviernos y guerras interminables. La naturaleza provee toda clase de plantas que refinan la comunicación con aquellos que no pueden ver, pero que saben que están ahí, protegiéndolos.

Durante cientos de años, negros e indígenas se han aferrado a esas creencias para mantener la cohesión de sus comunidades, honrar los lugares sagrados, fortalecer sus labores agrícolas –así como la caza y la pesca–, conservar la naturaleza, atacar sus dolencias y proyectar el futuro.

Los mayores, sean curanderos en las comunidades negras, o jaibanás para los indígenas, tienen la responsabilidad de fortalecer su cosmogonía, preservar la identidad de sus pueblos y mantener el contacto con los seres superiores. Todo ello supone una sabiduría que ha pasado de generación en generación de manera oral, pero esa transmisión de conocimiento se ha ido debilitando con el paso del tiempo.

Y ese debilitamiento lo ha vivido el departamento del Chocó, una de las regiones con mayor biodiversidad de Colombia y el mundo, y habitado por comunidades étnicas desde hace varios siglos. De sus exuberantes bosques surgen corrientes cristalinas y abundantes que alimentan una rica flora y fauna, y nutren los océanos Atlántico y Pacífico. De sus aguas también se sirven las poblaciones ribereñas. Pero ese ecosistema que mantiene la vida está en riesgo.

En Nuquí, uno de los treinta y un municipios que conforman el Chocó, el decaimiento de los conocimientos ancestrales y el deterioro del medio ambiente es motivo de preocupación de líderes y lideresas de las comunidades. Sus reflexiones revelan el afán por evitar que todo quede en el olvido.

“Queremos rescatar nuestra cultura propia porque se está olvidando entre nuestros jóvenes", afirma Gudiela Charampia Banuvi, indígena del pueblo Embera Dobidá –que significa “Gente del Río"– y gobernadora de la comunidad Villa Nueva. Su preocupación es compartida por el líder nativo Balbino Charampia Banuvi: “Hemos estado perdiendo nuestra cosmovisión, nuestro pensamiento propio".

Voceros de las comunidades negras también están preocupados por el deterioro de sus prácticas culturales ancestrales y del medio ambiente. “La tala de madera ha abundado", dice la lideresa y empresaria Ana Yadira Córdoba Mosquera. “Llegamos a tener el árbol de níspero en extinción".

Acércate a las historias ancestrales del municipio de Nuquí, Chocó, visitando el sitio web de la estrategia transmedia “Nuquí Vivo​”. 

 Un diagnóstico más amplio lo esboza Leyner Murillo Mosquera, líder local y exfuncionario de la Alcaldía de Nuquí: “Hay unos conocimientos tradicionales ancestrales en las dos etnias que habitan el territorio que, a través del tiempo, se han ido perdiendo, diluyendo, por la falta de interés de los jóvenes y de los mismos mayores por no pasar el conocimiento a las nuevas generaciones".

Las comunidades étnicas tienen el propósito común de rescatar todo aquello que representa su pasado y fortalece su identidad: El conocimiento de sus orígenes, la simbología de los animales, el poder curativo de las plantas, el valor de sus sitios sagrados y el conocimiento del territorio. Todo ello está en sus agendas de trabajo y en sus conversaciones cotidianas. Paso a paso, vuelven sobre su pasado, para hacerlo presente y futuro.

Tras los saberes del monte

 

Mira el Proyecto "Saberes de Monte" en Nuquí​, Chocó - Interpretación en Lengua de Señas Colombiana (LSC)​​

 

¿Qué tienen en común Gudiela, Balbino y Ana Yadira? Son líderes y lideresas formados como talleristas durante la ejecución del proyecto Saberes de Monte, una iniciativa de investigadores de la Universidad EAFIT y la Fundación ACUA, quienes se aliaron para ofrecerle a las comunidades indígenas y negras de Nuquí un acompañamiento en su camino al pasado para rescatar sus saberes y prácticas ancestrales, y dejarlos plasmados en documentos para no olvidarse de ellos y, por el contrario, fortalecerlos.

La idea del proyecto surgió en 2019 bajo dos circunstancias: de un lado, el interés de profundizar el concepto de bio-culturalidad, sobre el que estaba trabajando la investigadora Yulieth Hillón, de EAFIT, y que se basa en las relaciones humano-no humano; y de otro, de la importancia que tenía para las comunidades étnicas nuquiseñas mirar el monte en vez del mar, pues había la necesidad de conocer mejor esos territorios y definir cómo debería ser su ordenamiento y gobernanza.

“Se les preguntó a las autoridades étnicas, tanto afros como indígenas, sobre la posibilidad de hacer este proyecto y dijeron que sí", cuenta Hillón. Ese diálogo se dio previa conversación con Jaime Duarte, integrante de la Fundación ACUA, quien venía adelantando labores con las comunidades de Nuquí.

La autorización de las autoridades étnicas llevó a la investigadora de EAFIT a buscar los recursos necesarios para ejecutar el proyecto y logró que lo financiara el programa Laser Pulse, una organización estadounidense que recibe recursos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Todo estaba proyectado para que comenzara a finales de 2020, pero a inicios de marzo de ese año se tomaron las primeras medidas restrictivas para contener la expansión del virus covid-19. El mundo se encerró.

“A octubre de 2021 nos dijeron que sí y firmamos los documentos el 23 de diciembre de 2021 para empezar en enero de 2022", recuerda la investigadora de EAFIT. Pero surgió otra dificultad: el cambio de las autoridades étnicas, cuyos periodos de gobierno, en el caso indígena, están limitados a un año. “Había que esperar a que concluyeran esas elecciones para volver a hablar con ellas y refrendar la autorización inicial. Y si bien hubo que esperar a que discutieran internamente, al final dijeron que sí".

De esa manera se vincularon el Consejo Comunitario General Los Riscales y tres resguardos indígenas del pueblo Embera Dobidá que se encuentran en el municipio chocoano. “Las comunidades se apropiaron del proyecto y hablan de Saberes de Monte, sobre lo que hacemos todos. Esa es una forma de apropiación importante", dice Duarte, de la Fundación ACUA.

Este investigador destaca la participación de las comunidades étnicas en el proyecto y la vinculación de sus líderes y lideresas como talleristas en los procesos de formación promovidos por EAFIT y ACUA, todos ellos elegidos por sus propias comunidades: “Fue un gran acierto lo que hicimos con la escuela de formadores porque se han vuelto agentes de cambio en cada una de sus comunidades y se han apropiado del proyecto de la mejor forma posible".

Por su parte, Hillón, resalta el fortalecimiento de relaciones interétnicas que el proyecto ha propiciado, en especial con el territorio que habitan. “Ha sido interesante que las comunidades se pregunten por un territorio mucho más amplio y con más diversidad de la que piensan, y que deben pensarse colectivamente", subraya la investigadora de EAFIT y agrega como logros la participación de los niños, niñas, jóvenes y mujeres en este proceso. Todos ellos también han aprendido a mirar a Nuquí más allá del mar.

​Bajo mirada indígena

Gudiela es una de las talleristas formada por el proyecto Saberes de Monte. En sus reflexiones sobre cómo ha evolucionado esta iniciativa piensa en los avances que han logrado las comunidades del pueblo Embera Dobidá nuquiseñas en la formulación del Plan de Vida, un documento esencial para ellas, pues allí están registrados sus fundamentos cosmogónicos y principios de vida individuales y colectivos.

“Nosotros en el territorio nunca habíamos escrito un Plan de Vida", dice Gudiela. “Lo teníamos oral, en nuestra memoria, y carecíamos de apoyo para recoger la información y escribir". Balbino, quien también se formó como tallerista, ratifica lo dicho por la lideresa: “No teníamos una ayuda, quien nos diera la mano para empezar a trabajar en la construcción del Plan de Vida. Y fuera de eso, no contamos, por temas de costumbres y tradición, con una persona que lleve la relatoría".

Con el proyecto Saberes de Monte, los Embera Dobidá de Nuquí encontraron los socios ideales para adelantar la escritura del Plan de Vida y plasmar allí todo aquello que los identifica como comunidad. Tanto Gudiela como Balbino aseguran que con este proceso van a recuperar su memoria ancestral para tenerla viva en el territorio.

​Conoce la Exposición “Saberes de monte: Viaje al corazón de un territorio y su gente​​" en el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas.

“Queremos rescatar nuestra cultura propia", insiste Gudiela porque, según ella, asuntos como la medicina tradicional se está olvidando entre los jóvenes y desconocen qué plantas tienen en el monte. Por ello también los han involucrado en la construcción del Plan de Vida. “Es que el Plan de Vida para nosotros es importante para tener una resistencia en el territorio, es nuestra historia, la memoria ancestral, la cultura, nuestras propias leyes, la ley de origen".

“Con este proyecto –plantea Gudiela– les queremos dejar una huella a los niños en conservación de los peces, los árboles, la montaña y el agua".

Balbino, por su parte, hace un recuento de Saberes de Monte para reiterar la importancia de sus metas: “El proyecto está enfocado en un mejor conocimiento del territorio, los peces, los animales, las cuencas, los ríos, la biodiversidad, la cultura, la medicina tradicional, la cosmovisión, el pensamiento y gobierno propio, que hemos estado perdiendo. Eso es lo que se ha querido implementar para mantener y fortalecer esa tradición en nuestros territorios".​

Entre ojos negros

Yadira también se formó como tallerista y sus aprendizajes los considera una bendición. “He aprendido sobre el valor de nuestro territorio y de las costumbres ancestrales. Por falta de capacitación no sabíamos en qué territorio vivíamos y cuál era su importancia". Con lo aportado por Saberes de Monte hay situaciones en las comunidades negras que han comenzado a cambiar.

“La gente ya ha empezado a concientizarse", reconoce Yadira, quien además de tallerista es una empresaria del turismo. “Antes veíamos a Nuquí como un lugar donde se vive de la pesca y la agricultura, pero no sabíamos de la riqueza que tenemos ni de todos los daños que ocasionaba la tala de madera".

Las reflexiones sobre la gobernanza del territorio que conforma Los Riscales y las acciones que de allí se desprenden han fortalecido la autoridad del consejo comunitario. De acuerdo con Yadira, “los consejos comunitarios están sancionando la tala de árboles, hay multas, porque la gente antes entraba al monte, tumbaba madera y nadie le decía nada. Pero ahora si te ven cortando un árbol, el consejo comunitario interviene. Ya lo impiden porque la gente está informada, está capacitada, ya saben que si no hay arboles estaremos en problemas". Estas autoridades locales también han prohibido la caza de iguanas, guaguas, zaínos y tortugas para evitar su extinción.

Leyner, por su parte, destaca el método que se adoptó para generar confianza con las comunidades: “Ha sido un proyecto concertado con afros e indígenas. Le ha permitido a la gente participar y conocer cómo avanza, se le va devolviendo la información de cada paso que se da, y las comunidades son activas en la construcción del documento que se viene haciendo, lo revisan, dan sus opiniones. No es un proyecto que está de espaldas a las comunidades".

Ese método de acercamiento a las comunidades ha sido clave para el equipo de Saberes de Monte porque las comunidades han perdido la confianza en la ejecución de este tipo de proyectos, muchas veces impulsados por entidades del Estado y organizaciones no gubernamentales, pues nunca conocían los resultados de las investigaciones ni cuándo terminaban.

Leyner recuerda que se ha trabajado sobre temas relacionados con las aguas dulces, el bosque y el monte. “Ha sido muy bien recibido", insiste y explica que, ante la pérdida del conocimiento ancestral en las nuevas generaciones, el proyecto les permite a las comunidades “esa transmisión de conocimiento, sobre la riqueza que tiene este territorio, sobre todo lo ancestral".

Y sus objetivos van más allá: se trata también de fortalecer sus autoridades propias, representadas en el consejo comunitario, definir qué uso se le dará al territorio y cómo se va a proteger. “A partir de allí, las comunidades empiezan a buscar su propio desarrollo, teniendo por delante la conservación de un territorio que es de todos", afirma Leyner.

Saberes de Monte llegó en un momento fundamental para Los Riscales, pues sus autoridades están en proceso de actualizar el Plan de Etnodesarrollo, un documento que se ha convertido en la brújula que orienta las políticas propias de desarrollo, y que se escribió hace catorce años. “Anteriormente, los nuquiseños y nuquiseñas no tenían tanta oportunidad de formarse académicamente y eso hacía que los planes de desarrollo municipal casi siempre se hicieran a espaldas de las comunidades, lo que se puede evidenciar en los documentos de aquella época, donde se encontraban escritos nombres de otros municipios o departamentos, lo que indicaba que la ruta de desarrollo y planificación de nuestro municipio la hacían cortando y pegando de documentos que nada tenían que ver con nuestro territorio", expone Leyner.

“Hoy gracias a Dios –agrega– contamos con una gama muy amplia de profesionales comprometidos con el bienestar de sus comunidades y estas, a la vez, cada día exigen más y sobre todo del papel que desempeñan los consejos comunitarios y cabildos indígenas con respecto a lo que se proyecta en el territorio".

Junto con EAFIT y ACUA, en este consejo comunitario nuquiseño están fortaleciendo esa actualización, propiciando un mejor cruce de información para que corresponda con la realidad y esté en consonancia con el contexto del territorio. “El Plan de Etnodesarrollo es la guía para que las comunidades empiecen a caminar según sus objetivos propuestos sobre la conservación y el respeto por el territorio. Es un documento que clarifica la ruta hacia dónde las comunidades quieren ir", explica Leyner.

Los pasos que vienen

La investigadora Hillón plantea que en la etapa final del proyecto se sistematizó toda la información obtenida con el fin de escribir un conjunto de informes para las autoridades indígenas y negras, así como para las comunidades. El primer bloque de informes abarca una radiografía de cada una de las veintidós comunidades participantes en el proyecto; el segundo documento se centra en los desafíos y planes que tienen estas comunidades por resguardo y consejo comunitario; y el tercero es el documento final que abarca lo realizado durante los dos años de implementación y sus conclusiones más significativas.

Conoce los resultados del proyecto entregados a las comunidades de Nuquí visitando el sitio web “Saberes de Monte”.

“Se hizo una socialización para que las comunidades aprobaran cada uno de los veintidós documentos que les ayudarán a construir sus planes de vida y de etnodesarrollo, nada se publicó y nada se entregó hasta que la comunidad diera su aval. Se hizo una gira para presentar esos documentos, se recogió información adicional, y escuchamos qué les gustaba y qué no", expone la investigadora de EAFIT.

“También se diseñaron materiales pedagógicos para profesores y estudiantes de primaria", agrega Duarte, de ACUA. Ese kit pedagógico acerca a los niños y niñas a la diversidad biológica y cultural de Nuquí y a los saberes de los mayores, desde una perspectiva de intergeneracional y de género, con el objeto de que ellos sean los embajadores dentro de sus comunidades de la protección de su territorio.

Pero todo no termina allí. Las expectativas de indígenas y negros con el proyecto son altas, pues esperan seguir fortaleciéndose para transmitir ese conocimiento a sus comunidades. Tanto la Universidad EAFIT como la Fundación ACUA, así como las comunidades indígenas y negras en su autonomía, tienen nuevas herramientas para consolidar los Saberes de Monte y continuar avanzando en ese camino de conservar y consolidar el espíritu ancestral que gravita sobre Nuquí, un ecosistema que reclama mayor protección.​

Este artículo hace parte de una estrategia transmedia en la que participan estudiantes de la maestría en comunicación transmedia de EAFIT y el Laboratorio de Divulgación Científica de la Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación para la divulgación y apropiación social del conocimiento del proyecto “Saberes de monte, diversidad, memoria y derechos bioculturales: mecanismos para la protección de la comun-unidad en Nuquí, Chocó”, liderado por la Escuela de Derecho y la Universidad de los niños EAFIT.

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