Medellín debe reenfocar su política contra grupos delictivos

Marzo 22, 2021

Si bien la política criminal contra bandas y combos ha dado frutos, es hora de reenfocarla, mejorarla
y adecuarla a la realidad actual. Investigadores aseguran que es la forma de acabar con el llamado
“gobierno criminal”, fenómeno que ocurre en sectores afectados por la acción de grupos armados.

 

Javier Arboleda García, Colaborador.

En las tres últimas décadas, desde que era considerada la ciudad más violenta del mundo hasta hoy, Medellín ha diseñado y desarrollado una serie de políticas públicas para atacar los fenómenos violentos y generar bienestar y respuestas a las necesidades de las comunidades que los sufren.

Ello le ha dado no solo un reconocimiento internacional, sino que ha permitido fortalecer su gobernabilidad. Un ejemplo es lo siguiente: en 1992, la ciudad tenía una tasa de homicidios de 350 casos por cada 100.000 habitantes y la de 2019 mostró 24 casos por cada 100.000 habitantes.

Aun así, la investigación “Gobierno criminal en Medellín: panorama general del fenómeno y evidencia empírica sobre cómo enfrentarlo”, realizada desde 2016 por Innovations for Poverty Action (IPA), la Universidad de Chicago y la Universidad EAFIT muestra que hoy esas políticas públicas no tienen el impacto esperado y deben reenfocarse y mejorarse.

Para sustentar la tesis, la investigación se basa en un elocuente dato: aún hoy en la ciudad existen entre 15 y 20 grandes bandas armadas que, a su vez, controlan el accionar delictivo de unos 350 combos y que ese accionar va más allá de actividades como el microtráfico, la extorsión, el hurto y el control de los llamados “pagadiarios” o “gota o gota”.

“Hay que entender mejor cómo esto evoluciona en el tiempo, para focalizar otro tipo de políticas. Creo que lo primero que debe hacer el Estado, en particular la Alcaldía de Medellín, es medir mejor esos fenómenos”, dice el profesor Santiago Tobón Zapata, uno de los directores de la investigación, quien dirige el Centro de Investigaciones Económicas y Financieras de EAFIT.

Advierte que se trata de un problema serio, grave, que ocurre hace tiempo y sobre el cual existe la evidencia anecdótica de cómo se manifiesta en muchas partes del territorio, “pero indudablemente nos falta medirlo mejor, de forma más sistemática, frecuente y completa”.

En Medellín existen entre 15 y 20 grandes bandas armadas que controlan a unos 350 combos. Foto: Róbinson Henao

 

Delincuentes que ocupan el papel del Estado

El también profesor de EAFIT Gustavo Duncan Cruz, del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas –otro de los directores de la investigación–, explica que las estructuras criminales de Medellín, como ocurre en muchas ciudades del mundo, generan altos porcentajes de violencia y corrompen diferentes niveles de la política y la administración pública.

Pero lo más grave, advierte el académico, es que ejercen funciones similares a las de los Estados, como resolver disputas y problemas comunitarios, imponer reglas de comportamiento, prestar seguridad, administrar justicia y cobrar “impuestos”.

A esas actividades se les conoce como “gobierno criminal”. El problema es que, tal cual funciona ese gobierno criminal en Medellín, no va en contravía del gobierno estatal sino que, todo lo contrario, a veces lo complementa, se nutre de él o se convierte en el espejo para fortalecer su presencia, en especial en territorios con mayor ausencia de institucionalidad, afirma Duncan.

La gente demanda servicios de gobierno, resolver su problema con el vecino y, en muchos contextos, se acerca a la solución más rápida, ágil, contundente y efectiva, y cuando el Estado es incapaz de hacerlo, acude a otros actores de la vida social.

En algunos contextos, esos actores son la administración de un edificio o un líder comunitario y, en otros más extremos, los integrantes de los combos armados, agrega el profesor Tobón Zapata, quien está adscrito al Departamento de Economía de EAFIT.

Finanzas del crimen organizado

La investigación no se queda en la explicación simplista según la cual las grandes bandas criminales son proveedoras mayoristas de droga a combos de menor tamaño para que estos la vendan al detal. O que suelen concentrarse en extorsiones a grandes negocios y rutas de buses, mientras los combos extorsionan a pequeños establecimientos comerciales de barrio y, en ocasiones, a los hogares.

Ahora, unas y otros tienen una diversificada estructura de ingresos que incluye servicios prestados a la industria del narcotráfico, como el sicariato, el cobro de deudas y la protección de rutas de transporte de estupefacientes. Además, imponen multas por mal comportamiento o definen el loteo de predios y el arriendo de bienes para actividades criminales.

Ante esta realidad, la investigación sugiere recomendaciones para enfrentar con éxito ese fenómeno. Ellas son fruto también de los resultados de una encuesta realizada a finales de 2019 en 4.868 hogares y 2.109 negocios de estratos 1, 2, 3 y 4, de 224 barrios de Medellín y 8 de Bello e Itagüí. Algunos de los resultados de esa encuesta son sorprendentes y van en contra de lo que muchas personas e instituciones suponían, según lo revelan las siguientes conclusiones:

Los niveles de gobierno criminal varían mucho a lo largo de la ciudad y en algunos barrios los combos son la autoridad.

El gobierno criminal está correlacionado con la extorsión y los préstamos de dinero conocidos como “gota a gota”. Esto sugiere que la extracción de rentas ilegales es uno de los motivos por los que los combos “gobiernan”.

Los niveles reales de gobierno criminal y de otros fenómenos asociados como la extorsión son mucho más altos que los estimados por las autoridades.

Contrario a lo esperado, incrementar el gobierno del Estado puede aumentar el gobierno criminal
La encuesta reflejó que, pese a que el Estado llega a esas comunidades con una batería de asistencia social, en muchos barrios el combo es mucho más activo en relación con la provisión de diferentes servicios de gobierno.

“En otras palabras, aquellos barrios en donde los combos ejercen más funciones de gobierno son también los barrios en donde la gente se siente más satisfecha y confía más en ellos”, es decir, según la investigación, los ciudadanos ven a los combos como un complemento del Estado porque actúan como intermediarios entre la comunidad y el mismo Estado.

Tal cual funciona el gobierno criminal en Medellín, no va en contravía del gobierno estatal: a veces lo complementa, se nutre de él o se convierte en el espejo para fortalecer su presencia, afirma el profesor Gustavo Duncan.

Cómo reducir el gobierno criminal

Ante estas evidencias, la investigación plantea, como lo expresa el profesor Tobón Zapata, algunos pasos para reducir el gobierno criminal mediante el aumento del gobierno del Estado. Uno de ellos, tal vez el principal y el que debe aplicarse en el futuro inmediato, es hacer más encuestas para conocer mejor el fenómeno, pero con un nivel de representatividad más detallado del barrio y no tanto de la comuna.

En ese sentido, la investigación les plantea un reto importante a quienes diseñan políticas públicas y es que si van a llegar a estas comunidades es porque deben hacerlo con la certeza de que su presencia solucionará sus problemas y no aumentará la decepción y desconfianza de los ciudadanos.

“Es posible que el aumento del gobierno del Estado incremente las oportunidades para que los combos ejerzan funciones de gobierno. Esto puede ocurrir cuando el Estado se concentra en aumentar el ejercicio de algunas funciones y deja otras de lado”, dice una conclusión de la investigación.

Esas otras funciones pueden terminar convirtiéndose en un nicho para que los combos ejerzan o desarrollen ventajas comparativas, “tales como aquellas relacionadas con su conocimiento de las comunidades y su presencia constante en el territorio”, precisa otra conclusión”.

Cuatro recomendaciones

Para los docentes, el mayor logro de la investigación y de los datos arrojados en la encuesta es que les permite no solo hacer las siguientes cuatro recomendaciones, sino ofrecer la experiencia del grupo académico para su implementación:

No volver a implementar la “intervención microterritorial” bajo el esquema previamente utilizado: o no se debe abordar con intervenciones que no sean capaces de suministrar bienes y servicios en la misma medida en la que la llegada de dichas intervenciones aumenta las expectativas de los ciudadanos.

Poner en marcha un proceso para diseñar y ejecutar intervenciones innovadoras dirigidas a enfrentar el gobierno criminal, la extorsión y otros fenómenos asociados con el crimen organizado.

Realizar mediciones anuales sistemáticas sobre la fuerza y la influencia de los grupos de crimen organizado.

Promover evaluaciones de impacto de las intervenciones contra el crimen organizado.

Retos para el Gobierno

Para el profesor Tobón Zapata, la investigación sugiere dos para el gobierno, en especial, el municipal. El primero, tener más capacidad para llegar a los territorios: “No puede siempre repetirse la misma fórmula de los gestores comunitarios o enlaces territoriales” porque requiere, con prontitud, aplicar un sistema más eficiente para llevarle soluciones a la gente.

Y el segundo, el fortalecimiento urgente de las inspecciones de Policía y las comisarías de familia, la cara más cercana del Estado a las comunidades en los territorios. “Estos despachos adolecen de muchos profesionales con el perfil y la actitud adecuados para resolver la cantidad de trámites que siguen en sus anaqueles”, concluye el académico.

¿Cómo evaluar el impacto del "gobierno criminal"?

Considerando que están desactualizadas las mediciones sobre cómo las acciones de los grupos criminales afectan la vida cotidiana, los investigadores aconsejan:

¿Qué medir?

Presencia y existencia de las actividades de grupos de crimen organizado en el territorio.

Provisión de grupos de crimen organizado, de bienes y servicios relacionados con la resolución de problemas comunitarios cotidianos.

Provisión de actores estatales, como las alcaldías y la Policía Nacional, de bienes y servicios relacionados con la resolución de problemas comunitarios cotidianos.

Legitimidad de los grupos de crimen organizado entre los ciudadanos.

Legitimidad de las organizaciones del Estado entre los ciudadanos.

Montos que pagan los ciudadanos en las extorsiones, así sean por aquellas funciones simples como la resolución de conflictos o la seguridad.

Alcances reales de los llamados “pagadiarios” o “gota a gota”.

Ubicación de los llamados mercado de la droga o plazas de vicio, de modo que se pueda saber precios y cantidades.

Con qué otras rentas legales cuentan las estructuras criminales en mercados de bienes legales.

Reclutamiento, uso y vinculación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes a los grupos de crimen organizado.

¿Cómo hacerlo?

La investigación sugiere que las mediciones de estos fenómenos se realicen mínimo cada año y por barrios, en Medellín, Bello e Itagüí.

Frente a la realización de las encuestas, recomienda no recoger ningún dato personal, usar técnicas de sondeo cuando las personas no quieran responder, recordarles a los encuestados el carácter anónimo de la encuesta antes de las preguntas sensibles y utilizar cuestionarios cortos.

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Proyectos en Educación 4.0 para revolucionar las mentes

Marzo 22, 2021

Cuatro investigaciones de la Universidad EAFIT contribuyen al fortalecimiento de la formación virtual.
Al presentar los resultados, sus profesores líderes demuestran la importancia de unir pedagogía, tecnología y creatividad.

 

Paola Andrea Cardona Tobón, Colaboradora.

Hablan con pasión de sus proyectos y, aunque lo hagan en tono pausado, sus mentes van a mil revoluciones. Son profesores e investigadores que vienen trabajando en pensar cómo hacer del aprendizaje una experiencia cercana, amena, actual, que enamore a los estudiantes tanto como ellos lo están de las tecnologías al servicio de la educación.

Uno de ellos es el profesor Pedro Vicente Esteban Duarte, adscrito al Departamento de Ciencias Matemáticas, quien recuerda que sus primeros alumnos, hace más de tres décadas, le enseñaron a escuchar y a darse el tiempo para dialogar. Desde entonces, aseguró, los momentos más valiosos son aquellos en los que pueden “crear juntos”.

Y qué palabras más sugestivas: “crear juntos” en un mundo como el actual que vive en constante transformación, que ofrece tantas posibilidades, que invita a caminar por las rutas de la innovación, que plantea salones sin barreras, abiertos, que pueden generarse en el mundo virtual o real de un colegio, una universidad, una biblioteca o en casa.

Un período histórico que abre puertas físicas y digitales para generar conexiones inéditas entre maestros y estudiantes. Pero no se trata solo de avances tecnológicos, de capitalizar lo que puedan aportar las aplicaciones, las plataformas o los entornos colaborativos basados en la lúdica. La clave está en los modelos pedagógicos generados a partir de ellos. Así lo creen los investigadores de los proyectos de Educación 4.0 de EAFIT que, con sus desarrollos, están realizando aportes para una mejor educación virtual.

Procesos educativos sustentandos en datos

La llamada Cuarta Revolución Industrial llegó con transformaciones de la mano de tecnologías de la información, internet de las cosas, inteligencia artificial, impresión 3D, big data, realidad virtual y aumentada, y robótica, entre otros. Ese movimiento global impulsado desde los procesos industriales se ha expandido a otras áreas como la educación, donde está ayudando a mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Con Educación 4.0 se vive una revolución marcada por la forma de adquirir y difundir el conocimiento, con un aprendizaje flexible en función de las necesidades e intereses del entorno, personalizado, al ritmo de cada alumno; un aprendizaje con realimentación constante, a partir del análisis de datos e información.

Que los estudiantes interactúen de manera práctica con las herramientas tecnológicas es indispensable en este modelo, pero las tecnologías deben facilitar una transición pedagógica que, para Helmuth Trefftz Gómez, director del Laboratorio de Realidad Virtual de EAFIT, “es lo más importante, entendiendo que los estudiantes llegan hoy con grandes habilidades digitales con las cuales se sienten muy cómodos y que deben motivar a los docentes a evolucionar de la tiza y el tablero”.

Los investigadores líderes de esos proyectos explican a continuación el trabajo adelantado y sus logros. Tres iniciativas fueron financiadas por el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación y promovidas por la Gobernación de Antioquia con fondos del Sistema General de Regalías. Se orientan al fortalecimiento de la educación virtual en la región, por lo que sus desarrollos apoyarán la labor de entidades educativas desde básica hasta superior, como la Institución Universitaria Digital de Antioquia.

Los desarrollos tecnológicos se hicieron en el Laboratorio de Realidad Virtual de la Universidad EAFIT. Foto Róbinson Henao

 

Procesos educativos sustentandos en datos

El profesor y sus alumnos se ponen sus visores de realidad virtual. De repente, ya no están en el salón ni en su casa, aparecen en un espacio virtual que comparten y en donde cada uno tiene un avatar o personaje que lo representa.

Cuando el profe introduce una ecuación, la superficie correspondiente toma forma, con un tamaño similar al de una cancha de baloncesto.

Pueden caminar por ella, verla desde diferentes ángulos y comprender el espacio en tres dimensiones, todo eso mientras reciben la explicación, de manera práctica, de conceptos que sin esta herramienta serían abstractos y posiblemente más complejos de entender.

Es la asignatura Cálculo de Varias Variables, de Pedro Vicente Esteban Duarte, profesor del Departamento de Ciencias Matemáticas.

Las primeras semillas de la investigación Realidad mixta para apoyo de la educación a distancia se sembraron hace 14 años.

Helmuth Trefftz Gómez, director del Laboratorio de Realidad Virtual y profesor del Departamento de Informática y Sistemas, comenzó a pensar en usar realidad virtual y realidad aumentada para enseñar esa materia que ofrecía Pedro Vicente.

Trefftz Gómez recuerda con humor que para lograr la realidad aumentada en 2006 usaban un visor de realidad virtual y con cinta de enmascarar le anexaban una cámara de computador, y así combinaban las dos imágenes, la real con la virtual: “Casi que cada uno se tenía que inventar su propia forma de hacer las cosas. La tecnología ha cambiado mucho en los últimos años, se ha vuelto más barata y mucho más poderosa. Entonces quisimos, con Pedro Vicente, revisitar la idea de trabajar estos temas en la materia, y realmente nos fue muy bien”.

Usan tecnologías de bajo costo, con respecto a otras, y gran potencial interactivo. En realidad aumentada emplean sus celulares para correr la aplicación. Cuando el profesor introduce una ecuación, la superficie correspondiente hace presencia en los móviles, proyectada encima de una superficie plana, más o menos del tamaño de un tablero grande de parqués. La recorren, se acercan o se alejan para verla desde cualquier punto de vista; para señalar, utilizan un “apuntador láser” virtual.

El piloto lo adelantaron con alumnos del profesor Pedro Vicente. “Llegábamos al salón con un montón de visores. Les hacíamos preguntas para ver qué tanta claridad tenían sobre algunos conceptos. Pedro les ponía unas experiencias diseñadas por él muy cuidadosamente, para que entendieran los conceptos. Después volvíamos a hacerles las preguntas para ver si habían mejorado su comprensión”, explica Trefftz Gómez. Efectivamente, el entendimiento de los conceptos había mejorado. El alto nivel de motivación de los estudiantes fue otro gran logro. Helmuth comenta que hay materias que pueden generar cierto temor, pero con estas herramientas se asumen diferente. “El aprendizaje se facilita cuando uno disfruta lo que está haciendo”, dice.

También en la enseñanza de la física

Además del proyecto, ejecutado con Minciencias, otro de los desarrollos que adelanta el Laboratorio de Realidad Virtual de EAFIT, y que ha sido probado de manera remota, es una aplicación de realidad virtual y realidad aumentada para la enseñanza de la física.

Para ello se unieron con Roberto Enrique Lorduy Gómez, profesor del Departamento de Ciencias Físicas. Y, de nuevo, resultó una clase para nada tradicional: esta vez, aplicando física, se busca enseñar el tiro parabólico de una manera más interactiva. Los alumnos usan las fórmulas que ven en clase con el docente para controlar un cañón y una diana, su objetivo es calcular dónde caerá cada bala.

Ambas aplicaciones se pueden usar de manera remota, un asunto que cobra importancia cuando la presencialidad es difícil. Aunque, “lo que hemos visto con Pedro en los quince o más años que llevamos trabajando juntos es que la tecnología sola no hace la diferencia: es la tecnología de la mano de un enfoque pedagógico apropiado”, concluye Trefftz Gómez.

La educación se enfrenta hoy más que nunca a retos en los cuales es fundamental reinventarse y proponer nuevas metodologías.

Sistema de recomendación para navegar en 30 millones de contenidos digitales

Un profesor de primaria no tendrá que invertir tantas horas de su tiempo buscando en Internet actividades y contenidos para sorprender a su grupo.

Un estudiante universitario no se perderá en un océano de temas, sin saber cuál es el más adecuado, actual y confiable.

Con una plataforma creada por ingenieros de EAFIT, los docentes seleccionarán los contenidos para cada curso académico y los alumnos recibirán sugerencias de acuerdo con las dinámicas de la clase.

El objetivo del proyecto Contenidos de aprendizaje inteligentes a través del uso de herramientas de big data, analítica avanzada e inteligencia artificial era desarrollar una plataforma que recogiera alrededor de 30 millones de contenidos para usarse en temas educativos.

Profesor explicando en clase y varios estudiantes con las gafas de realidad virtual.

Foto: Róbinson Henao

 

Edwin Montoya Múnera, profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas, líder de la investigación e integrante del grupo Giditic, explica que “con esos 30 millones de contenidos creamos un sistema de recomendación que permite a los estudiantes y profesores recibir sugerencias de contenidos similares o de contexto con base en lo que esté empleando en este momento en el curso”.

Por ejemplo, si están en una unidad académica llamada reino vegetal, en un nivel básico de ciencias naturales, con las palabras clave el sistema busca entre esos millones de contenidos y sugiere sus hallazgos, compartiéndolos en la misma plataforma de aprendizaje. Se creó una especie de mano derecha para profesores y alumnos.

Debido al volumen de información, las tecnologías claves para recoger contenidos y que los cursos se mantengan actualizados son big data, analítica avanzada e inteligencia artificial.

“Una de las características de la Educación 4.0 es que está centrada en el estudiante. Se busca adecuar los procesos de aprendizaje y este proyecto está en esa línea porque el poder recomendar recursos y contenido educativo a cada perfil y estilo de aprendizaje es fundamental”, manifiesta José Lisandro Aguilar Castro, docente coinvestigador, quien destaca que una de las ventajas de esta herramienta es la personalización del proceso de aprendizaje.

Los docentes realizaron una prueba piloto de la plataforma con sus propios estudiantes. Los comentarios fueron muy favorables, asegura Edwin Montoya, pues uno de los dilemas actuales es encontrar buena información abierta en internet: “Aún así, hay que destacar que es importante cómo los docentes motivan a que los alumnos usen estos materiales y fomentan el espíritu investigativo”.

Además, la propuesta es importante porque en tiempos de pandemia se requiere cada vez más de bibliotecas digitales con lo último que se ha publicado de las temáticas, pero fáciles de encontrar y utilizar por todos los actores del sistema educativo

Emociones, audio y video

Hay otro asunto que parece sacado de la ciencia ficción: cómo incorporar las emociones en el proceso de recomendación. Es decir, cómo recomendar recursos de aprendizaje explorando las emociones de los estudiantes para adecuar lo que se le ofrecerá en función del estímulo emocional. José Lisandro Aguilar dice que existen muy pocos de estos sistemas, en especial en el ámbito educativo.

Y adelantan otros desarrollos futuros que tienen que ver con sugerir contenidos en audio y video. “Son líneas de investigación en las cuales creamos diferentes prototipos que nos permiten una divulgación en ámbitos científicos”, afirma el profesor Edwin.

Montoya enfatiza en que “el estudiante lo que hace tradicionalmente es buscar en internet; ahora, con este sistema, le van a llegar recomendaciones relacionadas con lo que necesita. El principal beneficio es mantener actualizado cualquier curso que use el sistema, proceso que ya no va a depender de un humano pues el propio sistema empieza a aprender de los últimos desarrollos y se actualiza él mismo”.

Identificar las características del estudiante y del contexto que inciden en su proceso educativo da pistas para apoyarlo y sugerirle condiciones más favorables según su estilo de aprendizaje.

Resolver problemas y retos como una colonia de hormigas

Planeta Giant. La Colonia Hormicon, habitada por una comunidad de hormigas mutantes, los Formícidos, que tienen los secretos de la inteligencia colectiva para solucionar retos o problemas sociales, te guiará por un camino en el que podrás adquirir los poderes de su éxito como especie…

No es una película de dibujos animados, es la introducción del proyecto Desarrollo de un gestor de inteligencia colectiva y un marco de trabajo para el aprendizaje a través de la resolución colaborativa de problemas en entornos educativos transmediales. Su objetivo es fortalecer la educación virtual en Antioquia utilizando un campus virtual que se basa en inteligencia colectiva y que permite aprender, de forma lúdica, a resolver problemas de manera colaborativa.

“El asunto era cómo reconocer que todos tenemos habilidades y conocimientos que son útiles para que aprendamos y podamos darle solución a problemas de nuestro entorno, de tal forma que ese aprendizaje sea realmente significativo. Hablamos de un aprendizaje que resuelve problemas reales que tienen las personas que participan en el proceso educativo”, explica María Isabel Villa Montoya, investigadora principal, doctora en Contenidos de Comunicación en la era Digital y coordinadora del MediaLab EAFIT.

El proyecto trabajó con un equipo interdisciplinar que vinculó a ingenieros, sociólogos, diseñadores, educadores y comunicadores: “Esto es una gran opción para pensar la educación a futuro de manera muy ambiciosa, proyectando que podemos llegar muy lejos cuando trabajamos desde áreas tan variadas”.

“Diseñamos –continúa– un paso a paso en el cual los estudiantes, cumpliendo con una metodología, pueden resolver un problema y aportar desde su conocimiento y experiencia a esa resolución. Partimos de una corriente de aprendizaje fundamentada en retos. Esa es la base del aparato metodológico, pero fue concebida y diseñada por el equipo”.

Pensaron en interacciones o momentos de validación y testeo del software que utilizarían. Para revisar la metodología crearon un Mooc (Massive Online Open Courses o cursos online masivos y abiertos) llamado Inteligencia colectiva, conceptos, herramientas y aplicaciones para la educación virtual, al que asistieron docentes universitarios, de educación básica y secundaria, y se inscribieron 168 estudiantes de siete departamentos.

Esto fue fundamental para evaluar la manera en la que las herramientas se adaptaban a las necesidades de los usuarios y sus características demográficas, habilidades y competencias digitales. Con los resultados de esa prueba piloto empezaron el diseño del gestor de inteligencia colectiva con Único Digital, empresa aliada que aportó el conocimiento de desarrollo técnico de la plataforma. Con ella moldearon el software y crearon una micro certificación en Diseño Digital que tuvo 113 inscritos y que también funcionó como validación del trabajo.

Luis Alejandro Cárdenas Franco, uno de los coinvestigadores y jefe del pregrado en Comunicación Social, resalta el haber podido realizar un proyecto con evaluación directa de usuarios en una plataforma funcional. El trabajo se hizo con personas de diferentes regiones de Colombia; aunque remoto, les permitió acompañar a docentes y estudiantes, y establecer una metodología “que estamos trabajando con Giant, en la cual hemos identificado unos pasos que vamos a seguir desarrollando en relación con el tema de educación virtual”, concluye Cárdenas.

estudiantes en proceso educativo da pistas.

Identificar las características del estudiante y del contexto que inciden en su proceso educativo da pistas para apoyarlo y sugerirle condiciones más favorables según su estilo de aprendizaje.

Foto: Cortesía del proyecto

 

Resolver problemas y retos como una colonia de hormigas

¿Qué pasaría si un profesor pudiera tener a la mano información sobre cuánto tiempo permanece un estudiante en un contenido, desde qué dispositivo se conecta, a qué nivel de ruido está expuesto, cómo son sus condiciones de luz o si se desplaza físicamente cuando estudia un tema?

“Acceder a ciertos datos como esos, que permitan entenderlo a él y a su contexto, es una gran ayuda porque en la virtualidad se presentan situaciones que retan aún más que las que ocurren en un salón de clase”, asegura Marta Silvia Tabares Betancur, profesora investigadora del Departamento de Informática y Sistemas.

Durante el proceso de aprendizaje, todo docente se pregunta por qué falla el estudiante en las evaluaciones: “Entonces –continúa la profesora Marta Silvia–, el profesor entra a analizar y encuentra que hay afectaciones por el lugar donde estudia o descubre que se queda cinco horas en un contenido y ahí el resultado adquiere sentido. Así que lo realimenta, le hace comparaciones con otros contenidos o con otras estrategias para mejorar su entorno porque tiene diseñada la dinámica pedagógica para lograrlo, basada en lo que indican esos datos”.

Pensando en las potencialidades que ofrece la llamada Educación 4.0, un equipo de investigación liderado por la profesora Tabares Betancur, en conjunto con la empresa Lantia, se preguntó cómo podían aportar a una solución. Así surgió el proyecto Omnicanalidad para la educación, el cual lleva a una “pedagogía basada en la analítica”.

La profesora argumenta que “como maestros, no podemos pensar solamente en dar un tema. Hay que decir cómo podríamos evolucionar e impactar al estudiante y cómo a partir de los datos que me están entregando las aplicaciones se puede regenerar el conocimiento y el proceso de aprendizaje”.

Uso de analítica avanzada

¿Todos los días, las personas usan sus teléfonos celulares. El comercio capitaliza este hecho y facilita a sus usuarios experiencias de compra sin ir a una tienda física, abriendo múltiples canales. La educación también puede aprovechar esta tecnología para analizar cómo ciertas variables influyen en el desarrollo académico de una persona.

El asunto no es nuevo, aclara la profesora Marta Silvia, desde hace años una corriente de investigadores asiáticos viene trabajando en ello con dispositivos móviles para enseñar en colegios teniendo en cuenta los contextos de aprendizaje.

En el proyecto de Omnicanalidad pensaron en realimentar al estudiante desde un escenario de “micro aprendizaje”, el cual trata de crear una forma pedagógica de entender el proceso de aprendizaje en un contexto consciente; además, se aprende de un tema específico, con contenidos cortos y evaluaciones.

El piloto lo implementaron la profesora Marta y la también docente Paola Vallejo Correa con sus grupos del segundo semestre de 2020. Definieron que trabajarían con una forma de micro aprendizaje abierto. ¿Cómo actúa el estudiante en ese ambiente de micro aprendizaje? ¿Cuáles son las variables del contexto o los contenidos que tienen mayor incidencia en su nota? Esas fueron dos de las preguntas que se formularon para responder desde modelos de analítica avanzada.

Paola Vallejo Correa destaca que identificar cuáles son las características del estudiante y el contexto que influye en su proceso da pistas para apoyarlo o sugerirle cuáles son las condiciones más favorables en función de su estilo de aprendizaje o de los resultados que ha obtenido. Como parte del trabajo crearon una aplicación web a la que se puede ingresar desde un navegador para permitir a los estudiantes acceder a ciertos contenidos y evaluarse por medio de pruebas cortas.

Para el proyecto fue valioso poder captar información, analizarla y empezar a construir las conclusiones, con un módulo de realimentación que le informa al alumno cómo progresa. “Hay mucho por explorar en este sentido”, opina la profesora Tabares Betancur, quien afirma que “es posible aportar a diferentes asignaturas y temáticas, inclusive desde la primaria”.

Explica con emoción que hacerle ver al estudiante que donde está trabajando hay ruido que afecta su concentración o que cuando haga una evaluación automáticamente se le diga en qué ha avanzado y en qué debe reforzar para recuperarse, lo llevará a otro nivel y hará que se sienta acompañado en todo su proceso.

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Una apuesta por la ciencia al servicio de las comunidades

Marzo 22, 2021

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento.
La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la
cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

 

Agustín Patiño Orozco, Colaborador.

La viceministra de Talento y Apropiación Social del Conocimiento, Sonia Esperanza Monroy Varela, lo deja claro desde el comienzo: “Cuando uno habla de apropiación, en general, se está hablando de uso, de aplicar algo, de hacerlo propio. La apropiación social del conocimiento va mucho más allá de la divulgación científica, es un concepto asociado al uso y la aplicación de conocimientos científicos y tecnológicos. Las preguntas son: ¿cómo estamos aplicando el conocimiento que generamos? Y, ¿cómo estamos poniendo a dialogar diferentes formas de generar conocimiento?”.

Durante el primer año de actividades del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias, antes Colciencias), el Gobierno Nacional avanzó en la elaboración de un primer borrador de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que enmarcaría el diseño de programas y estrategias científicas para Colombia en la próxima década,

En esa línea, en el primer semestre de 2020 Minciencias puso a consideración de los diferentes actores del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación (SNCTI) los lineamientos de otra política que subyace a esa: la de apropiación social de conocimiento. Con ella se busca, según la viceministra Monroy, “fortalecer una cultura científica incluyente que valore y gestione el conocimiento, y propicie el diálogo de saberes para mejorar la calidad de vida de los colombianos”.

Para ella, esto representa definir una línea para el país: “Es una apuesta por el diálogo de saberes y el intercambio entre diversos actores sociales, de forma que se generen nuevos conocimientos que puedan ser utilizados en la solución de problemáticas locales, regionales y nacionales. En eso queremos hacer la diferencia”.

En diálogo con la Revista Universidad EAFIT, la funcionaria explicó cómo se están diseñando estas políticas públicas, sus elementos centrales y las acciones de Minciencias en la línea de fortalecer la cultura científica en el país. En el V Encuentro de Investigadores de EAFIT, celebrado el 16 de febrero de 2021, la viceministra presentó igualmente estas ideas a la comunidad científica de la Institución.

Mujer hablando en un microfono, en un entorno de trabajo.

Viceministra Sonia Monroy. Foto: Róbinson Henao

 

La apropiación social del conocimiento es uno de los ejes de la propuesta de Política Nacional de Ciencia, Tecnología en Innovación. De hecho, Minciencias viene construyendo una política pública específica para este tema. ¿Qué nos lleva como país a apostarle a la apropiación social como concepto clave del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Llevamos una década bajo el marco de la Estrategia Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, lo que nos ha permitido ser líderes latinoamericanos en el diseño de políticas en torno a este concepto. Sin embargo, el diagnóstico al que hemos llegado es que en nuestro país tenemos bajos niveles de apropiación social del conocimiento, el cual entendemos como un proceso que involucra gestión, producción y aplicación de conocimiento convocando al diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

Desde este viceministerio buscamos construir una nueva política pública que incluya a todos los actores del sistema de ciencia y tecnología, que promueva el fortalecimiento de capacidades regionales en ciencia, tecnología e innovación, de tal manera que diversas comunidades sean capaces de aplicar conocimientos científicos y generar proyectos de investigación y acción participativa en los que trabajen junto a investigadores y científicos para solucionar retos específicos locales. El diseño de esta nueva política de apropiación social del conocimiento inicia con la formulación de los lineamientos para la misma, los cuales fueron puestos a consideración de todos los actores del sistema a través de una consulta pública virtual en los meses de mayo y junio de 2020.

Recibimos muchos comentarios de universidades, empresas y asociaciones de la sociedad civil, y esos insumos nos permitieron revisar los lineamientos en mesas de trabajo internas de Minciencias y con diversos actores de la academia y el sector empresarial. En octubre logramos obtener el documento que consagra la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, el cual esperamos formalizar y finalmente publicar en 2021”.

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento. La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

¿Cómo se estructura esa política nacional sobre apropiación social del conocimiento?

“Desarrolla cinco líneas estratégicas que enmarcan, en primer lugar, los procesos de apropiación social de conocimiento y el trabajo con comunidades; segundo, los espacios para generar apropiación, donde se propicia el intercambio entre los actores del sistema a través de mesas de trabajo, simposios, eventos científicos, diálogo de saberes, entre otros; en tercer lugar están las capacidades para la apropiación, esto implica el monitoreo, mapeo de experiencias y la cualificación de prácticas en apropiación en torno a ciencia, tecnología e innovación; también está la investigación con enfoque de apropiación, donde ampliamos y damos mayor ponderación a los productos de apropiación social del conocimiento dentro del sistema de medición de grupos de investigación de Minciencias.

Por último, está el tema de gestión para descentralizar la apropiación. Ahí es importante el papel de las universidades que, además de generar nuevos conocimientos, los pueden difundir y apropiar junto a diversas comunidades a través de proyectos de investigación, extensión y proyección social; y, por su puesto, a través de sus programas académicos”

Colombia tiene bajos niveles de inversión en ciencia, tecnología e innovación y los recursos para apropiación social del conocimiento pueden no ser la prioridad, ¿cómo promover la apropiación en los proyectos de investigación?

“Minciencias lidera dos programas específicos para promover procesos de apropiación social del conocimiento y trabajo con comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas.

Uno de ellos es Ideas para el cambio y el otro es A ciencia cierta. Durante 2020, A ciencia cierta destinó recursos por 2.700 millones de pesos en 30 comunidades del país.

Aunque estamos hablando de proyectos pequeños, son ejemplo de cómo una comunidad, trabajando en conjunto con investigadores y científicos, puede integrar conocimientos de diversa índole y logra aplicarlos en la solución de un problema específico.

Hombre con tapabocas en un quiosco hablando con varias personas que se encuentran sentadas.

Foto: Róbinson Henao

 

Por otro lado, cada vez más los procesos de apropiación social del conocimiento son un requisito para acceder a la inversión pública en ciencia y tecnología, de forma que, además de generar conocimiento, hay un incentivo para que los investigadores desarrollen productos de apropiación en sus proyectos. Además, estos productos han incrementado su importancia relativa en nuestro modelo de medición de grupos de investigación. De esta manera, buscamos priorizar recursos para apropiación social del conocimiento y disminuir las brechas regionales en capacidades de ciencia y tecnología”.

¿Cuáles han sido los aprendizajes del primer año de gestión de Minciencias?

“El ministerio tiene dos viceministerios: el de Conocimiento, Innovación y Productividad, y el de Talento y Apropiación Social del Conocimiento. Quisimos que la arquitectura institucional reflejara, por un lado, los temas de investigación y generación de nuevos conocimientos y, por otro, todo lo relacionado con formación de capital humano, desarrollo de capacidades regionales y apropiación social del conocimiento.

Durante 2020 trabajamos sobre la hoja de ruta establecida por la Misión de Sabios a finales de 2019. Sus recomendaciones fueron a corto, mediano y largo plazo, así que en el primer año de Minciencias priorizamos dos recomendaciones: una que tiene que ver con gobernanza del SNCTI, y otra que tiene que ver con la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Frente a la primera recomendación, desarrollamos un proyecto de decreto de gobernanza del SNCTI, el cual sometimos a un proceso de diálogo y retroalimentación con los actores del sistema y se encuentra en revisión por parte de Función Pública y el área jurídica de la Presidencia de la República.

Con este decreto se crearía un Concejo Nacional de Política de Ciencia, Tecnología e Innovación para orientar nuestras políticas públicas en esas materias con perspectiva a largo plazo de los desarrollos científicos y tecnológicos. También se crearía el Consejo Científico, conformado por 10 científicos asesores del Gobierno Nacional para la toma de decisiones basadas en la evidencia y el conocimiento científico. También modificaría a los consejos departamentales de ciencia, tecnología e innovación que son presididos por los gobernadores y tienen un papel importante en identificar y priorizar las necesidades de cada región en esas áreas.

En cuanto a la política nacional, Minciencias, junto a Planeación Nacional, desarrolló un borrador de documento Conpes que esperamos poner en discusión con todos los actores del sistema en 2021 y así consolidar nuestra apuesta de país en materia científica y tecnológica a 2030”.

¿Cómo fue el proceso de conversación con los actores de SNCTI para la elaboración de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Para construir el borrador contábamos con insumos importantes: el libro de la Misión de Sabios; los planes estratégicos de cada uno de los 13 programas nacionales de ciencia y tecnología; y el Libro Verde 2030 “Política Nacional de Ciencia e Innovación para el Desarrollo Sostenible”.

Además, hay que tener en cuenta que desde 2020 Colombia es miembro formal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), y eso nos permite acceder a las tendencias en estas áreas de los 37 países miembros. Teniendo en cuenta lo anterior, y por su alcance, decidimos formular la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030 como un documento Conpes.

Esto nos permitió involucrar a todos los ministerios, puesto que todos los sectores sociales necesitan de la ciencia, la tecnología y la innovación, pero es Minciencias quien tiene la función primordial de coordinación interministerial, regional y sectorial en estas materias en el país.

Después de construir el borrador de este documento Conpes, realizamos 15 diálogos para poner esta política en consideración de todos los actores del sistema. Realizamos mesas de trabajo en cada una de las seis regiones en las que el país está dividido según el Sistema General de Regalías, y que contaron con la participación de universidades, empresas, asociaciones de la sociedad civil y entidades públicas locales. También realizamos diálogos con niños, niñas y adolescentes, representantes del sector empresarial, exintegrantes de la Misión de Sabios y exdirectores de Colciencias, entre otros”.

A grandes rasgos, ¿en qué consiste la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030?

"Esta es una política con enfoque incluyente y diferencial, dado que somos un país de regiones y que existen grandes brechas en materia de capacidades para la ciencia y la tecnología entre unas regiones y otras. Por esa razón, la política presenta un plan de acción en seis ejes:

Generación de conocimiento, donde hablamos de los proyectos de investigación y de la infraestructura tecnológica que se requiere para generar nuevos conocimientos.

Formación de capital humano: ahí tenemos en cuenta la promoción de vocaciones científicas en niños, niñas y adolescentes, y cómo articular toda la cadena, desde esos niños que sueñan con ser científicos hasta los investigadores que buscan desarrollar estancias posdoctorales, pasando por los jóvenes investigadores y los estudiantes de pregrado, maestría y doctorado. Además de la formación, está el tema de inserción laboral de ese capital humano.

El uso del conocimiento, donde hablamos de las condiciones para innovar y emprender, de la trasferencia de conocimiento entre universidades y sector productivo, de las nuevas tecnologías y la Cuarta Revolución Industrial.

Apropiación social del conocimiento que tiene que ver con cómo hacer una ciencia más inclusiva, que genere impacto social y que promueva una cultura científica y tecnológica. Ahí hablamos de la comunicación pública de la ciencia, de cómo acercar la ciencia al ciudadano; y hablamos de apropiación social, entendida como un proceso de gestión, valoración y aplicación del conocimiento, donde se busca integrar las diversas formas de conocimiento, incluyendo los ancestrales y tradicionales, y cómo entran en un diálogo de saberes con los conocimientos científicos y empíricos.

La gobernanza, donde promovemos el proyecto de decreto que ya mencioné.

6.Financiación de la ciencia y la tecnología: este gobierno se puso la meta para 2022 de duplicar la inversión en ciencia y tecnología con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) acercándonos a niveles del 1,5%. Sin embargo, esa meta no es fácil de cumplir. El presupuesto es insuficiente para todas las necesidades que tenemos, así que urge definir otras estrategias para estimular esa inversión”.

¿Qué estrategias se han planteado para empezar a acercarnos a los niveles de inversión pública y privada en ciencia y tecnología de los países de la Ocde que están alrededor del 2% del PIB?

“Este tema hace parte de las conversaciones con Planeación Nacional, pero por lo pronto sabemos que no vamos a cumplir la meta de duplicar nuestra inversión a 2022 si no hacemos algo desde ya.

Entre las estrategias que hemos contemplado está hacer uso de inversiones en el marco de gasto de mediano plazo; y también ver cómo los otros ministerios, con los rubros que tienen destinados para investigación, se puedan enlazar con las estrategias lideradas por Minciencias. También está el tema de cooperación internacional, es decir, cómo promover el desarrollo de proyectos conjuntos con otros países donde nosotros ponemos recursos, pero ellos también.

Un aspecto clave son las alianzas público-privadas, donde el Estado jalona recursos del sector privado para investigación. También está el porcentaje de regalías y todo lo relacionado con la banca multilateral. Pero, más allá de duplicar la inversión en ciencia y tecnología en el corto plazo, la meta del Gobierno es lograr un financiamiento sostenible de todo el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación”.

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Investigación para potenciar el aprendizaje responsable y colaborativo

Septiembre 10, 2020

La Línea en Informática Educativa fue pionera en la investigación académica en EAFIT
desde 1989, cuando se creó. Hoy, su foco está en los avances teóricos y prácticos en el
campo de las Ciencias del Aprendizaje.


Paula Andrea Álvarez Patiño, Colaboradora

El mundo se ha transformado. La tecnología, las fuerzas de la globalización, la movilidad, las emergencias ambientales y de salud en todo el planeta han impulsado este cambio. En ese marco, la educación tiene que prepararse para un futuro distinto en el que la colaboración y la interculturalidad son fundamentales.

El aprendizaje personalizado dejó de ser un término de moda aplicable solo a cierto tipo de estudiantes para convertirse en un factor que le permitirá a cada alumno descubrir y desarrollar sus talentos.

Ese aprendizaje personalizado significa entonces que ya no se agrupará a los estudiantes en clases integradas por personas que están dentro de un estricto orden de edad, sino que se promoverán y desarrollarán los intereses individuales.

De esta forma, un plan de estudios deberá estar conformado, además de las áreas conocidas –como lenguaje, matemáticas y ciencias–, por otras que impulsen la creatividad, como artes y deportes, y otras que fomenten el pensamiento emprendedor.

Las clases tampoco serán iguales a lo que hoy se concibe como “asistir a clase”, pues ya no se trata de llegar a un salón, sentarse y escuchar al profesor dictar su materia durante un tiempo determinado. Y el docente no se constituirá en ese ser omnipotente que todo lo sabe y es experto en su área, el que tiene todas las respuestas bajo la manga.

“Ya el foco no es si yo como docente enseño muy bien y tengo grandes técnicas o dinámicas sofisticadas, porque resulta que al final no estoy logrando el objetivo que el estudiante aprenda: ahora se trata de poner todo en términos del alumno. Y entonces yo, en mi papel de docente, tengo que entender cuáles son los procesos que sigue un estudiante para facilitarle su proceso de aprendizaje. Mirándolo así es un cambio radical cuando se habla hoy de las Ciencias del Aprendizaje”, explica Juan Guillermo Lalinde Pulido, profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas y coordinador del Centro de Computación Científica Apolo en EAFIT.

Lalinde agrega que cuando se habla de “aprendizaje” se está cambiando el centro; ahora el foco pasa a estar en el estudiante. El problema ya no es cómo se explican y utilizan las herramientas pedagógicas –indiferente de qué hará el otro con ellas– sino tratar de entender cómo el estudiante está  estructurando  los  conceptos y desarrollando comprensión para, a partir de eso, ver cómo se le apoya en un proceso de aprendizaje que lo está poniendo a él como actor central.

Todas estas realidades son, a su vez, un campo fértil para la investigación y el desarrollo de nuevo conocimiento que  permita  transformar  las  prácticas  pedagógicas  y  metodológicas en la formación de niños y jóvenes, de cara a las nuevas dinámicas del mundo.

Tres estudiantes en un computador.

Los modelos pedagógicos se centran en el aprendizaje de los estudiantes
Foto: Róbinson Henao

 

Constructivismo, una de sus bases

Por definición, las Ciencias del Aprendizaje son aquellas metodologías, tecnologías, investigaciones y adelantos científicos que sirven de apoyo al proceso de enseñanza y aprendizaje formal e informal.

Así mismo, constituyen un campo interdisciplinar con elementos de la educación, la psicología, las ciencias cognitivas, la informática, la inteligencia artificial y las neurociencias.

Y  una  de  sus  bases  es  el  constructivismo,  una  perspectiva  general  que  dirige  la  atención  hacia  dos  aspectos cruciales del aprendizaje: los factores sociales y los culturales.

Es un modelo pedagógico en el que los individuos son constructores de su propio aprendizaje, de la comprensión y de darle sentido a la información; todo esto por medio de la estructuración de sus capacidades cognitivas mediante la interpretación de sus experiencias.

Es así como los docentes deben brindar a sus pupilos las facilidades para crear sus propios conceptos con base en textos y experiencias. No se trata de enseñar bajo la modalidad clásica de pararse frente a un grupo de aprendices a impartir conocimiento, sino más bien proporcionar  el  material  con  el  que  los  alumnos  se  comprometen de forma activa con el aprendizaje. Las actividades ahora se constituyen por estos elementos:

La observación.
El acopio de contenido.
La generación y comprobación de hipótesis.
El trabajo colaborativo.

Un ejemplo de este último –el colaborativo– lo explica Gloria Álvarez, doctora en Educación de la Universidad de Salamanca y docente de la Universidad  Pontificia  Bolivariana en Medellín: “Un docente prepara algunas temáticas para darle a sus estudiantes un panorama global del curso que están a punto de comenzar, pero deja que sean esos alumnos quienes terminen de construir el curso. Cada estudiante debe responder por un contenido pero, a su vez, todos los contenidos deben ser coherentes con el objetivo general de ese grupo y ese curso”.

De esta forma se construye entre todo el grupo un hiperdocumento en donde también participa el docente, pero el estudiante lo configura con su propuesta. A lo largo del curso se debe evaluar en forma constante cuál de las propuestas tiene más afinidad a los objetivos. Esto significa que hay que hacer seguimiento y trabajar de forma permanente durante todo el itinerario.

Cada curso, entonces, se vuelve inédito, único y diferente.“Yo la llamaría una estrategia coherente en términos de trabajo colaborativo porque haces tu trabajo, pero debes seguir el hilo de los demás. En medio de la dinámica se hace una revisión de pares para verificar estructuras, contenidos y estrategias”, agrega la investigadora.

Una de las bases de las Ciencias del Aprendizaje es el constructivismo, un modelo pedagógico en el que los individuos son constructores de su propio conocimiento.

La importancia del trabajo en equipo

En este proceso los estudiantes adquieren conocimiento, formulan  conceptos,  construyen  hipótesis  que  se  complementan y modifican gracias a la interacción de las opiniones, percepciones e ideas de todos los miembros del equipo. De esta forma se construye el aprendizaje en la medida que cada uno aporta desde sus propias experiencias y procesos cognitivos para el logro de una meta común.Hay que comprender que los seres humanos no son islas, todos conforman una parte vital para el funcionamiento orgánico de la sociedad.

El aprendizaje no es simplemente el saber mucho o el conocerlo todo, sino que también es la puesta en práctica y la influencia que dichos conocimientos causan en el entorno y en la forma incluso de relacionarse para crecer con los demás.

Estudiantes, a cambiar su postura

El estudiante asume ahora un nuevo reto y es entender que se está formando en un mundo laboral que no sabe cómo va a ser, así que debe tener una fundamentación sólida sobre las bases de su profesión, las ciencias y el conocimiento humano para abordar de manera autónoma los cambios que afectan la vida cotidiana.

Eso quiere decir que ese estudiante debe ser el primer crítico y evaluador de su proceso. “Esto implica que la posición del estudiante, frente a su formación, es de responsabilidad. Ahora se trata de cuestionarse, ¿cómo me estoy preparando para ese mundo cambiante que evoluciona todos los días y del que aún no se tiene claridad en cómo será a futuro?”, explica el profesor Juan Guillermo Lalinde.

Y complementa: “El estudiante debe entender que la formación es un medio para su desarrollo personal, pero que  él  tiene  una  responsabilidad  muy  grande  en  ese  sentido. Desde la academia lo acompañamos con tutorías, talleres o prácticas, pero es él quien realmente tiene que asumir la responsabilidad de su formación”.

Un grupos de estudiantes en un salon haciendo un trabajo en equipo.

Las Ciencias del Aprendizaje hacen parte de un área emergente constituida, como otros campos, de forma interdisciplinaria.
Foto: Róbinson Henao

 

EAFIT de cara a estas nuevas metodologías

En la Universidad hay un par de aspectos fundamentales: la calidad del cuerpo profesoral y el apoyo institucional que reciben por medio de la Vicerrectoría de Aprendizaje y su Centro para la Excelencia en el Aprendizaje EXA, antes conocido como Proyecto 50.

En general, la característica predominante de los profesores de EAFIT es su fuerte compromiso con su labor, su capacidad para entender que, a partir de la innovación y la creatividad pueden transformar los procesos educativos.

El segundo punto está relacionado con el soporte institucional que tienen y que apareció con gran fuerza con la creación de Proyecto 50 en el marco de la celebración de los 50 años de la Universidad.

Esa iniciativa evolucionó casi una década después hacia lo que hoy es el Centro para la Excelencia en el Aprendizaje EXA que consolidó las experiencias que existían como EAFIT Virtual, el Centro Multimedial y todo el conocimiento en formación profesoral para beneficiar el objeto misional más grande que tiene la Institución y es la formación de profesionales, magísteres o doctores que con su accionar van a transformar la sociedad.

De igual forma, el reconocimiento a la función docente se evidencia con los cambios en la estructura organizacional que  permitieron  la  creación  de  la  Vicerrectoría  de  Aprendizaje, decisión que reflejó una decidida orientación institucional hacia el aprendizaje más que hacia los procesos de enseñanza.

En este sentido, existen numerosas iniciativas renovadoras en EAFIT, entre las que se destacan el proyecto Kratos y los semilleros de investigación. Ambas estrategias permiten que los alumnos adquieran competencias prácticas que les  proporcionan herramientas y relacionamiento para desempeñar su labor profesional con éxito.

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Los quinces de la Universidad de los Niños

Septiembre 10, 2020

Este año 2020 es de celebración para el programa de EAFIT que busca la apropiación social
del conocimiento científico en niños, jóvenes y mediadores educativos.


Andrés Felipe Giraldo Cerón, Colaborador.

Cuando se le pregunta a Ana María Londoño por la Universidad de los Niños (Uniños EAFIT), no duda en responder emocionada: “Es un proyecto providencial e imposible”.

Para explicar su punto, la jefa de  este programa de EAFIT pone un ejemplo: “Uniños parece irreal, ¿cuándo logramos que los doctores de la Universidad se sienten a hablar con los niños? Pero ¡sucede! Así como cuando logramos construir un Manifiesto por la Verdad  con  niños  para entregárselo a los comisionados y antiguos actores armados. Son 15 años de situaciones improbables diarias”.

Este año 2020, Uniños cumple 15 años como una de las más importantes apuestas de la Universidad EAFIT por la apropiación social del conocimiento científico  en  niños,  jóvenes  y  mediadores.

A lo largo de este tiempo ha ampliado y perfeccionado su oferta, ha tejido redes con investigadores, organizaciones y pares, y ha obtenido reconocimientos como el premio de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe (RedPop).

Pero, sobre todo, ha cambiado las vidas de cientos de niñas, niños y jóvenes. Ana María Londoño explica el alcance de los logros del programa y cómo cumplen una función vital de la Universidad: “Crear preguntas y ser un Este año 2020 es de celebración para el programa de EAFIT que busca la apropiación social del conocimiento científico en niños, jóvenes y mediadores educativos.laboratorio de innovación educativa y en apropiación social del conocimiento científico.  Hemos  experimentado,  nos hemos equivocado y aprendido gracias a un público muy exigente que reclama calidad todo el tiempo”.

Los futuros científicos

Aunque en sus inicios Uniños EAFIT se enfocó en niñas, niños y jóvenes, su oferta se ha expandido. Para Londoño, esta evolución se ha dado de manera orgánica  y  ha  servido  para  abrir  la  Institución: “No somos un programa de educación, pero caminamos en esa línea delgada que hay entre la apropiación social del conocimiento y la educación”.

¿Qué le deparará el futuro a Uniños? Para su jefa, cada vez se entiende más a qué se refiere la Universidad EAFIT cuando propone la investigación formativa como un proceso que empieza con los niños y termina en un grupo de investigación, en el que todos los eslabones de la cadena aportan conocimiento y forman públicos.

“En ese escenario, el programa funciona como engranaje y motor”, afirma.En  cuanto  a  los  retos  futuros,  asegura  que  la  Universidad  de  los  Niños debe pensar en los problemas de equidad de género en la ciencia y continuar trabajando para explorar nuevas  formas  de  comunicar  el  conocimiento.

Una mujer dandole dulces en la mano a niños

La decisión de construir hidroeléctricas de gran tamaño es cada vez más las comunidades y los problemas de orden público. Foto: Róbinson Henao

 

“Cumplir  15  años  no  es  lograr  lo  que se propuso en el año uno: es un presente continuo. Seguimos insis-tiendo en que la pregunta tiene un lugar importante en la sociedad, que las universidades deben abrirse a la sociedad, los investigadores pueden formarse para comunicar su conoci-miento y los maestros implementar didácticas cautivadoras en el aula para conversar sobre ciencia con sus estu-diantes”, concluye.

“Los investigadores pueden formarse para comunicar su conocimiento,  los maestros pueden implementar didácticas cautivadoras para conversar sobre ciencia con sus estudiantes”. Ana María Londoño, jefa de Uniños.

Las cifras de un programa exitoso

3217

Niñas y niños que han participado en las 3 etapas de la Universidad de los Niños, donde se ofrecen en promedio 640 cupos por año.

214

Jóvenes que han hecho parte de Proyectos de Ciencia, etapa de formación en investigación con 6 años de existencia.

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1522

Maestros escolares que han participado en diferentes estrategias de formación docente de la Universidad de los Niños.

181

Investigadores asesores que han acompañado los talleres de este programa de apropiación social del conocimiento de la Universidad EAFIT.

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537

Estudiantes de pregrado que se han formado en metodologías de educación y comunicación de la ciencia para acompañar a Uniños EAFIT.

357

Es el total de talleres diseñados y desarrollados a lo largo de la existencia de la Universidad de los Niños EAFIT.

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390

Instituciones educativas que se han vinculado al programa.

50

Proyectos se han diseñado y desarrollado en Medellín y Antioquia con la metodología de Uniños EAFIT.

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48

Ponencias y artículos de investigación publicados.

2

Libros publicados.

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Semilleros de EAFIT le apuestan a compartir su conocimiento

Marzo 22, 2021

En los proyectos de investigación formativa a cargo de los semilleros de investigación de la Universidad hay experiencias exitosas de apropiación social del conocimiento. Unos tienen una fuerte influencia de la línea que propone el trabajo con comunidades, otros apuntan más a la clásica divulgación de la ciencia.

Revista Universidad EAFIT.

 

nfografía sobre salud mental con datos estadísticos sobre trastornos mentales, ansiedad, depresión y bipolaridad en el mundo y Colombia.

Aspecto de algunas piezas para redes sociales creadas dentro del proyecto y dirigidas a un público general. Grupo de investigación al cual está adscrito el semillero: Estudios en Psicología, de la Escuela de Humanidades. Foto Róbinson Henao

 

Evidenciar los estigmas sobre los trastornos mentales

Investigar sobre las percepciones que se tienen de las enfermedades crónicas y cómo los hábitos de vida saludables tienen un impacto en la calidad de vida de quienes viven con ellas ha ocupado buena parte del trabajo del semillero de investigación Psicosalud.

Su último proyecto fue Cambiando el estigma social acerca de los trastornos mentales en estudiantes universitarios: una intervención basada en normas sociales. Estuvo enfocado al planteamiento y realización de un estudio fundamentado en la teoría de normas sociales, con el propósito de disminuir el estigma social frente a los trastornos mentales.

Los integrantes del semillero se propusieron comprender qué tanto el estigma social podía comprenderse como una norma social. Encontraron que gran parte del estigma se da por la ignorancia sobre qué son los trastornos mentales y su afectación, además de la percepción que otros podrían pensar acerca de alguien que tiene un desorden de ese tipo.

Con base en lo encontrado hicieron una intervención virtual que consistió en piezas gráficas que compartieron en sus redes sociales sobre qué tan comunes son los trastornos y los síntomas de algunos de ellos.

También desarrollaron sesiones virtuales de encuentro con estudiantes de EAFIT en las que se brindó información y se compartieron testimonios de personas con diferentes diagnósticos, con el ánimo de generar una discusión sobre el estigma frente a los trastornos mentales.

“Hasta el momento solo logramos llevar a cabo una prueba de concepto, en tanto fue difícil hacer la convocatoria a las sesiones de forma virtual, en un momento en el cual ya muchas personas estaban agotadas frente a la virtualidad del año anterior, pero los datos obtenidos en las entrevistas nos hacen pensar que es un camino promisorio para socializar cuáles son los estigmas frente a estos trastornos”, explicó la profesora asesora, Mariantonia Lemos Hoyos, quien hace parte del Departamento de Psicología.

Grupo de personas realizando trabajo de campo en una zona árida con vegetación dispersa.

Foto: Róbinson Henao

 

Seminarios nocturnos con habitantes de La Tatacoa

Bajo la unión de tres proyectos de investigación, y teniendo como eje central a los estudiantes del semillero de Paleontología, EAFIT participó en la construcción del edificio y la colección de fósiles del Museo de Historia Natural del desierto de La Tatacoa (departamento del Huila).

Este trabajo se hizo en conjunto con el líder social de la región Andrés Vanegas, el Smithsonian Tropical Research Institute, la Universidad del Norte y la Universidad del Rosario.

Durante un mes, los estudiantes del semillero estuvieron, en las mañanas, haciendo cartografía geológica en el desierto y colectando fósiles para luego ordenarlos en la colección del museo.

En las noches, junto a paleontólogos de Colombia, Francia, Perú, Estados Unidos y Venezuela, compartieron sus experiencias con la población de La Victoria en seminarios que llamaron “Paleo-noches”.

En estas reuniones dialogaron con la comunidad sobre la importancia de la riqueza geológica y paleontológica de la región para entender el actual cambio climático y la formación de las cordilleras colombianas. “Esta experiencia de alrededor de tres años –dice el profesor asesor del semillero, Andrés Leonardo Cárdenas Rozo– demostró a los habitantes de La Victoria y a los estudiantes que hacer ciencia es excitante, que las conversaciones alrededor de la ciencia generan tejido social, algo indispensable en un país con tantos conflictos como Colombia; también, que cualquier persona puede llegar a la ciencia y que ella es necesaria para la solución de los problemas contemporáneos”.

Investigación sobre Industria 4.0 recorre eventos internacionales

Factores que influyen en la adaptación de la Industria 4.0 a la gestión del mantenimiento en las empresas colombianas. Ese fue el proyecto que realizó el semillero de investigación en Mantenimiento de EAFIT (SIME) bajo una metodología cualitativa que utilizó la entrevista como herramienta fundamental para la construcción de conocimiento.

En su desarrollo, se tuvo un diálogo amplio con expertos de gran trayectoria en el área de mantenimiento de diferentes sectores de la industria, y que compartieron sus datos y experiencias para resolver la problemática planteada.

“Esta construcción colaborativa permitió que los resultados encontrados se basaran en datos y experiencias reales y cotidianas en el mantenimiento industrial”, afirma el profesor coordinador, Gustavo Adolfo Villegas López. El proyecto obtuvo el reconocimiento en la competencia de #IOPPposter, de la editorial IOP Publishing, certamen de posters de investigación que se llevó a cabo en la plataforma Twitter, lo que permitió que la comunidad científica a nivel mundial pudiera realizar sus aportes a través de comentarios y resolver dudas a las investigaciones participantes y así construir en conjunto el conocimiento.

El mismo proyecto recibió el reconocimiento en la Feria de Semilleros de EAFIT 2020 como ganador en la categoría de Tecnologías Emergentes e Industria 4.0, Ciudades y Sostenibilidad. En el Encuentro Internacional de Semilleros de Investigación, organizado por la Universidad Nacional, el proyecto se presentó y sustentó en vivo por YouTube: la ponencia fue preseleccionada para ser publicada en una revista científica.

Finalmente, participaron en el Encuentro Internacional de Pensamiento Educativo, organizado por la Universidad de La Salle. El resultado fue positivo, pues su ponencia será publicada en un capítulo de libro que está en proceso de evaluación.

Grupo de personas de diferentes edades utilizando computadoras portátiles en un aula de formación digital.

El semillero realizó talleres de capacitación a la comunidad sobre el uso de técnicas narrativas para la escritura de relatos de memoria histórica. Foto: Róbinson Henao

 

Empoderamiento de las víctimas para defender acuerdos de paz

Solo en un municipio del Oriente antioqueño ganó el “Sí” para apoyar al acuerdo de paz que firmarían el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la entonces guerrilla de las Farc: Alejandría.

En las demás poblaciones de la región, la mayoría la obtuvo el “No”, pese a que todos los pueblos sufrieron los más fuertes embates posibles de la violencia del conflicto armado.

¿Qué pasó en Alejandría? Semanas antes del plebiscito realizado el 2 de octubre de 2016, las dos organizaciones de víctimas de la localidad empezaron a dialogar con los habitantes del pueblo y a hacer reuniones para explicar el contenido de los acuerdos con las Farc y las implicaciones para el país.

Esa labor de pedagogía por la paz la realizaron integrantes de la Asociación de Mujeres Víctimas Cabeza de Familia (Amuvicafa) y la Asociación de Víctimas de Alejandría (Asovival).

Su tarea fue posible, entre otras razones, por el fortalecimiento que tuvieron ambos grupos y la legitimidad que ganaron dentro de la comunidad, en especial luego de trabajar durante dos años con el semillero de Narrativas Periodísticas en reconstruir la historia de la confrontación armada en esa municipalidad, distante 90 kilómetros de Medellín.

En la investigación, líderes e integrantes de los grupos de víctimas participaron en la definición del proyecto, planearon y realizaron con los estudiantes de Comunicación Social de EAFIT el trabajo de campo, y fueron coeditores con ellos de la información recopilada. Este proyecto, titulado Memoria y esperanza: reconstrucción de la historia del conflicto armado en el municipio antioqueño de Alejandría desde las víctimas, fue distinguido por la Universidad en 2016 con el “reconocimiento a la investigación [de un semillero] con impacto social”

Estudios sobre desarrollo y vínculo con organismos internacionales
Desde su fundación en 2012, el semillero de investigación Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo ha contribuido al estudio interdisciplinar del desarrollo, en particular sobre países emergentes.

Con la guía y acompañamiento de la profesora asesora, María Alejandra González Pérez, apoyó –por invitación de la Cancillería colombiana a la Universidad EAFIT– el proceso de transición de la Agenda 2015 a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que propuso Naciones Unidas. Para sensibilizar a las personas sobre esa nueva agenda, dos de sus integrantes, en nombre del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se desempeñaron como talleristas en las regiones de Colombia.

El semillero ha brindado apoyo administrativo y logístico a cursos realizados en EAFIT por diplomáticos comerciales de la región y de Naciones Unidas, en los que se han abordado cuestiones referidas a temas políticos, sociales y económicos de América Latina y el Caribe. También ha apoyado la logística de las cátedras de Pacto Global que promueven las prácticas empresariales orientadas al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Como parte de su estrategia de apropiación social del conocimiento, han participado en la competencia anual Ideas for Action, en la que jóvenes de todo el mundo contribuyen al diseño de la agenda de desarrollo internacional.

La profesora María Alejandra González resalta que “en estos ocho años de existencia, los miembros del semillero han adelantado diversas investigaciones, entre las que destaca su proyecto actual en el que analizan las experiencias de recuperación de crisis globales a través de la historia, para identificar estrategias de recuperación sostenible tras la pandemia de COVID-19”. De igual forma, la docente destaca el proyecto de 2019: un libro que tiene por título El crecimiento económico y la biodiversidad: dos caras de la misma moneda, que será publicado próximamente.

Seminarios nocturnos con habitantes de La Tatacoa

El Semillero de Investigación en Narrativa y Hermenéutica Literaria entiende la apropiación social del conocimiento en doble vía: “Lo que va de la universidad a la sociedad y, en dirección inversa, lo que viene de la sociedad hacia nosotros como investigadores y académicos”.

En relación con la primera vía, el semillero quiso que los resultados de sus experimentos en investigación–creación fueran parte visible de la producción cultural de Medellín, por lo que diseñaron fanzines digitales y crearon el podcast Monstruosa Radio.

Del mismo modo, participaron en conversatorios y ponencias virtuales donde públicamente reflexionaron sobre las diferentes fases de las pesquisas y los hallazgos que lograron.

El segundo camino, como explica el profesor asesor Juan Pablo Pino Posada, adscrito al Departamento de Humanidades, hace del semillero un escenario abierto a las dinámicas sociales y a la constitución heterogénea de sus integrantes.

Carla, una mujer en una casa rodante, lleva un viejo sombrero de fieltro australiano mientras enfrenta la presión de su violento esposo y la desaparición de su cabra Flora.

Esta imagen hace parte de uno de los fanzines creados por el semillero para incentivar la lectura. Foto: Róbinson Henao

“Estudiantes de posgrado y egresados investigan y crean de manera colaborativa con estudiantes de pregrado –manifiesta el profesor Pino–, de tal suerte que estos últimos se forman también en la interacción con eafitenses que trabajan ya en empresas, instituciones educativas o centros culturales de la ciudad y que, por tanto, traen su experiencia del campo laboral y la ponen a resonar con la actitud exploratoria y de laboratorio propia de los semilleros”. Su más reciente proyecto se tituló Alice Munro y las representaciones literarias de la vida buena.

Metodologías financieras en tiempos de pandemia

Los estudiantes del pregrado en Finanzas, Juan Pablo Galeano Naranjo y Sebastián Brand Aristizábal, realizaron la investigación Cálculo de la prima de riesgo en el caso colombiano: un enfoque práctico, como parte del trabajo que adelanta el semillero de investigación Bufete Financiero.

La profesora asesora, Lina Marcela Cortés Durán, manifiesta que el proyecto explora metodologías y variables que permiten calcular la prima de riesgo de mercado (PRM) de forma práctica para el caso específico colombiano. Para ello, realizaron una revisión comparativa entre las metodologías tradicionalmente utilizadas para dicho cálculo y otras alternativas que han venido tomando fuerza en la teoría financiera.

Este análisis es relevante ya que la PRM es un factor esencial a la hora de tomar de decisiones de inversión y financiación, valorar proyectos y empresas, y para el análisis de fusiones y adquisiciones empresariales.

“Los jóvenes investigadores se vieron motivados a realizar este estudio ya que, como estudiantes de Finanzas, se han percatado de que, en un mercado como el nuestro, a veces la información disponible para la toma de decisiones es poca y algunos modelos tradicionales requieren de muchos datos y variables económicas y financieras. Además, en momentos de crisis en los mercados de capitales o como la generada por el COVID-19, algunas metodologías para el análisis financiero no funcionan bien”, explica la docente Lina Marcela Cortés.

Con este proyecto, los autores obtuvieron una calificación meritoria en el XIX Encuentro Departamental de Semilleros y participaron del XXIII Encuentro Nacional de Semilleros de Investigación.

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Preguntar, jugar, conversar y experimentar, la brújula de Universidad de los Niños

Marzo 22, 2021

Este programa de EAFIT para niños, niñas y adolescentes es referente en apropiación social del conocimiento. Las dos coordinadoras que ha tenido el programa dialogan sobre cómo se construyó y desarrolló esta iniciativa, así como las claves de su éxito.

Andrés Felipe Giraldo Cerón, Colaborador.

La creación de la primera Universidad de Niños en Tubinga (Alemania), en 2002, supuso una ruptura en la idea de “universidad”.

Era una nueva variable en una ecuación educativa de vieja data, una desafiante pregunta al concepto y a la configuración de la educación superior y su conexión con otras etapas de la formación de una persona.

En la actualidad, existen numerosas iniciativas educativas y de comunicación de la ciencia que se reconocen como “universidades de los niños”, cada una con sus particularidades.

Sin importar su enfoque, coinciden en objetivos misionales que fueron consignados en el Libro Blanco publicado por la Red Europea de Universidades de los Niños (Eucunet): facilitar el encuentro entre la infancia y la comunidad universitaria, fortalecer la curiosidad y el pensamiento crítico, comunicar qué es una universidad y cuál es su papel en la sociedad, hacer de las universidades espacios abiertos y receptivos, acercar a los niños y niñas a las ciencias, y facilitar a los jóvenes la comprensión de sus opciones educativas en el futuro.

Aunque populares en Europa, las universidades de los niños son escasas en América Latina. De hecho, la Universidad de los Niños EAFIT (Uniños) es un referente regional.

Este programa inició en el año 2005, cuando el entonces rector de la Universidad EAFIT, Juan Luis Mejía Arango, le formuló la idea a Ana Cristina Abad, en ese momento jefe del Departamento de Comunicación y Cultura.

El proyecto pretendía ser un experimento con motivo de los 45 años de la Institución, pero resultó tan exitoso que ya completó 15 años.

Impacto en 15 años de existencia

33.699 niños y niñas en actividades que estimulan la curiosidad (3.458 en campus).

Cerca de 2800 maestros escolares y mediadores en estrategias de formación.

250 profesionales en investigación como asesores en experiencias de aprendizaje.

569 estudiantes de pregrado formados en metodologías de educación y comunicación de la ciencia.

Aproximadamente 360 talleres diseñados y realizados.

572 instituciones de educación básica y media vinculadas

Casi 50 proyectos desarrollados en la ciudad y el departamento.

48 ponencias y artículos de divulgación.

¿Cuáles han sido las claves que han llevado a la Universidad de los Niños EAFIT a convertirse en un programa líder en la ciudad y el país? Ana Cristina Abad, su primera jefe –hoy Gerente de Comunicaciones e Identidad Corporativa del Grupo Sura e integrante del Consejo Superior de EAFIT– y Ana María Londoño, su líder actual, conversan sobre el origen y desarrollo del programa, su filosofía, logros, avances, dificultades y problemas.

Ellas hacen un recorrido por esos 15 años de aquella relación antes inédita entre niños, niñas y adolescentes con investigadores, la ciencia y otras formas de conocimiento.

Este programa de EAFIT para niños, niñas y adolescentes es referente en apropiación social del conocimiento. Las dos coordinadoras que ha tenido el programa dialogan sobre cómo se construyó y desarrolló esta iniciativa, así como las claves de su éxito.

Entre la educación y la comunidad científica

La Universidad de los Niños EAFIT se planteó en sus orígenes para conectar la universidad con la educación básica y los maestros. ¿Qué tanto ha logrado eso?

Ana Cristina Abad: Es tan evidente lo que se ha logrado que tiene ya 15 años. Con las gafas puestas de ese primer momento, veíamos que había un problema en la forma como estaban llegando los chicos a la universidad.

Nos inquietaba conocer sus vacíos y entender las desconexiones entre lo que pasaba y le interesaba al colegio, y la educación superior.

De ahí partimos y con el tiempo se han construido relaciones y establecido finalidades que en principio no estaban claras, pero que ahora, con la dirección de Ana María, quizá tomaron forma.

En Colombia tenemos una educación por estancos o cajas, un asunto de nuestro sistema educativo que de alguna manera Uniños suaviza promoviendo un vínculo más fluido entre las habilidades sociales para la vida y las habilidades investigativas para niños y jóvenes.

Dos mujeres conversando en un entorno natural con árboles y plantas.

Ana Cristina Abad (izquierda) y Ana María Londoño han liderado en dos momentos la Universidad de los Niños, programa que ya tiene 15 años de vida. 

Foto: Róbinson Henao

 

¡Y cuidado!, este no es un programa de mercadeo: es de apropiación social de la ciencia y el conocimiento. Si bien tenemos casos de éxito maravillosos de egresados de Uniños que estudian en EAFIT, hay otros jóvenes que decidieron estudiar en otras instituciones, pero que conservan la impronta de Uniños.

Ana María Londoño: Hemos entendido la complejidad de cambiar esa visión de la educación por estancos. Por eso nos hemos acercado a la educación básica y media, y para nosotros ha sido fundamental tratar de entendernos. Cuando nos acercamos a una institución educativa, lo hacemos en distintos niveles: con el rector, los coordinadores y los profesores; eso ha permitido que todos comprendamos cómo funcionamos y cómo articularnos.

Un símbolo de esta conexión es el grupo de maestros escolares con el que realizamos talleres. Vivimos experiencias bellísimas que buscamos que sean replicadas en sus colegios, y lo hacemos desde que iniciamos el programa. Claro, hemos puesto en marcha muchos experimentos y cambios a medida que aprendemos y entendemos el escenario, pero los maestros han estado ahí desde el primer momento como aliados, replicadores, críticos y cómplices. Así hemos tejido esos lazos de los que habla Ana Cristina.

Uniños se mueve en la delgada línea entre la educación y la comunicación de la ciencia. ¿Qué preguntas le ha propuesto a la educación?

Ana María Londoño: Las primeras preguntas sobre el formato Uniños, esto es, tener a la infancia en un campus diseñado para adultos, las formulamos en ese entonces de la mano de Tita Maya [Luz Mercedes Maya Agudelo, pedagoga y formadora a través de la música y las expresiones artísticas; dirigió el Colegio de Música de Medellín y creó la Corporación Cantoalegre y la Fundación Secretos para Contar].

Allí se definió cómo íbamos a estar dentro de las aulas, pero haciendo de ellas espacios de interacciones diversas. Y el formato taller nos permitía eso. Además, ritualizamos esos talleres, lo cual es algo muy importante que también hicimos con Tita y la pedagogía Waldorf [propone al estudiante ser activo en su propio aprendizaje, individualiza el proceso educativo, integra a las familias, y fomenta la creatividad, el espíritu crítico y las competencias artísticas].

Construimos esos talleres con gestos y símbolos, como son el círculo, tener bitácoras, darle la palabra a los niños y ponerlos en interlocución con los investigadores. Son maneras con las que cuestionamos la clase tradicional y las formas para acercarnos al conocimiento. Un gran cuestionamiento que le hicimos a la educación fue elegir precisamente la pregunta como eje para la metodología Uniños.

A esta decisión llegamos a través de un trabajo de campo que hizo Ana Cristina cuando formuló el proyecto y la experiencia del exrector Juan Luis Mejía como educador y Secretario de Educación. El objetivo siempre ha sido partir del interés, el asombro, la curiosidad y los cuestionamientos que los niños le plantean al mundo.

Ana Cristina Abad: Yo agrego el pensamiento crítico. Los niños no son cajas vacías que uno va llenando como si se estuvieran acumulando fichas. El pensamiento crítico cuestiona la perversidad de la meritocracia, la acumulación de títulos sin consciencia. Esa es una de las grandes preguntas que le ha hecho la Universidad de los Niños al sistema educativo. Una educación para el pensamiento crítico implica pensar en quién estamos formando como individuo y como ciudadano político en el gran sentido de la palabra.

Hoy necesitamos más que nunca, en este momento de crisis humanitaria y crisis pandémica, compromisos y conciencias críticas, personas que tengan capacidad de hackear el sistema, de hacerle preguntas al maestro, de permitirse ampliar otros horizontes posibles basados en su curiosidad. Esa ha sido una de las grandes tareas de Uniños.

Ana María Londoño: Para nosotros fue fundamental el planteamiento del libro Frankenstein educador, de Philippe Meirieu.

Ana Cristina Abad: Ese libro fue revelador. ¡No estamos formando robots ni llenando un álbum de láminas! Estamos construyendo seres pensantes, curiosos, críticos, con consciencia ambiental y social. Ahora, Uniños entrega una manera de observar para que el sistema educativo se pueda repensar, pero no es la panacea.

Bajo las dificultades a las que se enfrenta hoy un profesor, más aún en tiempos de pandemia, con los contextos y las realidades de cada niño, no es fácil la curiosidad ni en la educación pública ni en la privada. Lo más interesante de este programa es eso, que está viendo al niño sin los estereotipos socioeconómicos.

Ana María Londoño: La invitación que le queremos hacer a los maestros no pasa por decirles “esto se hace así” porque Uniños, como laboratorio, funciona diferente a realidades complejas en las que algunas cosas no funcionan. El asunto no es qué le preguntamos a la educación, sino qué nos preguntamos sobre la educación y de qué manera esa pregunta ha nutrido el programa, la conversación y el diálogo con los maestros, con los investigadores, y de qué forma estos encuentros cambian la percepción y prejuicios sobre cómo es un auditorio de niños.

Niños en una actividad con sombras de la luz.

Las etapas de Uniños son: Encuentros con la pregunta, Expediciones al conocimiento, y Retos y proyectos de ciencia. Foto: Róbinson Henao

 

¿Qué preguntas le ha propuesto Uniños a la comunicación de la ciencia?

Ana Cristina Abad: Con Uniños, lo que estamos diciendo es que la investigación no solo se hace en la universidad. Una pregunta frente al mundo también la puede hacer un niño y esa curiosidad es válida para la ciencia.

Tú puedes ir construyendo un camino, una conciencia crítica, una relación con la pregunta, una relación a partir de la conversación con tus maestros que te lleve a, por qué no, en un futuro relacionarte de una manera genuina con la investigación y que sea menos estigmatizada como una posibilidad de “gente con cierto tipo de competencias y capacidades”.

En ese ejercicio nos parecemos un poco a esa institución par que es el Parque Explora, porque buscamos mostrar que la ciencia también es divertida y que una pregunta se puede formular desde lo cotidiano.

Hoy, más que nunca, la comunicación de la ciencia debería ser un tema de conversación más que un tema de estudio que nos permita a todos aprender de la ciencia.

Cuando hablo de comunicación de la ciencia me refiero a tener conversaciones transversales con ella: es la ciencia y la música, la ciencia y las artes, y también la ciencia como ciencia per se. Es decir, no está allá en una urna de cristal para cierto tipo de personas, sino un modelo de comunicación democrático.

Ana María Londoño: La democratización del conocimiento es clave. La pregunta es cómo abrimos la universidad para mostrar sus maravillas, pero también para poner en evidencia sus humanidades, subjetividades y debilidades. Ahí tenemos una de las cosas más bellas del programa: esos momentos en los cuales los niños ponen en jaque a las investigaciones científicas y a personas que llevan muchísimos años en su proceso de investigación.

Pero esa es apenas una parte de la historia. Del otro lado, tenemos aquello que el niño trae y se lleva para compartir. Cuando nos acercamos a la conceptualización que hizo la Red Europea de Universidades de los Niños trabajamos mucho con un esquema que presenta cómo una universidad de los niños abre un mundo de conversaciones de corte científico en el entorno de vida del participante.

Ese diálogo no se limita a lo que pasa en el taller. Ahora, también hemos entrado en diálogo con las discusiones nacionales y regionales sobre la comunicación de la ciencia. En este tiempo nos hemos preguntado por la práctica, gestión, producción y distribución del conocimiento científico para plantear problemas y proponer alternativas, estrategias, formatos y mediaciones que nos vayan acercando al complejo concepto colombiano de apropiación social del conocimiento.

Nosotros nos hemos pegado de las precisiones a las que ha llegado el país sobre apropiación social del conocimiento para plantearnos preguntas, para intentar llegar a más personas, contar quiénes son los investigadores, desmitificar su figura e intentar nuevos formatos. Se trata de leer sensiblemente nuestro contexto, capitalizar lo que tenemos en la Universidad y ponerlo en circulación, pero también ser críticos y permitir que la universidad sea cuestionada, interpelada, que haya debate... ¡Eso también es abrir la universidad!

Finalmente, también hemos aportado en el marco de las políticas públicas. Ese es un proceso mucho más lento, pero interesante. Minciencias reconoce que Uniños escogió a un público desatendido dignificando la relación que tienen los niños y los jóvenes con la ciencia y sumando a un formato que lleva más de 20 años en Colombia que es el programa Ondas, el cual tiene como objetivo impulsar a niños, niñas y jóvenes a desarrollar actitudes y habilidades para encontrar opciones en la ciencia y la investigación.

El objetivo siempre ha sido partir del interés, el asombro, la curiosidad y los cuestionamientos que los niños le plantean al mundo.

Un proyecto de emociones

Hasta el momento, ¿cuál ha sido el legado que Uniños ha construido para EAFIT, la ciudad y el país?

Ana María Londoño: Posicionar a los niños como interlocutores, como actores, como productores de conocimiento. Esa ha sido una batalla que hemos dado defendiendo su presencia en los espacios de discusión académica y de participación ciudadana. Y eso ha cambiado la opinión y percepción de estudiantes, investigadores, empleados y muchos actores sociales.

Ana Cristina Abad: Para responder, quiero recordar a Jorge Wagensberg. Él fue uno de los grandes teóricos que usamos para construir la metodología. En una ocasión nos visitó y nos entregó su libro El gozo intelectual con esta frase escrita: “Que siempre la incertidumbre te sea favorable”. Uno de los legados que tiene este programa es ese; aunque tiene una ruta, un norte, mantiene cierto matiz de incertidumbre que le permite explorar. Eso es un legado interesantísimo: no estar lleno de certezas, tener algo de incertidumbre.

Ana María Londoño: Otro legado es su metodología que se ha construido a pulso con las personas, la práctica, las lecciones aprendidas, las conversaciones. Se basa en cuatro pilares: la pregunta, el juego, la conversación y la experimentación. En la práctica, esos cuatro elementos se ponen en funcionamiento para crear experiencias y contenidos. Veo en esa metodología una buena brújula. Con la pandemia nos tuvimos que reconstruir, pero con la ayuda de esa brújula ganamos sentido de orientación, principios y arraigo. Implicó movenos entre la tradición y la novedad, eso nos permitió hacer giros interesantes.

Ana Cristina Abad: En una conversación hermosa que tuvimos en la Universidad con Beatriz Restrepo, esa gran filósofa de esta ciudad que fue tan valiosa para la educación, se planteaba lo importante de poner en el seno de la conversación al niño y al joven, como decíamos ahora, como un ser autónomo y legítimo. Ese es un legado del programa porque es precisamente lo que hace Uniños.

¿Qué objeto o recuerdo representa mejor su experiencia con Uniños? ¿Cuál es la historia detrás de ese recuerdo?

Ana María Londoño: El mío es una colección de lápices que elaboramos y que representan la oportunidad de escribir “a lápiz”. Eso es algo que valoro mucho de Uniños: he podido escribir, borrar, volver a esquematizar, dibujar encima y pasarles resaltador a las ideas porque Uniños permite la experimentación. De todos los lápices escogí el que sacamos con motivo de los 45 años de la Universidad EAFIT. Si hay una ocasión especial, elaboramos un lápiz especial. Para mí es un ritual y un objeto poderoso.

Ana Cristina Abad: Si pienso en Uniños, recuerdo personas. Para mí, el programa es una conjunción de voces disímiles, contrastantes, una sinfonía de chispazos emocionales e intelectuales, un grupo de trabajo increíble que al principio estaba en el Departamento de Comunicación y Cultura, y que recibió todo el apoyo de los directivos de ese momento, principalmente del rector, Juan Luis Mejía Arango.

También tengo recuerdos hermosos de los primeros investigadores que trabajaron con nosotros, como Juan Diego Jaramillo, Daniel Velásquez y Juan Darío Restrepo, quienes nos creyeron con una fe mística porque no había nada, solo un experimento física e intelectualmente nuevo para la Universidad. La lista es gigante, todos se acercaron como orbitando a este planeta y siempre le encontraron sentido.

El científico y divulgador español Jorge Wagensberg fue una gran inspiración y apoyo. También debo reconocer el apoyo de la Universidad de Viena y ese equipo maravilloso que formó Eucunet. Todos los que hemos hecho parte de Uniños le hemos encontrado esa mística que produce trabajar con investigadores, maestros escolares, talleristas y niños y jóvenes. Ese es mi gran recuerdo, la trayectoria de personas que han hecho posible que esto tenga 15 años. ¡Lo digo con mucha satisfacción!

¿Qué debería pasar en los próximos 15 años en Universidad de los Niños?

Ana María Londoño: Nos hemos interesado profundamente por la incidencia en el sistema educativo y científico. Realmente tocar el aula de clase es una meta. Dinamizar la relación de la Universidad con el entorno familiar, llegar a la sala, a la conversación cotidiana es una meta insesante del programa.

Articular más actores diversos sobre la necesidad de que nuestra sociedad tenga como base el conocimiento, y que esta visión articule a las universidades aún más con sus contextos y actores. A través de los proyectos que hemos realizado con aliados vamos cumpliendo algunos de esos sueños y abrimos camino para más oportunidades: alianzas interinstitucionales, encuentros de diversas generaciones, municipios de Antioquia, entre otros.

Ana Cristina Abad: Compartimos sueños y visiones, hemos hablado de llegar a la ruralidad y tener más acciones en la política pública de educación. También hay un reto frente a la capacidad del programa: si uno de los límites que tenemos es la cantidad de participantes que podemos recibir, qué bueno que otras universidades pudieran tener este mismo programa para que más niños y jóvenes puedan participar en proyectos de comunicación de la ciencia.

También hay un reto frente a la juventud. Es difícil ese período de no ser ni niño ni adulto. ¿Qué le pasa a la juventud de este país? ¿Dónde está? ¿Por qué los jóvenes deciden hacer lo que hacen? Cuando entran a una universidad, ¿qué se están imaginando? Y eso que imaginan, esos sueños, ¿se cumplen cuando terminan su formación?

Ana María Londoño: También hemos tenido un sueño loco: ir a las cárceles, los hospitales…

Ana Cristina Abad: Ese ha sido un sueño desde el principio, tenemos una deuda social inmensa con la gente que ha tenido mayores límites y dificultades para sobrevivir. ¿Cómo insertar la metodología y el programa en espacios y contextos que habitan las personas menos favorecidas? ¿Y las cárceles, los hospitales, las instituciones para el cuidado de la salud mental?

Ana María Londoño: Esos son sueños que hemos tenido por mucho tiempo y que son alicientes para seguir trabajando en los próximos 15 años.

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Tendencias y retos para unir conocimiento científico y saber social

Marzo 22, 2021

El V Encuentro de Investigadores de EAFIT permitió conocer experiencias internacionales y de la propia Universidad en el área de apropiación social del conocimiento, así como analizar cómo y por qué es necesario profundizar el diálogo ciencia–sociedad.

Juan Gonzalo Betancur, Editor Revista Universidad EAFIT.

EAFIT han realizado una importante cantidad de proyectos en los que la sido exitosa la interacción de sus académicos y científicos con la sociedad. Su objetivo ha sido tan sencillo como profundo: involucrar a personas, organizaciones y comunidades no científicas en los procesos de generación de nuevo conocimiento, así como acercarlos a los resultados mismos de las investigaciones.

Las experiencias van desde programas de alto impacto como Universidad de los Niños hasta series radiales como la titulada Con la ciencia en la cabeza o la exposición Incomprendidos, que en 2019 unió la biología y la física en un montaje didáctico y lúdico.

También se han realizado y se siguen haciendo eventos culturales como la Serieclub Cuatro Ojos, que analiza algunas de las series de televisión más populares del momento, y las obras de teatro y los conciertos didácticos sobre ciencia que pusieron a personajes como Sócrates o Galileo como protagonistas.

Y, por supuesto, los proyectos de investigación de hondo calado que también han tenido componentes fuertes de apropiación, como la Expedición Colombia BioAnorí, que descubrió para la ciencia 14 nuevas especies de animales y plantas; Sin bata y con botas, diálogo de saberes en el Parque Natural Nacional Las Orquídeas y, más recientemente, las Georutas graníticas en el Museo Histórico del municipio de El Peñol.

Trabajos como esos, y muchos otros realizados en todas las escuelas de la Universidad, han evidenciado la responsabilidad de investigadores que, desde la planeación misma de los proyectos, han incluido momentos de interacción e intercambio de saberes y experiencias con comunidades o públicos diferentes a los de su círculo especializado.

En ese sentido, hay un camino ganado en la perspectiva de avanzar en esa relación. Pero, ¿cómo profundizar ese diálogo ciencia–sociedad y llevarlo a tantos otros proyectos de descubrimiento y creación que podrían tenerlo?

Esta pregunta fue uno de los ejes articuladores del V Encuentro deInvestigadores de EAFIT, realizado el 16 de febrero de 2021. La reunión permitió discutir sobre las tendencias y retos en torno a la apropiación social del conocimiento y proponer una reflexión que busca motivar a que la labor investigativa vaya también en esa línea de acción.

Hacer transferencia del conocimiento

"Lo que queremos con este espacio es tener la posibilidad de dialogar activamente alrededor del poder de investigar, de preguntarnos, de hacer transferencia de conocimiento y poder, a través de la indagación, ir más allá", manifestó Claudia Restrepo Montoya, rectora de EAFIT, en la apertura de este encuentro académico.

El evento se realiza cada semestre bajo la organización de la Vicerrectoría de Descubrimiento y Creación, como un espacio de encuentro y conversación entre todos los actores que participan en las labores de investigación dentro de la Universidad.

El vicerrector encargado de Descubrimiento y Creación, César Tamayo Tobón, resaltó la pertinencia de la discusión y expresó que "una las formas en que podemos medir la madurez de las instituciones y las organizaciones en su actividad de descubrimiento y creación es con la seriedad que se toma la apropiación social del conocimiento. EAFIT ha recorrido un camino más o menos largo, ya llevamos casi una década en que empezamos a volcarnos hacia todos estos procesos".

En dos conversaciones con profesores que conocen del concepto y lo han llevado a la práctica, se abrió un debate que se espera continúe dentro de los distintos grupos de investigación que tiene no solo la Universidad, sino otras instituaciones de educación superior y centros de investigación. A continuación, las principales conclusiones de esos diálogos.ica primero. Esas escalas de tiempo corresponden a dicho propósito”.

EAFIT estructura su propio esquema de trabajo

Como parte de su responsabilidad al generar conocimiento científico y artístico, la Universidad EAFIT empezó a definir el que será su “Subsistema de apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación”. La estrategia va más allá de responder a los lineamientos que ya empezó a trazar el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación; en realidad, surgió de la convicción institucional de darle la importancia que merece a la relación ciencia–sociedad.

El documento que define esta propuestra de trabajo es claro en afirmar que “todo grupo social que se precie de ser democrático debe garantizar que la ciudadanía incida y participe en las dinámicas de gestión, producción y aplicación del conocimiento”. Por eso, convoca a la empresa, al Estado, la academia y la sociedad civil a dialogar e intercambiar sus saberes, conocimientos y experiencias, “promoviendo entornos de confianza, equidad e inclusión para transformar sus realidades y generar bienestar social”.

Para Ana María Londoño, jefe de la Universidad de los Niños de EAFIT y articuladora del subsistema, uno de los primeros pasos hacia esa meta es conseguir que en todo proceso de investigación sea transversal el componente de la apropiación, pues esto puede movilizar una cultura institucional que tenga por principio que al investigar se involucre a la sociedad como un actor relevante y legítimo.

Objetivos del subsistema

El documento Sistema de Descubrimiento y Creación – Sembrar interacciones para generar conocimiento, elaborado por la Vicerrectoría de Descubrimiento y Creación, establece que son cinco:

 Analizar las estrategias de apropiación social del conocimiento de los proyectos de investigación de la Universidad y acompañar a los grupos de investigación para desarrollar e implementar sus estrategias.

Ejecutar proyectos de apropiación en las distintas dimensiones que incluye el concepto (comunicación, participación ciudadana, intercambio y gestión del conocimiento, transferencia).

Participar y aportar en la constante discusión frente al concepto de apropiación social del conocimiento, su puesta en marcha en el contexto local y en la formación de los actores involucrados en su ejercicio.

En articulación con el Sistema de Aprendizaje, formar capacidades en los investigadores en formación de la Universidad EAFIT en relación con la apropiación social del conocimiento.

5.Evaluar los procesos de apropiación adelantados en la Universidad.

Con la creación del subsistema, la Universidad busca facilitar, promover y favorecer la apropiación social del conocimiento que genera la Institución para consolidar los medios, estrategias, mediaciones y mecanismos de interacción con la sociedad. Incorporar sus visiones y aportes a la investigación científica ayudará a dar cumplimiento a lo que EAFIT declara como su propósito superior: “Inspiramos vidas e irradiamos conocimiento para forjar humanidad y sociedad.

Ideas para una reflexión: Los invitados especiales al Encuentro de Investigadores

Un sentido crítico sobre el ecosistema informativo digital

“Las innovaciones tecnológicas son altamente flexibles a partir de lo digital y eso también posibilita hablar de apropiación. Al ser flexibles, la sociedad crea nuevos usos que no vienen predeterminados por la gran industria. En las redes sociales hay un montón de pequeños modelos muy interesantes de apropiación que van proliferando. Esto nos lleva a pensar la información de otra manera: como lograr que la nuestra sea buena, precisa y que logre dar una respuesta al usuario. Tenemos que partir de un pensamiento crítico sobre el contexto en el que estamos operando porque, si no lo hacemos, el esfuerzo de apropiación puede venir permeado por vicios propios del proceso actual de información y comunicación mediado por tecnologías, y al final no se logrará avanzar”.

Carmen Gómez Mont (México), doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM con orientación en comunicación e innovaciones tecnológicas.

La tendencia hoy es llegar a los públicos no cautivos

“Una de las tendencias en esta materia se refiere a la búsqueda de los ‘no públicos’ porque ya tenemos unos públicos cautivos para la divulgación, popularización o apropiación de la ciencia, entre los que están las escuelas, los docentes y personas en general que poseen cierto interés previo sobre cuestiones científicas. Las tendencias internacionales de los últimos años intentan llegar a los públicos no cautivos: a poblaciones indígenas, de trabajadores...

Y hacer cocreación de exhibiciones, exposiciones cientificas, con ciertas poblaciones que naturalmente no estarían apeladas por los procesos de comunicación de la ciencia. Esa es una tendencia necesaria, difícil, pero creciente”.

Diego Golombek (Argentina), investigador, divulgador de la ciencia, autor de varios libros que acercan el conocimiento científico al ciudadano del común.

Científicos también tienen que apropiarse de los “otros”

“Hay que hablar de este tema porque no solo la sociedad necesita entrar en diálogo con los científicos. Los diferentes modos de producción de conocimiento que hemos tenido hasta ahora nos indican que las comunidades científicas también tienen que apropiarse de esos ‘otros’ conocimientos y entrar en diálogo con ellos, con esas ‘otras’ formas de entender el mundo.

En esos diálogos es donde está es quid del asunto, el punto clave de la apropiación. De otro lado, hemos pensado mucho la apropiación desde las ciudades, desde los centros urbanos, y estamos en pañales en pensar cuáles son las maneras de hacer ejercicios de apropiación, coproducción y comunicación desde la ruralidad”.

Sandra Daza Caicedo (Colombia), consultora en comunicación y apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación.

El reto de responder, ¿eso para qué sirve?

“Está muy bien que existan distintos tipos de investigadores: los que quieren profundizar en el conocimiento hiperespecializado que permite avances y transformaciones que, a la larga, inciden en la vida cotidiana de todos; pero también es importante que otros investigadores nos aproximemos a la gente común y corriente. Solo le veo ventajas a que podamos trabajar en una conexión directa con la gente, pues es un ir y venir entre lo que pensamos, producimos y elaboramos desde la universidad, y las preguntas que nos hacen afuera, la forma en que cualquiera nos reta cuando salimos y nos interroga diciendo: ¿y eso para qué sirve?”.

Marda Zuluaga Aristizábal, psicóloga, doctora en Ciencias Sociales y Humanas, profesora de la Escuela de Humanidades de EAFIT.

Una vía para ayudar a transformar el país

“Muchas personas consideran que llevar nuestro conocimiento académico a las comunidades es como lanzarlo en suelo infértil. Esa posición me parece prepotente y arrogante. Creo que la única forma de transformar un país, una sociedad, es llevando conocimiento de calidad a todas las comunidades. Si usted habla con cualquier niño de una escuela, sea campesino o de la ciudad, encuentra que absorbe esa información muy fácil. Me parece vital poder entregar un conocimiento de calidad sin subestimar a nadie. En gran medida, en nuestros proyectos nos preocupamos por eso, utilizando obviamente un lenguaje adecuado para cada público. Esa es, también, una forma de ayudar a romper barreras sociales”.

Juan Fernando Díaz Nieto, biólogo, doctor en Ecología, Evolución y Comportamiento, profesor de la Escuela de Ciencias de EAFIT.

Insertar la ciencia en un mundo dominado por el entretenimiento

“Divulgar la ciencia es un reto porque uno se inserta en el mercado de los contenidos y en la competencia por ganar la atención de las personas en momentos como el actual, donde es tan fuerte la idea de entretenimiento: si uno quiere competir con una serie audiovisual entretenida, quizás no salga bien librado. Lo que hay que hacer es descubrir las oportunidades, realizar productos con un lenguaje más cercano al entretenimiento. Ese es un reto para la academia, los profesores y científicos porque esa no es la lógica de la ciencia. Igualmente, el camino puede estar en generar experiencias en las personas; por ejemplo, con realidad virtual y realidad aumentada hay mucho por explorar en ese sentido”.

Agustín Patiño Orozco, comunicación social, encargado de estrategias de producción y divulgación de contenidos en la Universidad de los Niños.

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Una apuesta por la ciencia al servicio de las comunidades

Marzo 22, 2021

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento. La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

Agustín Patiño Orozco, Colaborador.

La viceministra de Talento y Apropiación Social del Conocimiento, Sonia Esperanza Monroy Varela, lo deja claro desde el comienzo: “Cuando uno habla de apropiación, en general, se está hablando de uso, de aplicar algo, de hacerlo propio. La apropiación social del conocimiento va mucho más allá de la divulgación científica, es un concepto asociado al uso y la aplicación de conocimientos científicos y tecnológicos. Las preguntas son: ¿cómo estamos aplicando el conocimiento que generamos? Y, ¿cómo estamos poniendo a dialogar diferentes formas de generar conocimiento?”.

Durante el primer año de actividades del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias, antes Colciencias), el Gobierno Nacional avanzó en la elaboración de un primer borrador de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que enmarcaría el diseño de programas y estrategias científicas para Colombia en la próxima década,

En esa línea, en el primer semestre de 2020 Minciencias puso a consideración de los diferentes actores del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación (SNCTI) los lineamientos de otra política que subyace a esa: la de apropiación social de conocimiento. Con ella se busca, según la viceministra Monroy, “fortalecer una cultura científica incluyente que valore y gestione el conocimiento, y propicie el diálogo de saberes para mejorar la calidad de vida de los colombianos”.

Para ella, esto representa definir una línea para el país: “Es una apuesta por el diálogo de saberes y el intercambio entre diversos actores sociales, de forma que se generen nuevos conocimientos que puedan ser utilizados en la solución de problemáticas locales, regionales y nacionales. En eso queremos hacer la diferencia”.

En diálogo con la Revista Universidad EAFIT, la funcionaria explicó cómo se están diseñando estas políticas públicas, sus elementos centrales y las acciones de Minciencias en la línea de fortalecer la cultura científica en el país. En el V Encuentro de Investigadores de EAFIT, celebrado el 16 de febrero de 2021, la viceministra presentó igualmente estas ideas a la comunidad científica de la Institución.

Viceministra Sonia Monroy. Foto: Róbinson Henao

La apropiación social del conocimiento es uno de los ejes de la propuesta de Política Nacional de Ciencia, Tecnología en Innovación. De hecho, Minciencias viene construyendo una política pública específica para este tema. ¿Qué nos lleva como país a apostarle a la apropiación social como concepto clave del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Llevamos una década bajo el marco de la Estrategia Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, lo que nos ha permitido ser líderes latinoamericanos en el diseño de políticas en torno a este concepto. Sin embargo, el diagnóstico al que hemos llegado es que en nuestro país tenemos bajos niveles de apropiación social del conocimiento, el cual entendemos como un proceso que involucra gestión, producción y aplicación de conocimiento convocando al diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

Desde este viceministerio buscamos construir una nueva política pública que incluya a todos los actores del sistema de ciencia y tecnología, que promueva el fortalecimiento de capacidades regionales en ciencia, tecnología e innovación, de tal manera que diversas comunidades sean capaces de aplicar conocimientos científicos y generar proyectos de investigación y acción participativa en los que trabajen junto a investigadores y científicos para solucionar retos específicos locales. El diseño de esta nueva política de apropiación social del conocimiento inicia con la formulación de los lineamientos para la misma, los cuales fueron puestos a consideración de todos los actores del sistema a través de una consulta pública virtual en los meses de mayo y junio de 2020.

Recibimos muchos comentarios de universidades, empresas y asociaciones de la sociedad civil, y esos insumos nos permitieron revisar los lineamientos en mesas de trabajo internas de Minciencias y con diversos actores de la academia y el sector empresarial. En octubre logramos obtener el documento que consagra la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, el cual esperamos formalizar y finalmente publicar en 2021”.

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento. La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

¿Cómo se estructura esa política nacional sobre apropiación social del conocimiento?

“Desarrolla cinco líneas estratégicas que enmarcan, en primer lugar, los procesos de apropiación social de conocimiento y el trabajo con comunidades; segundo, los espacios para generar apropiación, donde se propicia el intercambio entre los actores del sistema a través de mesas de trabajo, simposios, eventos científicos, diálogo de saberes, entre otros; en tercer lugar están las capacidades para la apropiación, esto implica el monitoreo, mapeo de experiencias y la cualificación de prácticas en apropiación en torno a ciencia, tecnología e innovación; también está la investigación con enfoque de apropiación, donde ampliamos y damos mayor ponderación a los productos de apropiación social del conocimiento dentro del sistema de medición de grupos de investigación de Minciencias.

Por último, está el tema de gestión para descentralizar la apropiación. Ahí es importante el papel de las universidades que, además de generar nuevos conocimientos, los pueden difundir y apropiar junto a diversas comunidades a través de proyectos de investigación, extensión y proyección social; y, por su puesto, a través de sus programas académicos”

Colombia tiene bajos niveles de inversión en ciencia, tecnología e innovación y los recursos para apropiación social del conocimiento pueden no ser la prioridad, ¿cómo promover la apropiación en los proyectos de investigación?

“Minciencias lidera dos programas específicos para promover procesos de apropiación social del conocimiento y trabajo con comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas.

Uno de ellos es Ideas para el cambio y el otro es A ciencia cierta. Durante 2020, A ciencia cierta destinó recursos por 2.700 millones de pesos en 30 comunidades del país.

Aunque estamos hablando de proyectos pequeños, son ejemplo de cómo una comunidad, trabajando en conjunto con investigadores y científicos, puede integrar conocimientos de diversa índole y logra aplicarlos en la solución de un problema específico.

Hombre de camisa azul con gente de fondo

Foto: Róbinson Henao

Por otro lado, cada vez más los procesos de apropiación social del conocimiento son un requisito para acceder a la inversión pública en ciencia y tecnología, de forma que, además de generar conocimiento, hay un incentivo para que los investigadores desarrollen productos de apropiación en sus proyectos. Además, estos productos han incrementado su importancia relativa en nuestro modelo de medición de grupos de investigación. De esta manera, buscamos priorizar recursos para apropiación social del conocimiento y disminuir las brechas regionales en capacidades de ciencia y tecnología”.

¿Cuáles han sido los aprendizajes del primer año de gestión de Minciencias?

“El ministerio tiene dos viceministerios: el de Conocimiento, Innovación y Productividad, y el de Talento y Apropiación Social del Conocimiento. Quisimos que la arquitectura institucional reflejara, por un lado, los temas de investigación y generación de nuevos conocimientos y, por otro, todo lo relacionado con formación de capital humano, desarrollo de capacidades regionales y apropiación social del conocimiento.

Durante 2020 trabajamos sobre la hoja de ruta establecida por la Misión de Sabios a finales de 2019. Sus recomendaciones fueron a corto, mediano y largo plazo, así que en el primer año de Minciencias priorizamos dos recomendaciones: una que tiene que ver con gobernanza del SNCTI, y otra que tiene que ver con la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Frente a la primera recomendación, desarrollamos un proyecto de decreto de gobernanza del SNCTI, el cual sometimos a un proceso de diálogo y retroalimentación con los actores del sistema y se encuentra en revisión por parte de Función Pública y el área jurídica de la Presidencia de la República.

Con este decreto se crearía un Concejo Nacional de Política de Ciencia, Tecnología e Innovación para orientar nuestras políticas públicas en esas materias con perspectiva a largo plazo de los desarrollos científicos y tecnológicos. También se crearía el Consejo Científico, conformado por 10 científicos asesores del Gobierno Nacional para la toma de decisiones basadas en la evidencia y el conocimiento científico. También modificaría a los consejos departamentales de ciencia, tecnología e innovación que son presididos por los gobernadores y tienen un papel importante en identificar y priorizar las necesidades de cada región en esas áreas.

En cuanto a la política nacional, Minciencias, junto a Planeación Nacional, desarrolló un borrador de documento Conpes que esperamos poner en discusión con todos los actores del sistema en 2021 y así consolidar nuestra apuesta de país en materia científica y tecnológica a 2030”.

¿Cómo fue el proceso de conversación con los actores de SNCTI para la elaboración de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Para construir el borrador contábamos con insumos importantes: el libro de la Misión de Sabios; los planes estratégicos de cada uno de los 13 programas nacionales de ciencia y tecnología; y el Libro Verde 2030 “Política Nacional de Ciencia e Innovación para el Desarrollo Sostenible”.

Además, hay que tener en cuenta que desde 2020 Colombia es miembro formal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), y eso nos permite acceder a las tendencias en estas áreas de los 37 países miembros. Teniendo en cuenta lo anterior, y por su alcance, decidimos formular la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030 como un documento Conpes.

Esto nos permitió involucrar a todos los ministerios, puesto que todos los sectores sociales necesitan de la ciencia, la tecnología y la innovación, pero es Minciencias quien tiene la función primordial de coordinación interministerial, regional y sectorial en estas materias en el país.

Después de construir el borrador de este documento Conpes, realizamos 15 diálogos para poner esta política en consideración de todos los actores del sistema. Realizamos mesas de trabajo en cada una de las seis regiones en las que el país está dividido según el Sistema General de Regalías, y que contaron con la participación de universidades, empresas, asociaciones de la sociedad civil y entidades públicas locales. También realizamos diálogos con niños, niñas y adolescentes, representantes del sector empresarial, exintegrantes de la Misión de Sabios y exdirectores de Colciencias, entre otros”.

A grandes rasgos, ¿en qué consiste la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030?

"Esta es una política con enfoque incluyente y diferencial, dado que somos un país de regiones y que existen grandes brechas en materia de capacidades para la ciencia y la tecnología entre unas regiones y otras. Por esa razón, la política presenta un plan de acción en seis ejes:

Generación de conocimiento, donde hablamos de los proyectos de investigación y de la infraestructura tecnológica que se requiere para generar nuevos conocimientos.

Formación de capital humano: ahí tenemos en cuenta la promoción de vocaciones científicas en niños, niñas y adolescentes, y cómo articular toda la cadena, desde esos niños que sueñan con ser científicos hasta los investigadores que buscan desarrollar estancias posdoctorales, pasando por los jóvenes investigadores y los estudiantes de pregrado, maestría y doctorado. Además de la formación, está el tema de inserción laboral de ese capital humano.

El uso del conocimiento, donde hablamos de las condiciones para innovar y emprender, de la trasferencia de conocimiento entre universidades y sector productivo, de las nuevas tecnologías y la Cuarta Revolución Industrial.

Apropiación social del conocimiento que tiene que ver con cómo hacer una ciencia más inclusiva, que genere impacto social y que promueva una cultura científica y tecnológica. Ahí hablamos de la comunicación pública de la ciencia, de cómo acercar la ciencia al ciudadano; y hablamos de apropiación social, entendida como un proceso de gestión, valoración y aplicación del conocimiento, donde se busca integrar las diversas formas de conocimiento, incluyendo los ancestrales y tradicionales, y cómo entran en un diálogo de saberes con los conocimientos científicos y empíricos.

La gobernanza, donde promovemos el proyecto de decreto que ya mencioné.

Financiación de la ciencia y la tecnología: este gobierno se puso la meta para 2022 de duplicar la inversión en ciencia y tecnología con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) acercándonos a niveles del 1,5%. Sin embargo, esa meta no es fácil de cumplir. El presupuesto es insuficiente para todas las necesidades que tenemos, así que urge definir otras estrategias para estimular esa inversión”.

¿Qué estrategias se han planteado para empezar a acercarnos a los niveles de inversión pública y privada en ciencia y tecnología de los países de la Ocde que están alrededor del 2% del PIB?

“Este tema hace parte de las conversaciones con Planeación Nacional, pero por lo pronto sabemos que no vamos a cumplir la meta de duplicar nuestra inversión a 2022 si no hacemos algo desde ya.

Entre las estrategias que hemos contemplado está hacer uso de inversiones en el marco de gasto de mediano plazo; y también ver cómo los otros ministerios, con los rubros que tienen destinados para investigación, se puedan enlazar con las estrategias lideradas por Minciencias. También está el tema de cooperación internacional, es decir, cómo promover el desarrollo de proyectos conjuntos con otros países donde nosotros ponemos recursos, pero ellos también.

Un aspecto clave son las alianzas público-privadas, donde el Estado jalona recursos del sector privado para investigación. También está el porcentaje de regalías y todo lo relacionado con la banca multilateral. Pero, más allá de duplicar la inversión en ciencia y tecnología en el corto plazo, la meta del Gobierno es lograr un financiamiento sostenible de todo el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación”.

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El desafío de usar el conocimiento para mejorar la sociedad

Marzo 22, 2021

Desde la Misión de Sabios de los años 90, hasta la nueva política que presentará el Gobierno Nacional, el concepto de “apropiación social del conocimiento” se ha posicionado en Colo​mbia para definir el empeño por democratizar la ciencia. Enfoques para el debate sobre esta idea.

Diana Milena Ramírez, Colaboradora.

Para algunos investigadores todavía resulta llamativo, y hasta problemático, que en Colombia se insista en denominar el interés por que la sociedad participe de la ciencia, la tecnología y la innovación bajo el concepto de apropiación social del conocimiento. Ello, sobre todo, porque no es un término ampliamente usado en el mundo y puede derivar en muchas interpretaciones que hacen más complejo medir su impacto en las comunidades.

Sin embargo, por su trasegar, esta forma de nombrar dicho acercamiento del conocimiento a las personas y a los grupos sociales se mantiene a través del tiempo. La definición más actualizada para entender a qué se refieren quienes hablan de apropiación social del conocimiento en Colombia se puede apreciar en el documento que traza los lineamientos para la nueva política de apropiación que divulgó en 2020 el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias).

Esta dice: “La apropiación social del conocimiento que se genera mediante la gestión, producción y aplicación de ciencia, tecnología e innovación, es un proceso que convoca a los ciudadanos a dialogar e intercambiar sus saberes, conocimientos y experiencias, promoviendo entornos de confianza, equidad e inclusión para transformar sus realidades y generar bienestar social".

Según el investigador James Alberto Morales Chinca, coordinador del Proceso de Innovación Social de la Universidad de Antioquia, esta definición “se propone como una alternativa que permite acercar la ciencia y la tecnología a la sociedad, de tal manera que la misma sociedad pueda utilizarlas para apoyar la resolución de las problemáticas que existen en los territorios”.

El término se ha renovado. Primero se llamó apropiación social de la ciencia y la tecnología; después, empezando el siglo XXI, apropiación social del conocimiento; y, recientemente, apropiación social del conocimiento, la tecnología y la innovación. Sin embargo, mantiene la esencia de los ideales que plantearon los primeros investigadores que lo acogieron en los años 80 y que luego, en los 90, se establecieron en la primera Misión de Sabios instaurada por el gobierno de César Gaviria cuando quiso preparar al país para el mundo globalizado.

Cada vez toman más fuerza las iniciativas que buscan que la relación cienciasociedad sea más cercana y como una forma de alimentar a ambos sectores.

Foto: Róbinson Henao

 

Por ejemplo, en el informe de Rodolfo Llinás y Eduardo Posada Flórez titulado Ciencia y Educación para el Desarrollo, de la Colección de Documentos de la Misión, se recomienda establecer la primera política de apropiación social de la ciencia y la tecnología para el país. Ahí se indica que esta “es una estrategia –no una propuesta– de cambio social y cultural”.

Como un concepto rector de políticas para acercar la ciencia a las comunidades, se acogió definitivamente en 2005, cuando se planteó el diseño de la primera. Luego, en 2010, se generó el primer documento.

Y el hito más reciente es el de 2020, cuando se actualizaron los lineamientos, bajo el concepto de apropiación social del conocimiento. Proyectos que se inscriben en este campo, como Universidad de los Niños EAFIT, trabajan desde la perspectiva de esta estrategia.

“Entendemos que hay que garantizar la participación en la gestión, en la producción y en el debate sobre el conocimiento científico, y eso se logra a través de estrategias de apropiación social. Es una dimensión política de la ciencia en que se reconoce a la sociedad como una interlocutora legítima”, explica Ana María Londoño Rivera, jefe de Universidad de los Niños. 

¿Es igual a polític​a de divulgación?

Algunos académicos insisten en que por más que se haya tratado en Colombia como un concepto que trasciende las políticas de divulgación científica –es decir, aquellas que buscan que las personas tengan una percepción positiva de la ciencia y la tecnología para que se acerquen a esta– la apropiación social del conocimiento se inscribe en las mismas.

“Surge en el marco de discursos de divulgación científica y, hasta donde se puede saber, se acoge en Colombia. De ahí se va extendiendo a Iberoamérica y ha ido ganando fuerza con los años. Aunque se quiere diferenciar la apropiación de la divulgación, como si fueran cosas encontradas, cuando uno mira los textos se da cuenta de que a veces se tratan como iguales”, puntualiza el académico Jorge Manuel Escobar, docente investigador del Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM), de Medellín.

Es un asunto sobre el que se han empleado diferentes denominaciones, como lo explica el profesor de EAFIT Daniel Hermelin Bravo en uno de sus trabajos sobre políticas de divulgación de la ciencia.

“En Colombia ha habido una serie de estudios recientes que se han ocupado de las relaciones entre los diseños de políticas, la participación ciudadana en ciencia y tecnología, y los modelos en los que se sustentan. En dichos estudios se usan, para referirse al mismo problema o a problemas similares: comunicación pública de la ciencia y la tecnología, apropiación social de la ciencia y la tecnología (ASCyT) y popularización de la ciencia y la tecnología”.

Esa falta de delimitación es, para algunos, un asunto que hace muy complejo comprender el concepto y medir el impacto de las políticas de apropiación social en el país. Y, también, dificulta entender cómo participa la sociedad de estos procesos. Por eso sugieren cambiarlo.

La nueva política se propone generar procesos de apropiación social que fortalezcan la cultura científico-tecnológica y que permitan gestionar un conocimiento que mejore la calidad de vida de los colombianos.

Lo importante es el vínculo ciencia-sociedad

El profesor Óscar Felipe García, director del Centro Internacional de Investigación en Innovación Social de la Universidad de Guadalajara, en México, quien conoce el trasegar de esta definición en Colombia, considera que sigue siendo abstracta.

“El sistema mexicano ha venido transformándose. No le llama apropiación social sino innovación social, que es el término que recoge la apropiación social. Este último, en sí mismo, no garantiza que se dé una solución. La apropiación social significa que lo planteado gustó, pero no significa que es lo que la comunidad necesitaba. Puede haber programas sociales muy bien recibidos por una comunidad, pero que no son basados en evidencia, que incluso pueden hacer más daño que bien. El concepto debe ampliarse a si realmente la apropiación es efectiva, genera impacto y es adecuada. Se debe trascender a cómo funciona en un marco científico aplicado, riguroso, pero acorde con las necesidades de los contextos, y que genere un cambio cultural importante”, expresa.

Ana María Londoño Rivera agrega que el término no excluye a Colombia en la búsqueda de objetivos similares de los que establecen otros países cuando se trata de promover la participación de la sociedad en asuntos de ciencia, tecnología e innovación: “Es un fenómeno de nuestra manera de usar el lenguaje, pero no de entender cómo se relaciona el vínculo entre ciencia y sociedad. Hay ejemplos latinoamericanos de apropiación social del conocimiento, así estén enmarcados dentro de otra sombrilla conceptual; y, por supuesto, los encontramos también en Estados Unidos y Europa”.

Enfoque territorial, nueva perspectiva

Una de las características de la nueva propuesta del Gobierno para mejorar la relación de la sociedad colombiana con el conocimiento científico, y que pretende subsanar las discusiones, es el enfoque territorial.Este tiene en cuenta que la apropiación depende de los contextos.

Desde esta perspectiva, Minciencias apunta a mejorar los que se considera indicadores bajos de apropiación, que de hecho fueron punto de partida importante para su diseño.

Entre otras, se referencian investigaciones según las cuales hay una muy baja participación de la ciudadanía en procesos de ciencia, tecnología e innovación; así como un desarrollo de capacidades en investigación y desarrollo muy pobre en los departamentos (solo seis lo han hecho).

Personas en charla en una calle

Foto: Róbinson Henao

 

También, se menciona como una preocupación que los recursos invertidos en convocatorias de apropiación social del conocimiento solo representaron el 0,7 % del total del presupuesto de Colciencias entre 2011 y 2018.

Pese a la declaración de la política de buscar mejorar estos indicadores, Jorge Manuel Escobar insiste en que la nueva política se queda corta en la medición efectiva de la forma en que se invierten los recursos. También señala que falta delimitar cómo participa la sociedad en los procesos de ciencia y tecnología: “Sigue siendo simplemente funcional para el propósito de mejorar la productividad”.

Otros investigadores, por el contrario, consideran que la renovación sí resuelve parte de los problemas de interpretación del concepto y de enfoque de la política, sobre todo porque se declara la participación de la sociedad. “Uno de los elementos fundamentales para generar procesos de apropiación es la participación, que ella desate una innovación transformativa: quedó al menos mencionado y eso es muy importante. Se cambia el enfoque hacia la divulgación de la apropiación por el de la forma en que se puede generar ese resultado. Va muy de la mano con los temas de innovación social. No se deja de lado la competitividad, pero se piensa en el apoyo a las problemáticas territoriales y que esa solución convoque a diferentes actores para que generen capacidades”, indica el profesor James Alberto Morales Chinca.

Una co-construcción del conocimiento

La jefe de la Universidad de los Niños EAFIT, quien participó en el comité asesor de estos lineamientos, es optimista sobre el nuevo alcance que persigue la apropiación social del conocimiento en Colombia: “Tiene deudas, pero avanza en aspectos importantes como el de proponer una definición, que de alguna forma neutraliza el debate. Esa declaración formaliza lo que el Ministerio espera lograr”.

También, resalta que se incluyera la confianza como un principio (porque da una dimensión humana al concepto), la descentralización de las acciones hacia los territorios y la promoción de la investigación en apropiación social, que motivará a los investigadores. Con mayor o menor expectativa de lo que pueda lograrse en el futuro desde esta nueva forma de acercar a los colombianos a la ciencia, cada uno de los académicos destaca como un avance que dicha actualización del concepto ponga al país a pensar en ello.

Porque, dicen, sin el apoyo ciudadano es muy difícil mejorar la sociedad a través del conocimiento. Al fin de cuentas, como concluye el profesor Daniel Hermelin, la apropiación social del conocimiento también se propone promover una confrontación sana de saberes entre los científicos y los conocimientos de las comunidades y de las organizaciones sociales, lo que conlleva a una co-construcción del conocimiento. Y eso acerca y beneficia tanto a los investigadores como a la sociedad civil.

10 experiencias a las que hay que seguirles la pista

Parque Astronómico La Punta. Argentina. Se dedica a la enseñanza y al aprendizaje de conceptos fundamentales de la astronomía a todo tipo de públicos.

Sala de Ciências del Sesc de Taguatinga Norte. Brasil. Promueve la consciencia del público sobre las implicaciones del cambio climático, a través de talleres, charlas, observaciones y experimientos.

Museo Interactivo de Osorno. Chile. Promueve que en escuelas urbanas y rurales se apropie la ciencia y su aplicación en situaciones prácticas, por medio de 20 módulos interactivos en diferentes áreas del conocimiento.

Parque Explora. Antioquia, Colombia. Promueve la cultura científica y ciudadana por medio de experiencias interactivas, charlas, obras de teatro y actividades para diferentes públicos.

Museo de Electricidad. Perú. Además de contar de manera lúdica e interactiva la historia de la electricidad y su funcionamiento, ofrece talleres de electricidad y robótica para niños y adolescentes.

Universidade Júnior (U. Jr). Portugal. Programa de educación para estudiantes de básica y secundaria que les permite iniciarse en la investigación en diversas áreas del conocimiento.

Junge Uni Bonn. Alemania. Proyecto de la Universidad de Bonn que ofrece una experiencia de inmersión en la ciencia y la investigación para niños y adolescentes.

Red de Investigación Escolar de Medellín y Antioquia. Colombia. Fomenta la discusión en torno a la investigación en la escuela y al rol que tienen los maestros en este proceso.

Cactus Santander. Santander, Colombia. El Proyecto Apropiación Social del Conocimiento en Salud (Cactus) promueve escenarios para democratizar la ciencia y que las personas den uso práctico al conocimiento generado en las investigaciones en salud.

AproCiencia. Tolima, Colombia. Proyecto de la Universidad del Tolima y la Gobernación de ese departamento que acerca la ciencia a los niños con prototipos que viajan en maletas didácticas y aulas interactivas.

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