El valor social de las organizaciones, bajo el análisis de Bien Plus

Mayo 2, 2022

Atender la inquietud de uno de los grandes grupos del sector comercial del país llevó a varios investigadores de la Universidad EAFIT a crear un método de medición y gestión del impacto que este tipo de empresas tiene en la sociedad. El propósito ahora es aplicarlo a diversas instituciones.

Colaborador: Juan Diego Restrepo E.

Medir el impacto en la sociedad es una aspiración que tienen aquellas organizaciones que ven más allá de las simples transacciones de compraventa de servicios y productos. Para aquellos que tienen claro ese objetivo, los balances de pérdidas y ganancias no son suficientes para expresar sus resultados, sobre todo cuando tienen programas que le añaden valor a sus labores.

¿Cuánto aportan socialmente aquellas iniciativas que impulsan las organizaciones, relacionadas con la nutrición infantil, la formación de los jóvenes y el comercio sostenible, por reseñar algunas de ellas? ¿Y cómo se reflejan ese tipo de intervenciones en su reputación y sostenibilidad?

Preguntas como esas gravitaban alrededor del Grupo Éxito, un conglomerado del sector comercial de grandes superficies que tiene entre su portafolio varios programas que promueve entre empleados, proveedores y clientes. Se trata con ello de generar nuevas oportunidades y de aportar al crecimiento del país.

Para resolver esas dudas, el grupo empresarial, bajo el liderazgo de su gerente general, Pablo Montoya Dávila, buscó respuestas en la Universidad EAFIT. Su propósito era que investigadores de diversas disciplinas les ayudaran a medir los impactos, tanto positivos como negativos, de sus iniciativas sociales con el fin de mejorar procesos y ser más asertivos en sus decisiones.

​"¿Cuál es el retorno para la sociedad de las iniciativas sociales y ambientales de la compañía y en cuáles estratégicamente deberían enfocarse?".

De esa búsqueda surgió Bien Plus (o Bien+), un modelo de medición del valor del bien público de las organizaciones creado por diez investigadores de diferentes áreas del conocimiento en su proceso de darle respuestas claras a las preguntas que tenían en el Grupo Éxito sobre sus iniciativas sociales.

La pregunta de la que partieron fue la siguiente: ¿cuáles el retorno para la sociedad de las iniciativas sociales y ambientales de la compañía y en cuáles estratégicamente deberían enfocarse? Para responderla, se conformó un grupo interdisciplinario integrado por profesores y estudiantes asistentes de los programas de Administración y Economía, liderados por el profesor emérito, Jesús Botero, y la jefe de la Maestría en Sostenibilidad, María Alejandra Gonzalez-Perez, y comenzó a trabajar bajo un proyecto cofinanciado por el Grupo Éxito y la universidad.

Las inquietudes de este conglomerado comercial reflejan la importancia que ha cobrado el concepto de sostenibilidad empresarial y sus iniciativas de cara a la sociedad, que el Grupo Éxito promueve a través de iniciativas que generan valor, “con el propósito de nutrir de oportunidades a Colombia a través de la promoción del crecimiento económico, el desarrollo social y la protección ambiental", se lee en su sitio web.

Dada esa especial relevancia, se creó la necesidad de medir los impactos de las iniciativas que promueven para identificar no solo qué se está haciendo bien o mal, sino aquello que esté dando un mejor valor público para optimizar sus procesos y ampliar sus beneficios.

El grupo de trabajo –cuenta Mery Tamayo, profesora e investigadora del área de Mercados y Estrategia Financiera– se articuló con el equipo de Sostenibilidad del Grupo Éxito y se inició un proceso de diseño de la investigación, seguido por la recolección de datos primarios con las diferentes áreas de esa organización, para responder las preguntas que se habían planteado.

Poco a poco se fue consolidando el proceso de investigación y la creación del modelo de medición y gestión Bien Plus, que se define como “un modelo de medición del valor público generado por las organizaciones como un instrumento de evaluación y orientación de la estrategia de sostenibilidad".

Después de varios meses de trabajo, se lograron resolver varias de las inquietudes del Grupo Éxito y sus hallazgos se le presentaron a la junta directiva. Ahora, se plantea avanzar en una segunda fase del proyecto, en la que se deben abordar nuevas mediciones y fortalecer el equipo investigador.

 

“Los resultados de esta investigación tienen el potencial de promover la gestión sostenible y permitir usar criterios de valor social al elegir, negociar, aliarse o favorecer a determinados socios o programas", resume un documento de presentación de Bien Plus.

“Hasta ahora no se ha aplicado a otras empresas, pero esa es la intención que tiene la universidad. En la medida que se aplique a más organizaciones, se valida más el método y se pueden hacer comparaciones". Mery Tamayo, profesora e investigadora  del área de Mercados y Estrategia  Financiera de EAFIT.​

​Nuevos h​orizontes

Los resultados alcanzados por el grupo de investigadores de Bien Plus fueron entregados al Grupo Éxito, pero el método desarrollado quedó bajo la tutela de EAFIT. Su adaptabilidad a diferentes contextos lo hace versátil y susceptible de ser aplicado “en diferentes países, pues al aplicar datos y estadísticas macroeconómicas de cada país con las particularidades de cada organización, permite obtener unos resultados más precisos", se lee en uno de los documentos del proyecto.

Es un modelo de medición y de gestión que se fortalecerá con nuevas aplicaciones, y que, de generalizarse, permitirá consolidar un marco de referencia integral para el análisis del impacto que una organización tiene sobre la sociedad y la naturaleza. “Hasta ahora no se ha aplicado a otras empresas –agrega la investigadora Tamayo– pero esa es la intención que tiene la universidad. En la medida que se aplique a más organizaciones, se valida más el método y se pueden hacer comparaciones".

Adicional a su proyección empresarial, Bien Plus se ha convertido en un aporte valioso de EAFIT en otros aspectos, de acuerdo con informes que resumen el proyecto: "Ha vinculado conocimientos interdisciplinarios, ha fomentado la formación de investigadores jóvenes en el equipo de trabajo y busca consolidar una comunidad académica en la región, pues ha realizado algunas discusiones sobre el tema con pares académicos de algunas universidades públicas y privadas".

Hay una fuerte expectativa por seguir desarrollando este modelo. “Si la universidad lograra hacer este trabajo más sistemático, tendría mucho valor", resalta Tamayo. “Es un ejercicio muy bonito: es aplicar la academia a temas empresariales; es una cuestión multidisciplinar; es un desarrollo de una metodología en una universidad que puede ayudar a las empresas; y porque podríamos hacerlo más universal".

Por ahora, desde EAFIT se trabaja en lograr la patente de Bien Plus y, además, se reflexiona internamente en el grupo de investigación en qué tendrían que hacer para volverse más eficientes y ofrecerla a más organizaciones para contribuir en la optimización de sus iniciativas y ayudarles a priorizar cuáles serían los programas que les generaría más rentabilidad y reconocimiento social.

En resumen, se plantea en uno de sus informes que este modelo de evaluación “constituye una apuesta innovadora desde la academia [y] permite evidenciar la contribución integral y social de las organizaciones, su rol como promotoras del desarrollo, y los efectos reales de sus actividades de ciudadanía corporativa".

Bien Plus adquirió notoriedad en agosto del año pasado tras ser reconocido por Proantioquia con el galardón Nicanor Restrepo Santamaría que se le otorga a todos aquellos grupos y organizaciones que realizan aportes significativos al desarrollo y a la transformación de la sociedad. Esa distinción se le otorgó a Jesús Botero, Maria Alejandra Gonzalez-Perez, Mery Patricia Tamayo Plata, Luz Maria Rivas Montoya, Sandra Constanza Gaitán Riaño, Henry Daniel Puerta Álvarez, Mario Enrique Vargas Saénz, Maria Camila Vargas de la Hoz, Isaac Hurtado Rivera y Carlos Felipe Munera Alzate.

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Una apuesta por la ciencia al servicio de las comunidades

Marzo 22, 2021

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento.
La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la
cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

 

Agustín Patiño Orozco, Colaborador.

La viceministra de Talento y Apropiación Social del Conocimiento, Sonia Esperanza Monroy Varela, lo deja claro desde el comienzo: “Cuando uno habla de apropiación, en general, se está hablando de uso, de aplicar algo, de hacerlo propio. La apropiación social del conocimiento va mucho más allá de la divulgación científica, es un concepto asociado al uso y la aplicación de conocimientos científicos y tecnológicos. Las preguntas son: ¿cómo estamos aplicando el conocimiento que generamos? Y, ¿cómo estamos poniendo a dialogar diferentes formas de generar conocimiento?”.

Durante el primer año de actividades del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias, antes Colciencias), el Gobierno Nacional avanzó en la elaboración de un primer borrador de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que enmarcaría el diseño de programas y estrategias científicas para Colombia en la próxima década,

En esa línea, en el primer semestre de 2020 Minciencias puso a consideración de los diferentes actores del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación (SNCTI) los lineamientos de otra política que subyace a esa: la de apropiación social de conocimiento. Con ella se busca, según la viceministra Monroy, “fortalecer una cultura científica incluyente que valore y gestione el conocimiento, y propicie el diálogo de saberes para mejorar la calidad de vida de los colombianos”.

Para ella, esto representa definir una línea para el país: “Es una apuesta por el diálogo de saberes y el intercambio entre diversos actores sociales, de forma que se generen nuevos conocimientos que puedan ser utilizados en la solución de problemáticas locales, regionales y nacionales. En eso queremos hacer la diferencia”.

En diálogo con la Revista Universidad EAFIT, la funcionaria explicó cómo se están diseñando estas políticas públicas, sus elementos centrales y las acciones de Minciencias en la línea de fortalecer la cultura científica en el país. En el V Encuentro de Investigadores de EAFIT, celebrado el 16 de febrero de 2021, la viceministra presentó igualmente estas ideas a la comunidad científica de la Institución.

Mujer hablando en un microfono, en un entorno de trabajo.

Viceministra Sonia Monroy. Foto: Róbinson Henao

 

La apropiación social del conocimiento es uno de los ejes de la propuesta de Política Nacional de Ciencia, Tecnología en Innovación. De hecho, Minciencias viene construyendo una política pública específica para este tema. ¿Qué nos lleva como país a apostarle a la apropiación social como concepto clave del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Llevamos una década bajo el marco de la Estrategia Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, lo que nos ha permitido ser líderes latinoamericanos en el diseño de políticas en torno a este concepto. Sin embargo, el diagnóstico al que hemos llegado es que en nuestro país tenemos bajos niveles de apropiación social del conocimiento, el cual entendemos como un proceso que involucra gestión, producción y aplicación de conocimiento convocando al diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

Desde este viceministerio buscamos construir una nueva política pública que incluya a todos los actores del sistema de ciencia y tecnología, que promueva el fortalecimiento de capacidades regionales en ciencia, tecnología e innovación, de tal manera que diversas comunidades sean capaces de aplicar conocimientos científicos y generar proyectos de investigación y acción participativa en los que trabajen junto a investigadores y científicos para solucionar retos específicos locales. El diseño de esta nueva política de apropiación social del conocimiento inicia con la formulación de los lineamientos para la misma, los cuales fueron puestos a consideración de todos los actores del sistema a través de una consulta pública virtual en los meses de mayo y junio de 2020.

Recibimos muchos comentarios de universidades, empresas y asociaciones de la sociedad civil, y esos insumos nos permitieron revisar los lineamientos en mesas de trabajo internas de Minciencias y con diversos actores de la academia y el sector empresarial. En octubre logramos obtener el documento que consagra la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento, el cual esperamos formalizar y finalmente publicar en 2021”.

El Gobierno Nacional presentará este año la Política Nacional de Apropiación Social del Conocimiento. La viceministra que está al frente de este proceso explica en qué consistirá y cómo busca fortalecer la cultura científica y el diálogo de saberes para transformar la realidad y generar bienestar social.

¿Cómo se estructura esa política nacional sobre apropiación social del conocimiento?

“Desarrolla cinco líneas estratégicas que enmarcan, en primer lugar, los procesos de apropiación social de conocimiento y el trabajo con comunidades; segundo, los espacios para generar apropiación, donde se propicia el intercambio entre los actores del sistema a través de mesas de trabajo, simposios, eventos científicos, diálogo de saberes, entre otros; en tercer lugar están las capacidades para la apropiación, esto implica el monitoreo, mapeo de experiencias y la cualificación de prácticas en apropiación en torno a ciencia, tecnología e innovación; también está la investigación con enfoque de apropiación, donde ampliamos y damos mayor ponderación a los productos de apropiación social del conocimiento dentro del sistema de medición de grupos de investigación de Minciencias.

Por último, está el tema de gestión para descentralizar la apropiación. Ahí es importante el papel de las universidades que, además de generar nuevos conocimientos, los pueden difundir y apropiar junto a diversas comunidades a través de proyectos de investigación, extensión y proyección social; y, por su puesto, a través de sus programas académicos”

Colombia tiene bajos niveles de inversión en ciencia, tecnología e innovación y los recursos para apropiación social del conocimiento pueden no ser la prioridad, ¿cómo promover la apropiación en los proyectos de investigación?

“Minciencias lidera dos programas específicos para promover procesos de apropiación social del conocimiento y trabajo con comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas.

Uno de ellos es Ideas para el cambio y el otro es A ciencia cierta. Durante 2020, A ciencia cierta destinó recursos por 2.700 millones de pesos en 30 comunidades del país.

Aunque estamos hablando de proyectos pequeños, son ejemplo de cómo una comunidad, trabajando en conjunto con investigadores y científicos, puede integrar conocimientos de diversa índole y logra aplicarlos en la solución de un problema específico.

Hombre con tapabocas en un quiosco hablando con varias personas que se encuentran sentadas.

Foto: Róbinson Henao

 

Por otro lado, cada vez más los procesos de apropiación social del conocimiento son un requisito para acceder a la inversión pública en ciencia y tecnología, de forma que, además de generar conocimiento, hay un incentivo para que los investigadores desarrollen productos de apropiación en sus proyectos. Además, estos productos han incrementado su importancia relativa en nuestro modelo de medición de grupos de investigación. De esta manera, buscamos priorizar recursos para apropiación social del conocimiento y disminuir las brechas regionales en capacidades de ciencia y tecnología”.

¿Cuáles han sido los aprendizajes del primer año de gestión de Minciencias?

“El ministerio tiene dos viceministerios: el de Conocimiento, Innovación y Productividad, y el de Talento y Apropiación Social del Conocimiento. Quisimos que la arquitectura institucional reflejara, por un lado, los temas de investigación y generación de nuevos conocimientos y, por otro, todo lo relacionado con formación de capital humano, desarrollo de capacidades regionales y apropiación social del conocimiento.

Durante 2020 trabajamos sobre la hoja de ruta establecida por la Misión de Sabios a finales de 2019. Sus recomendaciones fueron a corto, mediano y largo plazo, así que en el primer año de Minciencias priorizamos dos recomendaciones: una que tiene que ver con gobernanza del SNCTI, y otra que tiene que ver con la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Frente a la primera recomendación, desarrollamos un proyecto de decreto de gobernanza del SNCTI, el cual sometimos a un proceso de diálogo y retroalimentación con los actores del sistema y se encuentra en revisión por parte de Función Pública y el área jurídica de la Presidencia de la República.

Con este decreto se crearía un Concejo Nacional de Política de Ciencia, Tecnología e Innovación para orientar nuestras políticas públicas en esas materias con perspectiva a largo plazo de los desarrollos científicos y tecnológicos. También se crearía el Consejo Científico, conformado por 10 científicos asesores del Gobierno Nacional para la toma de decisiones basadas en la evidencia y el conocimiento científico. También modificaría a los consejos departamentales de ciencia, tecnología e innovación que son presididos por los gobernadores y tienen un papel importante en identificar y priorizar las necesidades de cada región en esas áreas.

En cuanto a la política nacional, Minciencias, junto a Planeación Nacional, desarrolló un borrador de documento Conpes que esperamos poner en discusión con todos los actores del sistema en 2021 y así consolidar nuestra apuesta de país en materia científica y tecnológica a 2030”.

¿Cómo fue el proceso de conversación con los actores de SNCTI para la elaboración de la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación?

“Para construir el borrador contábamos con insumos importantes: el libro de la Misión de Sabios; los planes estratégicos de cada uno de los 13 programas nacionales de ciencia y tecnología; y el Libro Verde 2030 “Política Nacional de Ciencia e Innovación para el Desarrollo Sostenible”.

Además, hay que tener en cuenta que desde 2020 Colombia es miembro formal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), y eso nos permite acceder a las tendencias en estas áreas de los 37 países miembros. Teniendo en cuenta lo anterior, y por su alcance, decidimos formular la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030 como un documento Conpes.

Esto nos permitió involucrar a todos los ministerios, puesto que todos los sectores sociales necesitan de la ciencia, la tecnología y la innovación, pero es Minciencias quien tiene la función primordial de coordinación interministerial, regional y sectorial en estas materias en el país.

Después de construir el borrador de este documento Conpes, realizamos 15 diálogos para poner esta política en consideración de todos los actores del sistema. Realizamos mesas de trabajo en cada una de las seis regiones en las que el país está dividido según el Sistema General de Regalías, y que contaron con la participación de universidades, empresas, asociaciones de la sociedad civil y entidades públicas locales. También realizamos diálogos con niños, niñas y adolescentes, representantes del sector empresarial, exintegrantes de la Misión de Sabios y exdirectores de Colciencias, entre otros”.

A grandes rasgos, ¿en qué consiste la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2030?

"Esta es una política con enfoque incluyente y diferencial, dado que somos un país de regiones y que existen grandes brechas en materia de capacidades para la ciencia y la tecnología entre unas regiones y otras. Por esa razón, la política presenta un plan de acción en seis ejes:

Generación de conocimiento, donde hablamos de los proyectos de investigación y de la infraestructura tecnológica que se requiere para generar nuevos conocimientos.

Formación de capital humano: ahí tenemos en cuenta la promoción de vocaciones científicas en niños, niñas y adolescentes, y cómo articular toda la cadena, desde esos niños que sueñan con ser científicos hasta los investigadores que buscan desarrollar estancias posdoctorales, pasando por los jóvenes investigadores y los estudiantes de pregrado, maestría y doctorado. Además de la formación, está el tema de inserción laboral de ese capital humano.

El uso del conocimiento, donde hablamos de las condiciones para innovar y emprender, de la trasferencia de conocimiento entre universidades y sector productivo, de las nuevas tecnologías y la Cuarta Revolución Industrial.

Apropiación social del conocimiento que tiene que ver con cómo hacer una ciencia más inclusiva, que genere impacto social y que promueva una cultura científica y tecnológica. Ahí hablamos de la comunicación pública de la ciencia, de cómo acercar la ciencia al ciudadano; y hablamos de apropiación social, entendida como un proceso de gestión, valoración y aplicación del conocimiento, donde se busca integrar las diversas formas de conocimiento, incluyendo los ancestrales y tradicionales, y cómo entran en un diálogo de saberes con los conocimientos científicos y empíricos.

La gobernanza, donde promovemos el proyecto de decreto que ya mencioné.

6.Financiación de la ciencia y la tecnología: este gobierno se puso la meta para 2022 de duplicar la inversión en ciencia y tecnología con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) acercándonos a niveles del 1,5%. Sin embargo, esa meta no es fácil de cumplir. El presupuesto es insuficiente para todas las necesidades que tenemos, así que urge definir otras estrategias para estimular esa inversión”.

¿Qué estrategias se han planteado para empezar a acercarnos a los niveles de inversión pública y privada en ciencia y tecnología de los países de la Ocde que están alrededor del 2% del PIB?

“Este tema hace parte de las conversaciones con Planeación Nacional, pero por lo pronto sabemos que no vamos a cumplir la meta de duplicar nuestra inversión a 2022 si no hacemos algo desde ya.

Entre las estrategias que hemos contemplado está hacer uso de inversiones en el marco de gasto de mediano plazo; y también ver cómo los otros ministerios, con los rubros que tienen destinados para investigación, se puedan enlazar con las estrategias lideradas por Minciencias. También está el tema de cooperación internacional, es decir, cómo promover el desarrollo de proyectos conjuntos con otros países donde nosotros ponemos recursos, pero ellos también.

Un aspecto clave son las alianzas público-privadas, donde el Estado jalona recursos del sector privado para investigación. También está el porcentaje de regalías y todo lo relacionado con la banca multilateral. Pero, más allá de duplicar la inversión en ciencia y tecnología en el corto plazo, la meta del Gobierno es lograr un financiamiento sostenible de todo el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación”.

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Investigación para potenciar el aprendizaje responsable y colaborativo

Septiembre 10, 2020

La Línea en Informática Educativa fue pionera en la investigación académica en EAFIT
desde 1989, cuando se creó. Hoy, su foco está en los avances teóricos y prácticos en el
campo de las Ciencias del Aprendizaje.


Paula Andrea Álvarez Patiño, Colaboradora

El mundo se ha transformado. La tecnología, las fuerzas de la globalización, la movilidad, las emergencias ambientales y de salud en todo el planeta han impulsado este cambio. En ese marco, la educación tiene que prepararse para un futuro distinto en el que la colaboración y la interculturalidad son fundamentales.

El aprendizaje personalizado dejó de ser un término de moda aplicable solo a cierto tipo de estudiantes para convertirse en un factor que le permitirá a cada alumno descubrir y desarrollar sus talentos.

Ese aprendizaje personalizado significa entonces que ya no se agrupará a los estudiantes en clases integradas por personas que están dentro de un estricto orden de edad, sino que se promoverán y desarrollarán los intereses individuales.

De esta forma, un plan de estudios deberá estar conformado, además de las áreas conocidas –como lenguaje, matemáticas y ciencias–, por otras que impulsen la creatividad, como artes y deportes, y otras que fomenten el pensamiento emprendedor.

Las clases tampoco serán iguales a lo que hoy se concibe como “asistir a clase”, pues ya no se trata de llegar a un salón, sentarse y escuchar al profesor dictar su materia durante un tiempo determinado. Y el docente no se constituirá en ese ser omnipotente que todo lo sabe y es experto en su área, el que tiene todas las respuestas bajo la manga.

“Ya el foco no es si yo como docente enseño muy bien y tengo grandes técnicas o dinámicas sofisticadas, porque resulta que al final no estoy logrando el objetivo que el estudiante aprenda: ahora se trata de poner todo en términos del alumno. Y entonces yo, en mi papel de docente, tengo que entender cuáles son los procesos que sigue un estudiante para facilitarle su proceso de aprendizaje. Mirándolo así es un cambio radical cuando se habla hoy de las Ciencias del Aprendizaje”, explica Juan Guillermo Lalinde Pulido, profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas y coordinador del Centro de Computación Científica Apolo en EAFIT.

Lalinde agrega que cuando se habla de “aprendizaje” se está cambiando el centro; ahora el foco pasa a estar en el estudiante. El problema ya no es cómo se explican y utilizan las herramientas pedagógicas –indiferente de qué hará el otro con ellas– sino tratar de entender cómo el estudiante está  estructurando  los  conceptos y desarrollando comprensión para, a partir de eso, ver cómo se le apoya en un proceso de aprendizaje que lo está poniendo a él como actor central.

Todas estas realidades son, a su vez, un campo fértil para la investigación y el desarrollo de nuevo conocimiento que  permita  transformar  las  prácticas  pedagógicas  y  metodológicas en la formación de niños y jóvenes, de cara a las nuevas dinámicas del mundo.

Tres estudiantes en un computador.

Los modelos pedagógicos se centran en el aprendizaje de los estudiantes
Foto: Róbinson Henao

 

Constructivismo, una de sus bases

Por definición, las Ciencias del Aprendizaje son aquellas metodologías, tecnologías, investigaciones y adelantos científicos que sirven de apoyo al proceso de enseñanza y aprendizaje formal e informal.

Así mismo, constituyen un campo interdisciplinar con elementos de la educación, la psicología, las ciencias cognitivas, la informática, la inteligencia artificial y las neurociencias.

Y  una  de  sus  bases  es  el  constructivismo,  una  perspectiva  general  que  dirige  la  atención  hacia  dos  aspectos cruciales del aprendizaje: los factores sociales y los culturales.

Es un modelo pedagógico en el que los individuos son constructores de su propio aprendizaje, de la comprensión y de darle sentido a la información; todo esto por medio de la estructuración de sus capacidades cognitivas mediante la interpretación de sus experiencias.

Es así como los docentes deben brindar a sus pupilos las facilidades para crear sus propios conceptos con base en textos y experiencias. No se trata de enseñar bajo la modalidad clásica de pararse frente a un grupo de aprendices a impartir conocimiento, sino más bien proporcionar  el  material  con  el  que  los  alumnos  se  comprometen de forma activa con el aprendizaje. Las actividades ahora se constituyen por estos elementos:

La observación.
El acopio de contenido.
La generación y comprobación de hipótesis.
El trabajo colaborativo.

Un ejemplo de este último –el colaborativo– lo explica Gloria Álvarez, doctora en Educación de la Universidad de Salamanca y docente de la Universidad  Pontificia  Bolivariana en Medellín: “Un docente prepara algunas temáticas para darle a sus estudiantes un panorama global del curso que están a punto de comenzar, pero deja que sean esos alumnos quienes terminen de construir el curso. Cada estudiante debe responder por un contenido pero, a su vez, todos los contenidos deben ser coherentes con el objetivo general de ese grupo y ese curso”.

De esta forma se construye entre todo el grupo un hiperdocumento en donde también participa el docente, pero el estudiante lo configura con su propuesta. A lo largo del curso se debe evaluar en forma constante cuál de las propuestas tiene más afinidad a los objetivos. Esto significa que hay que hacer seguimiento y trabajar de forma permanente durante todo el itinerario.

Cada curso, entonces, se vuelve inédito, único y diferente.“Yo la llamaría una estrategia coherente en términos de trabajo colaborativo porque haces tu trabajo, pero debes seguir el hilo de los demás. En medio de la dinámica se hace una revisión de pares para verificar estructuras, contenidos y estrategias”, agrega la investigadora.

Una de las bases de las Ciencias del Aprendizaje es el constructivismo, un modelo pedagógico en el que los individuos son constructores de su propio conocimiento.

La importancia del trabajo en equipo

En este proceso los estudiantes adquieren conocimiento, formulan  conceptos,  construyen  hipótesis  que  se  complementan y modifican gracias a la interacción de las opiniones, percepciones e ideas de todos los miembros del equipo. De esta forma se construye el aprendizaje en la medida que cada uno aporta desde sus propias experiencias y procesos cognitivos para el logro de una meta común.Hay que comprender que los seres humanos no son islas, todos conforman una parte vital para el funcionamiento orgánico de la sociedad.

El aprendizaje no es simplemente el saber mucho o el conocerlo todo, sino que también es la puesta en práctica y la influencia que dichos conocimientos causan en el entorno y en la forma incluso de relacionarse para crecer con los demás.

Estudiantes, a cambiar su postura

El estudiante asume ahora un nuevo reto y es entender que se está formando en un mundo laboral que no sabe cómo va a ser, así que debe tener una fundamentación sólida sobre las bases de su profesión, las ciencias y el conocimiento humano para abordar de manera autónoma los cambios que afectan la vida cotidiana.

Eso quiere decir que ese estudiante debe ser el primer crítico y evaluador de su proceso. “Esto implica que la posición del estudiante, frente a su formación, es de responsabilidad. Ahora se trata de cuestionarse, ¿cómo me estoy preparando para ese mundo cambiante que evoluciona todos los días y del que aún no se tiene claridad en cómo será a futuro?”, explica el profesor Juan Guillermo Lalinde.

Y complementa: “El estudiante debe entender que la formación es un medio para su desarrollo personal, pero que  él  tiene  una  responsabilidad  muy  grande  en  ese  sentido. Desde la academia lo acompañamos con tutorías, talleres o prácticas, pero es él quien realmente tiene que asumir la responsabilidad de su formación”.

Un grupos de estudiantes en un salon haciendo un trabajo en equipo.

Las Ciencias del Aprendizaje hacen parte de un área emergente constituida, como otros campos, de forma interdisciplinaria.
Foto: Róbinson Henao

 

EAFIT de cara a estas nuevas metodologías

En la Universidad hay un par de aspectos fundamentales: la calidad del cuerpo profesoral y el apoyo institucional que reciben por medio de la Vicerrectoría de Aprendizaje y su Centro para la Excelencia en el Aprendizaje EXA, antes conocido como Proyecto 50.

En general, la característica predominante de los profesores de EAFIT es su fuerte compromiso con su labor, su capacidad para entender que, a partir de la innovación y la creatividad pueden transformar los procesos educativos.

El segundo punto está relacionado con el soporte institucional que tienen y que apareció con gran fuerza con la creación de Proyecto 50 en el marco de la celebración de los 50 años de la Universidad.

Esa iniciativa evolucionó casi una década después hacia lo que hoy es el Centro para la Excelencia en el Aprendizaje EXA que consolidó las experiencias que existían como EAFIT Virtual, el Centro Multimedial y todo el conocimiento en formación profesoral para beneficiar el objeto misional más grande que tiene la Institución y es la formación de profesionales, magísteres o doctores que con su accionar van a transformar la sociedad.

De igual forma, el reconocimiento a la función docente se evidencia con los cambios en la estructura organizacional que  permitieron  la  creación  de  la  Vicerrectoría  de  Aprendizaje, decisión que reflejó una decidida orientación institucional hacia el aprendizaje más que hacia los procesos de enseñanza.

En este sentido, existen numerosas iniciativas renovadoras en EAFIT, entre las que se destacan el proyecto Kratos y los semilleros de investigación. Ambas estrategias permiten que los alumnos adquieran competencias prácticas que les  proporcionan herramientas y relacionamiento para desempeñar su labor profesional con éxito.

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Tres promesas cumplidas c​on biotecnología criolla

Mayo 2, 2023

Microalgas para capturar CO2, bacterias para salvar la producción de banano y un proyecto para mejorar la producción de caucho son tres grandes apuestas incubadas en los laboratorios de la Universidad EAFIT.

Colaborador: Pablo Correa.

El vino, el pan y la cerveza son tres de los ejemplos más cotidianos, antiguos, exquisitos, de la creatividad humana para manipular organismos vivos con el objetivo de crear o modificar algún producto. En una palabra, tres ejemplos de lo que hoy pomposamente llamamos “biotecnología".

Pero esos primeros ancestros nuestros que d​​ominaron la fermentación con bacterias quedarían boquiabiertos de lo lejos que han llegado sus sucesores en esta ciencia: vacunas con RNAm, alimentos transgénicos, bacterias para producir insulina, microorganismos para descontaminar aguas, tratamientos contra el cáncer y la lista sigue creciendo día tras día.

“La biotecnología tiene el potencial de alterar muchos aspectos de la vida humana y los transformará de formas que no podemos imaginar", pronosticaban el año pasado los editores de la revista Nature Biotechnology.

Y eso es, justamente, lo que desde hace más de una década intentan hacer varios grupos de investigación en la Universidad EAFIT: descubrir e imaginar usos de la biotecnología para solucionar problemas en nuestro país.

Tres de los proyectos más exitosos incubados en los laboratorios de EAFIT dejan varias enseñanzas para seguir apostando por la biotecnología nacional. Se trata de la producción de algas para capturar CO2, el uso de bacterias como agentes biológicos contra el hongo Sigatoka, que afecta la fruta del banano, y la producción de un mejor caucho natural en el Bajo Cauca antioqueño.

Las tres apuestas comparten algunos rasgos: se trata de esfuerzos de investigación enfocados en problemas reales e importantes para la economía nacional. También se han planteado como proyectos de mediano y largo plazo que no quedan estancados en la publicación de resultados, sino que aspiran dar el salto de las pruebas pilotos al escalamiento industrial.

Además, han aglomerado a investigadores de distintos niveles, desde pregrado hasta doctorados, bajo la tutela de investigadores de primer nivel, y cuentan con la participación directa de la industria y las comunidades involucradas.

Estos proyectos de EAFIT están demostrando que la biotecnología en Colombia puede ser un motor de desarrollo y una herramienta eficaz para solucionar problemas con fines sociales y ambientales.​

Microalgas para luchar contra el cambio climático

La industria cementera en el mundo es una de las mayores responsables del calentamiento global al aportar cerca del 10% del dióxido de carbono. Preocupados por encontrar formas de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, representantes de Argos, la mayor empresa de este sector en Colombia, se acercaron a EAFIT en 2009 en busca de ayuda.

Fue así como se comenzó a tejer una cadena de investigaciones que se han entrelazado para responder al reto utilizando microalgas. El primer paso consistió en identificar la especie con la que trabajarían. Las microalgas no solo crecen hasta 10 veces más rápido que una planta terrestre, sino que pueden ser hasta 50 veces más eficientes fijando CO2. El siguiente paso consistió en construir los primeros bioreactores, donde crecerían y harían su trabajo las microalgas. Gracias a que estos microorganismos acumulan lípidos en su interior es posible procesarlos mediante procesos químicos para convertirlos en biocombustibles.

La investigadora Valeska Villegas (derecha) en labores de análisis sobre la Sigatoka Negra. Foto: Róbinson Henao

Tras demostrar que el proceso era viable, se construyó una primera planta experimental en la ciudad de Cartagena. Aquí apareció un reto mayor: aunque se había demostrado la viabilidad del proceso, el modelo financiero no era viable. Los costos de producción de microalgas rondaban los $210 por kilogramo y un barril del biocrudos producido sobrepasaba los USD 88.

Investigadores de la Universidad de Antioquia se sumaron al proyecto para buscar puntos de optimización y, finalmente, pudieron demostrar que podían reducir el precio por barril a USD 38, además de mejorar la calidad del biocrudo. En este punto, la empresa estatal Ecopetrol ya ha mostrado su interés, se logró una patente del procedimiento y ganaron el Premio Alejandro Ángel Escobar en la categoría ambiental. 

Alex Sáez Vega, investigador de EAFIT, explica que, como el uso de microalgas para captura de CO2 no es rentable por sí mismo, “la idea es sacar todas las ventajas posibles de esa biomasa para balancear la ecuación económica". Por esto, además de biocombustibles, están haciendo ensayos para usar las microalgas como trampas de material particulado en las ciudades y también como biofertilizantes. 

​Bacteria para proteger la industria bananera

Hace 15 años, la Universidad EAFIT, la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), el Centro de Investigaciones del Banano (Cenibanano) y la empresa Forbio sellaron un convenio para enfrentar juntos uno de los problemas que más atormenta a los bananeros: la Sigatoka Negra, la enfermedad más destructiva y de mayor valor económico en los cultivos de banano y plátano, causada por el hongo Mycosphaerella fijiensis. Se estima que puede reducir hasta en un 50% el peso del racimo y causar pérdidas del 100% de la producción, debido al deterioro en la calidad.

“Es una enfermedad que se controla con muchos fungicidas, lo que aumenta los costos de producción. Además, los bananeros estaban preocupados por las crecientes prohibiciones para el uso de esos fungicidas", cuenta Valeska Villegas, investigadora principal del proyecto y quien ha guiado toda una red de colaboradores y científicos en busca de alternativas biológicas para controlar la Sigatoka Negra.

El primer paso fue salir en busca de bacterias presentes en los cultivos de banano y que manifestaran alguna actividad antifúngica. En esa tarea aislaron más de 1.500 bacterias de las raíces y hojas de las plantas, y mediante un proceso de bioprospección identificaron las de mayor potencial.

Finalmente, el ADN de la bacteria con mayor potencial (Bacillus subtilis EA-CB0015) fue secuenciado y se identificaron las moléculas que producía. Uno de esos compuestos (Fengycin C) se constituyó en la base de un nuevo bioproducto que combate la enfermedad. En las pruebas de campo se comparó su efectividad frente a fungicidas como el Clorotalonil y Mancozeb, dos de los más populares entre los bananeros, y se demostró que eran equivalentes.

Curiosamente, los mayores obstáculos para la profesora Villegas no han estado del lado de la ciencia, sino de la burocracia legal, que ha implicado una alta inversión de tiempo para lograr registros, autorizaciones y patentes. La empresa Forbio ya comenzó el escalamiento de la producción.

“La biotecnología tiene el potencial de alterar muchos aspectos de la vida humana y los transformará de formas que no podemos imaginar". ​Mejor caucho, mejor futuro comunitario.

En el Bajo Cauca antioqueño, más de 1.200 familias dependen de la producción y comercialización de caucho natural. Sus cultivos se extienden por más de 4.300 hectáreas. Pero tanto la Asociación de Cultivadores de Caucho (Asculticaucho), en el municipio Tarazá, como los encargados de la planta de producción Rubbercorp, en Caucasia, tenían claro cuando se acercaron a la Universidad EAFIT que su permanencia en un mundo tan competitivo dependía de elevar la calidad del caucho producido, así como los procesos industriales asociados.

Ahí entraron en escena varios investigadores de EAFIT: algunos se concentraron en el diagnóstico y las técnicas para el sangrado del árbol de látex, así como en el uso de estimulantes para aumentar la producción; mientras otros investigaron formas de mejorar la deshidratación y coagulación del caucho usando elementos y especies locales con el fin de facilitar su transporte.

El profesor Carlos Rodríguez Arroyave y otros colegas concentraron esfuerzos en mejorar el proceso industrial para elevar la calidad de las láminas producidas y, además, hacerlas menos alergénicas.​

Grupo de caucheros en los laboratorios de la Universidad EAFIT. Foto: Róbinson Henao

Elizabeth Rendón, coinvestigadora, aclara que un componente fundamental de todo el proyecto ha sido apostar por la transferencia de conocimiento de la academia hacia las comunidades: “Estamos hablando de un conocimiento complejo y queríamos cerrar la brecha, así que trabajamos con cultivadores y rayadores y desarrollar una manera más efectiva de transferir conocimiento".
Otro proceso que ayudaron a mejorar fue el aprovechamiento de los residuos del látex de caucho centrifugado de la planta Rubbercorp. Este material, en el que se pierde entre el 4% y el 10% del caucho recolectado por los productores, se convirtió en la materia prima de nuevas láminas mediante un proceso de coagulación y secado. 

“Obtuvimos un caucho terminado de altas especificaciones técnicas en cuanto alto índice de elasticidad, con menores cantidades de proteínas, nitrógeno, cenizas y volátiles. Un producto que tiene altas probabilidades de uso", comenta Rodríguez.

Adicional a todo ello, se está trabajando en la implementación de un horno con energía solar para el secado del caucho.​​​

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Los quinces de la Universidad de los Niños

Septiembre 10, 2020

Este año 2020 es de celebración para el programa de EAFIT que busca la apropiación social
del conocimiento científico en niños, jóvenes y mediadores educativos.


Andrés Felipe Giraldo Cerón, Colaborador.

Cuando se le pregunta a Ana María Londoño por la Universidad de los Niños (Uniños EAFIT), no duda en responder emocionada: “Es un proyecto providencial e imposible”.

Para explicar su punto, la jefa de  este programa de EAFIT pone un ejemplo: “Uniños parece irreal, ¿cuándo logramos que los doctores de la Universidad se sienten a hablar con los niños? Pero ¡sucede! Así como cuando logramos construir un Manifiesto por la Verdad  con  niños  para entregárselo a los comisionados y antiguos actores armados. Son 15 años de situaciones improbables diarias”.

Este año 2020, Uniños cumple 15 años como una de las más importantes apuestas de la Universidad EAFIT por la apropiación social del conocimiento científico  en  niños,  jóvenes  y  mediadores.

A lo largo de este tiempo ha ampliado y perfeccionado su oferta, ha tejido redes con investigadores, organizaciones y pares, y ha obtenido reconocimientos como el premio de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe (RedPop).

Pero, sobre todo, ha cambiado las vidas de cientos de niñas, niños y jóvenes. Ana María Londoño explica el alcance de los logros del programa y cómo cumplen una función vital de la Universidad: “Crear preguntas y ser un Este año 2020 es de celebración para el programa de EAFIT que busca la apropiación social del conocimiento científico en niños, jóvenes y mediadores educativos.laboratorio de innovación educativa y en apropiación social del conocimiento científico.  Hemos  experimentado,  nos hemos equivocado y aprendido gracias a un público muy exigente que reclama calidad todo el tiempo”.

Los futuros científicos

Aunque en sus inicios Uniños EAFIT se enfocó en niñas, niños y jóvenes, su oferta se ha expandido. Para Londoño, esta evolución se ha dado de manera orgánica  y  ha  servido  para  abrir  la  Institución: “No somos un programa de educación, pero caminamos en esa línea delgada que hay entre la apropiación social del conocimiento y la educación”.

¿Qué le deparará el futuro a Uniños? Para su jefa, cada vez se entiende más a qué se refiere la Universidad EAFIT cuando propone la investigación formativa como un proceso que empieza con los niños y termina en un grupo de investigación, en el que todos los eslabones de la cadena aportan conocimiento y forman públicos.

“En ese escenario, el programa funciona como engranaje y motor”, afirma.En  cuanto  a  los  retos  futuros,  asegura  que  la  Universidad  de  los  Niños debe pensar en los problemas de equidad de género en la ciencia y continuar trabajando para explorar nuevas  formas  de  comunicar  el  conocimiento.

Una mujer dandole dulces en la mano a niños

La decisión de construir hidroeléctricas de gran tamaño es cada vez más las comunidades y los problemas de orden público. Foto: Róbinson Henao

 

“Cumplir  15  años  no  es  lograr  lo  que se propuso en el año uno: es un presente continuo. Seguimos insis-tiendo en que la pregunta tiene un lugar importante en la sociedad, que las universidades deben abrirse a la sociedad, los investigadores pueden formarse para comunicar su conoci-miento y los maestros implementar didácticas cautivadoras en el aula para conversar sobre ciencia con sus estu-diantes”, concluye.

“Los investigadores pueden formarse para comunicar su conocimiento,  los maestros pueden implementar didácticas cautivadoras para conversar sobre ciencia con sus estudiantes”. Ana María Londoño, jefa de Uniños.

Las cifras de un programa exitoso

3217

Niñas y niños que han participado en las 3 etapas de la Universidad de los Niños, donde se ofrecen en promedio 640 cupos por año.

214

Jóvenes que han hecho parte de Proyectos de Ciencia, etapa de formación en investigación con 6 años de existencia.

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1522

Maestros escolares que han participado en diferentes estrategias de formación docente de la Universidad de los Niños.

181

Investigadores asesores que han acompañado los talleres de este programa de apropiación social del conocimiento de la Universidad EAFIT.

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537

Estudiantes de pregrado que se han formado en metodologías de educación y comunicación de la ciencia para acompañar a Uniños EAFIT.

357

Es el total de talleres diseñados y desarrollados a lo largo de la existencia de la Universidad de los Niños EAFIT.

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390

Instituciones educativas que se han vinculado al programa.

50

Proyectos se han diseñado y desarrollado en Medellín y Antioquia con la metodología de Uniños EAFIT.

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48

Ponencias y artículos de investigación publicados.

2

Libros publicados.

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Semilleros presentan resultados de sus proyectoss

Enero 26, 2022

Más de 1700 estudiantes hacen parte de los 128 semilleros de investigación que tiene la Universidad EAFIT. Esta es una muestra de los proyectos desarrollados durante el año 2021.

Revista Universidad EAFIT.

Análisis a un prototipo de motor cohete

El semillero de investigación en Cohetería y Propulsión realizó pruebas de carácter analítico que permitieron identificar cómo interactúa la combustión al entrar en relación con cada uno de los elementos que hacen parte de un prototipo de motor cohete.

“El motor cohete es el sistema que transforma la energía calórica en energía cinética, producto de una reacción química en una cámara de combustión –explica el semillero–.

En dicha reacción se generan gases que son expulsados por la tobera, es decir, un dispositivo que acelera el flujo de estos y que son los responsables de generar el empuje necesario para que el cohete se impulse en sentido contrario a los gases de combustión”.

El análisis fue necesario para tener un mayor conocimiento de los diferentes fenómenos involucrados en ese proceso y responder una pregunta clave: ¿la cámara de combustión soportará la presión máxima interna?

Para ello, utilizaron una herramienta de cálculo computacional conocida como FEM que permitió simular condiciones de presión interna y verificar que su comportamiento esté dentro de los límites establecidos por el factor de seguridad de diseño relativo a las propiedades mecánicas del tubo motor.

Lo que sigue es probar el motor cohete. Para ello realizarán dos experimentos que permitirán entender el desempeño termoquímico y mecánico del motor, y comparar con los cálculos analíticos y numéricos ya realizados. En el proyecto participan los estudiantes Simón Emilio Suárez y Juan Pablo González, de Ingeniería Física; y Pedro Gómez Bedoya, Juan José Arrubla y Juan Camilo Isaza, de Ingeniería Mecánica. Son orientados por los profesores Francisco Javier Botero y Juan Sebastián Rodríguez.

Un motor cohete está sometido a diferentes fenómenos que obligan a su estudio exhaustivo por medio de pruebas. Foto Shutterstock.

Estrategias pedagógicas para impulsar el emprendimiento

Dos investigaciones relacionadas con la educación realizó el semillero de investigación en Innovación y Emprendimiento, bajo la orientación de la profesora Alejandra Vidal.

La primera examinó el uso de los juegos formativos en la enseñanza de los cursos de emprendimiento, a partir del diseño de un instrumento que permitió conocer la percepción de los estudiantes sobre el fortalecimiento de ciertas habilidades y/o la apropiación de conceptos claves de esta área.

“Descubrimos que el juego fue más efectivo para mantener concentrados y participativos a los alumnos, circunstancia de vital importancia para el aprendizaje. Prefirieron el juego en vez de participar en una conferencia de emprendedores”.

Fue realizada por los estudiantes Ana Isabel Arenas, de Comunicación Social; Paulina Botero, de Negocios Internacionales; Isabella Echeverri, de Ingeniería Matemática, y Jhon Michael Ramírez, de Mercadeo.

Esta es la cartilla producto de comunicación de la ciencia de este semillero.

 

La segunda tiene que ver con herramientas de aprendizaje exitosas para mejorar la experiencia de los estudiantes en las clases virtuales. Esta investigación cualitativa incluyó encuestas a estudiantes indagando por las actividades que más habían contribuido a su aprendizaje durante la virtualidad y entrevistas en profundidad a 37 docentes.

De ahí nació un producto de comunicación de la ciencia: la guía Conectados que presenta consejos, guías de actividades y plataformas virtuales para mejorar las dinámicas de una clase.

El proyecto fue realizado por los estudiantes Santiago Torres y Sofía Jaraba, de Administración de Negocios; Miguel Sosa, de Ingeniería de Sistemas; Valentina Carvajal, de Ingeniería Civil; Estefanía Barreneche y Valentina Tobón, de Ingeniería de Diseño de Producto.

Robot cartesiano para agricultura de precisión

El semillero de investigación en Agroindustria investiga y construye una plataforma robótica para el sector agrícola que ha llamado AgriculBot. Este robot permite automatizar el cuidado de algún cultivo en sus primeras fases. Gracias a él, es posible obtener el espectro en radiancia de los ejemplares del cultivo analizados en sus estados iniciales de desarrollo.

Esto último es lo más interesante para el semillero, pues permite recopilar, para luego analizar, cuál es la respuesta espectral del cultivo ante ciertas deficiencias nutricionales o la incidencia de algún patógeno.

“Al trabajar la llamada ‘agricultura de precisión’, soportada en herramientas como la visión artificial basada en sistemas de captura multiespectrales, se abren las puertas a analizar y entender un mundo que va mucho más allá del espectro visible, logrando adquirir información de importancia para el cuidado, clasificación y control de crecimiento de los cultivos que normalmente no está al alcance inmediato”, explica el semillero.

El proyecto sigue en curso mediante la implementación de mejoras al sistema de captura de imágenes, por ejemplo con la adaptación de un sistema de iluminación a medida de las necesidades y de la misma plataforma.

El semillero está conformado por el egresado de Ingeniería de Producción Juan José Bedoya, los estudiantes del mismo pregrado Felipe López, Isabel Cristina Ramírez, Manuel David Restrepo, Susana Tilano Flórez y Samuel Vásquez, y la estudiante de Ingeniería Física Manuela Ramos. Es coordinado por los profesores Alejandro Marulanda y Carlos Mario Echeverry.

Mejores colegios: las condiciones socioeconómicas y el desempeño escolar

Aunque el sector educativo colombiano genera gran cantidad de información, esta no siempre se utiliza de manera eficiente por los tomadores de decisiones para mejorar el sistema y el aprendizaje de los estudiantes.

Por ejemplo, a pesar de que es bien sabido que las condiciones socioeconómicas están altamente relacionadas con el desempeño escolar, las clasificaciones de los colegios se suelen basar en promedios simples de los puntajes obtenidos por los estudiantes en pruebas estandarizadas, sin diferenciar el efecto de las condiciones socioeconómicas, lo que resulta problemático porque conduce a una aproximación sesgada del valor agregado de los establecimientos educativos. El estudiante Alejandro Arenas, de Economía, orientado por los profesores Santiago Bohórquez y Mónica Patricia Ospina, desarrolló una herramienta de consulta que permite a cualquier persona mirar el o los colegios de su interés, para compararlos y tomar decisiones a partir de un panorama más completo y preciso de la calidad.

 

Grupo de investigación al cual está adscrito el semillero: Estudios en Economía y Empresa, de la Escuela de Economía y Finanzas.

 

Esa herramienta es una visualización de datos que incluye indicadores sobre el desempeño relativo de los colegios, la distribución de sus estudiantes y su progreso en el tiempo, con base tanto en los puntajes ajustados como en los originales. El proyecto hace parte del semillero de investigación de Estudiantes de Economía (SIEDE).

La inteligencia artificial ayudaría a la descongestión judicial

El semillero de Derecho Procesal estudió cómo los sistemas expertos y el machine learning, tecnologías asociadas a la inteligencia artificial, podrían apoyar a la administración de justicia en el trámite de procesos judiciales, en especial en los llamados procesos ejecutivos, que son aquellos encaminados a garantizar un derecho que el demandante ya tiene reconocido.

Con la investigación se concluyó que “atendiendo la necesidad de descongestionar los juzgados y brindar decisiones acertadas, sistemas implementados con base en la inteligencia artificial brindarían un apoyo a los jueces, ya que los procesos ejecutivos son los que en mayor proporción se adelantan en Colombia. De esa forma, se optimizarían los tiempos utilizados en su quehacer diario, obteniendo mejores resultados para una adecuada y pronta administración de justicia”.

La propuesta, dicen los investigadores, no busca desplazar la autoridad del juez ni su poder de decisión: “Estos sistemas deben respetar la esencia de la función jurisdiccional y los principios del Derecho Procesal, pero bien podrán ser una herramienta que apoyaría al juez en el cumplimiento de su actividad, en especial en lo relativo a los procesos ejecutivos”.

El estudio lo hicieron los estudiantes Andrés Hurtado, Carmen Gómez, Carolina Londoño, Ricardo Zuluaga, Carolina Trujillo, Juan Pablo Jaramillo, Ana Isabel Vélez, Carolina Cortés, Manuela Posada y Alejandro Castaño, bajo la orientación de los profesores José David Posada y Eugenio David Andrés Prieto.

Conocer y fortalecer hábitos en la comunidad eafitense

La pandemia y los confinamientos cambiaron la forma de vivir, impactando los hábitos que se tenían. El semillero Psicosalud adelanta el proyecto Conozcamos y fortalezcamos hábitos en la comunidad eafitense que quiere identificar hábitos para diseñar estrategias orientadas a la modificación de aquellos que son más nocivos. Para esto realizó entrevistas y encuestas a
estudiantes, profesores y administrativos.

Se encontró que en los tres grupos los cambios más significativos se concentraron en la alimentación, la actividad física y el autocuidado mental: en los administrativos se alteró el sueño, mientras que en estudiantes y profesores hubo mayor variación en el autocuidado físico. El 49% de los profesores reportó tener muchas ocupaciones que no les permitieron una buena alimentación ni un correcto autocuidado físico. Además, no realizaron actividad física debido a muchas responsabilidades (56%) y al cambio de rutina (50%).

 

Foto: Pixabay.

Asimismo, un 56% dijo no saber cómo establecer hábitos de autocuidado mental (56%). En los estudiantes se encontró que las ocupaciones impidieron cambiar hábitos de alimentación (47%), actividad física (62%) autocuidado físico (48%) y autocuidado mental (54%). También, las responsabilidades obstaculizaron los hábitos de autocuidado mental (46%) y de actividad física (56%).

Además, comentaron no saber cómo adquirir hábitos de autocuidado mental (53%) ni de alimentación (50%). Para los administrativos, sus ocupaciones no les permitieron hacer cambios en su actividad física (56%) y tuvieron problemas de sueño (48%).

El proyecto es orientado por la profesora Mariantonia Lemos y ejecutado por los estudiantes Angélica Lopera, María Alejandra Duarte, Carla Maldonado, Natalia Aguilar, de Psicología; Susana Torres y Henlly Cifuentes, de la maestría en Estudios del Comportamiento; Evelyn Corrales, egresada de Negocios Internacionales, y Catalina Gaviria, estudiante externa.

La inteligencia artificial ayudaría a la descongestión judicial

Las empresas de transporte público de pasajeros requieren aumentar sus ingresos, mejorar la calidad del servicio y reducir los costos de operación y mantenimiento. La investigación Integración de las políticas de mantenimiento y operación para la toma de decisiones en un sistema inteligente de transporte busca identificar la información necesaria para el sector que puede ser recogida y procesada con tecnología de sistemas inteligentes de transporte.

Además, desarrollar un sistema de apoyo para la toma de decisiones que ayude a considerar diferentes escenarios y resultados, apoyando la gestión de la operación y el mantenimiento en esas estructuras de transporte. El proyecto es de los semilleros de investigación en Mantenimiento (SIME) y en Sistemas Inteligentes de Transporte (SiSIT), integrados por estudiantes de pregrado, posgrado, egresados y profesores.

Los estudiantes investigadores son: de Ingeniería Mecánica, Carlos Andrés Castaño, Martín Rosendahl, Nafer Lizarazo, Alejandro López, Sebastián Castiblanco, Jorge Páez, Fernando Pereira, Sebastián Ibarra, Armando Pérez, Felipe Acosta y Kevin Giraldo; de Ingeniería Civil, Johana Puerta; de Ingeniería Matemática, Myllee Mosquera; de la especialización en Mantenimiento Industrial, Marco Navas, Andrés Rojas y Sebastián Cañas; y de la maestría en Ingeniería, Tomás Ramírez y Carlos Jiménez. Los profesores coordinadores son Gustavo Adolfo Villegas, Leidy Marcela Dueñas y Mauricio Toro.

Estudio de la técnica holografía digital

Durante sus nueve años de recorrido, el semillero de Holografía se ha destacado nacional e internacionalmente por desarrollar proyectos relacionados con la holografía analógica. Esta es una técnica que permite registrar la información tridimensional de los objetos en un material fotosensible.

Este año incursionó en el estudio de la denominada holografía digital, dado su progreso y aplicación en campos como la medicina y la biología. Esta técnica permite hacer el registro y reconstrucción numérica (por medios computacionales) de objetos físicos, lo cual posibilita recuperar información tanto de amplitud (intensidad) y fase (forma, textura) del objeto estudiado.

Su proyecto actual consiste en el montaje y registro de un holograma digital a color empleando fuentes de iluminación monocromáticas, con el objetivo de introducir en el semillero fundamentos y herramientas elementales de la holografía digital: desde la configuración de montaje óptico, pasando por el registro a través de sensores CCD hasta la reconstrucción numérica del holograma registrado en equipos de cómputo.

De esa forma se apropian los conceptos computacionales involucrados en esta técnica para su uso en proyectos posteriores orientados a aplicaciones específicas.

El semillero es coordinado por el profesor Carlos Alejandro Trujillo y está conformado por los estudiantes de Ingeniería Física Tomás Vélez, Isabella Gómez, Cristian Lopera, José Hernán Ortiz y Sofía Obando, y por la estudiante de la maestría en Física Aplicada María Josef Lopera.

Los semilleros de investigación representan un eslabón fundamental en el proceso de investigación formativa dentro de la Universidad EAFIT.

Un índice para medir el incumplimiento de la deuda pública

El alto nivel de endeudamiento por parte de los gobiernos es probablemente una consecuencia de las bajas tasas de interés reales observadas en las últimas décadas en las economías y el incremento en la liquidez inyectada en el mercado por parte de los principales bancos centrales del mundo.

Estos altos niveles de deuda soberana incrementan la probabilidad de la ocurrencia de crisis financieras y económicas, debido a que es más complicado refinanciar la deuda y las políticas fiscales se hacen menos efectivas.

“Nuestra investigación propone la estimación de un índice de incumplimiento soberano que mida la probabilidad de que el gobierno no pueda cumplir con sus obligaciones financieras”, explica el semillero Bufete Financiero.

Para eso, identificaron y analizaron las variables financieras y económicas relacionadas con el riesgo de crédito del gobierno. Luego utilizaron un algoritmo de inteligencia artificial para estimar las probabilidades de incumplimiento de la deuda.

“Al usar la mayor cantidad de información disponible, las técnicas computaciones de machine learning permiten estimar dichas probabilidades de forma más acertada que con otras metodologías tradicionales de predicción”, aseguran los investigadores.

Igualmente, destacan que “el índice de incumplimiento brinda información para el diseño de la política monetaria y la medición y regulación del riesgo, al arrojar luz sobre los efectos de las acciones de política monetaria en Colombia sobre el riesgo de incumplimiento del gobierno y la posibilidad de incumplimientos generalizados en los países en desarrollo que podrían desestabilizar la economía global”.

El trabajo es de los estudiantes Juan Pablo Galeano, de Finanzas, y Luis Enrique Mena, de Economía, quienes estuvieron dirigidos por las profesoras Lina Marcela Cortés y Stephanía Mosquera.

La toma de decisiones en la relación profesor-estudiante

La estudiante Carolina Valle, de Psicología, bajo la tutoría del profesor Horacio Manrique Tisnés, estudió cómo es la toma de decisiones en los distintos modos de interacción que se pueden dar entre un profesor y sus estudiantes: individuales, interindividuales y transindividuales.

Ellos explican así su trabajo, el cual se realizó dentro del semillero Método Analítico y Toma de Decisiones: “Nuestra investigación fue de índole analítica y hermenéutica. Hallamos pocos estudios sobre la toma de decisiones en la interacción profesor-estudiante y ninguno ha estudiado el tema desde una perspectiva individual, interindividual y transindividual. Evidenciamos cierta falta de interés investigativo en relación con la participación del otro en la toma de decisiones en esa interacción y sus posibles repercusiones en los implicados y el medio. Emprendimos una construcción teórico-reflexiva sobre los conceptos centrales de la investigación. De aquí surge una propuesta práctica que implica la consideración por el otro en la toma de decisiones en la interacción profesor-estudiante. En ella es importante ser conscientes de los efectos que lo elegido tiene en los partícipes, así como de los posibles efectos formativos y transformativos que pueda llegar a tener”.

 

En el rastreo documental se encontraron pocos estudios referidos a la toma de decisiones en la interacción profesor-estudiante. Foto: Juan Gonzalo Betancur.

Análisis a modelos centrados en el servicio y consumo responsable

El semillero en Estudios de Mercadeo (Smart) investigó cómo empresas manufactureras del Área Metropolitana del Valle de Aburrá y de Bogotá avanzaron en el proceso conocido como “servitización”, es decir, cómo cambiaron de un modelo de negocio centrado en el producto a un modelo centrado en el servicio.

“La principal implicación teórica de este estudio se encuentra en el aporte que se realiza al conocimiento del proceso de servitización, el cual ha sido poco estudiado en Colombia y en Latinoamérica”, afirma el semillero.

Entre las implicaciones prácticas está que los hallazgos pueden ser del interés para los sectores manufacturero y académico, pues aportan conocimientos teórico-prácticos a partir de estudios de los principales autores del mundo sobre la servitización. Asimismo, a las prácticas empresariales que incrementan la competitividad, la sostenibilidad y las relaciones con los clientes.

Los estudiantes que realizaron el trabajo fueron Carolina Duque y Mateo Gómez, de la maestría en Mercadeo; Diandra Escobar y Laura Villanueva, de Negocios internacionales, y Mariana Vélez, de Ingeniería de Diseño de Producto. Fueron acompañados por los profesores María Claudia Mejía y Mauricio Bejarano.

Del mismo modo, el semillero realizó la investigación Influencia del consumo socialmente responsable en la intención de compra hacia productos cosméticos, en la que trabajaron los estudiantes Ana Isabel Arenas e Isabela Picón, de Comunicación Social; Sara Jiménez, de Mercadeo, y Lina Tatiana Sánchez, del MBA, dirigidos por los profesores María Claudia Mejía y Ana María Ortega.

Cómo la pandemia introdujo cambios en los procesos de auditoríal

La auditoría externa, como muchas otras actividades profesionales en el mundo, cambió y renovó sus prácticas a causa de las restricciones derivadas por la pandemia del COVID-19. Por ello, el semillero de investigación en Control, Auditoria y Riesgos trabaja en identificar esos cambios ocasionados por la pandemia desde la mirada de las firmas de auditoría.

Al finalizar, se habrán identificado transformaciones que pudieron afectar la calidad de los trabajos de auditoria, así como también prácticas que fueron adoptadas en el marco de esta contingencia y que podrían seguirse implementando en las acciones futuras de la auditoria externa.

El proyecto contempla entrevistas a auditores senior, socios y líderes de equipos de auditoria de empresas de diferente tamaño para establecer como las mismas han respondido a la oferta tecnológica y la digitalización de procesos antes y después de la pandemia.

En esta iniciativa participan los estudiantes Jonathan David Armijo, María Camila Pérez, Sandra Milena Hoyos, Alejandra Gutiérrez, María Salomé Mafla y Pablo Emilio Fonseca, de Contaduría Pública, quienes son dirigidos por el profesor Diego Armando Jurado.

Influencia de la personalización política en las elecciones

Para comprender más el efecto que tiene un líder en la movilización electoral de un determinado partido político, el semillero de investigación en Partidos Políticos y Elecciones trabaja en el diseño de una medida cuantitativa que valore el impacto personal de ese líder en una organización de ese tipo.

“Planteamos el Índice de Personalización Partidista (IPP), el cual analiza los votos por candidato respecto a los votos que obtuvo su partido en un determinado distrito electoral –manifiesta el semillero–. Que sean personalidades quienes logren movilizar más votos que el propio partido al que pertenecen es una demostración de la existencia y fuerza de un tipo de liderazgo personal”.

Aparte del conocimiento de esa realidad, se busca ofrecer una interpretación que suscite la reflexión de los ciudadanos sobre su papel al votar, pues “podemos ayudar a que los candidatos opten por avales de partidos con los que se identifican por su programa y principios, en lugar que el aval sea un cálculo estratégico de los partidos”.

 

El estudio del semillero evalúa lo ocurrido en las elecciones para Congreso de la República. Foto: Juan Gonzalo Betancur.

 

Del mismo modo, entender que si los ciudadanos dejan de votar se promueve que ciertos municipios sean de poco interés para los partidos, lo que facilita que una persona logre el control de los pocos votos que existen: “Con eso disminuye la posibilidad de que los diferentes intereses y voces de una comunidad logren la representación en los espacios de decisión política”. En el trabajo participan las estudiantes Miranda Guerra y Sara Sofía Arcila, del pregrado en Ciencias Políticas, bajo la dirección de la profesora Adriana Ramírez.

Hacer periodismo en cómic y con cámaras de 360 grados

El semillero de investigación y creación en Narrativas Periodísticas explora dos formas emergentes que adquiere hoy el relato informativo o de no ficción. En un primer proyecto, realiza testimonios periodísticos con víctimas y victimarios del conflicto armado colombiano experimentando en la producción de videos con imágenes de 360 grados.

El trabajo emplea dos elementos que al unirse se abren camino en el periodismo actual: el trabajo de reportería y composición narrativa del testimonio periodístico, y las posibilidades que brindan las imágenes de 360 grados.

Aquí participan los estudiantes Laura Restrepo, Marianna Sigalotti, Simón Felipe Barrera y Jossi Esteban Barboza, de Comunicación Social, así como Sofía Castellanos, de Ciencias Políticas.

Del mismo modo, el semillero diseña, investiga y realiza un cómic periodístico interactivo, iniciativa que surgió de sus diálogos con el grupo directivo de Saberes de Vida.

Este proyecto consiste en la realización de un reportaje en formato de cómic que se publicará en una plataforma digital que permite la interactividad del lector. El reportaje gira en torno a la historia de Alimentos Casai, un caso exitoso de innovación empresarial y social que tiene como empleados a víctimas y victimarios del conflicto armado.

En este proyecto trabajan las estudiantes Camila Bettin, Natalia Andrea Martínez, María Victoria Avendaño, Isabel Cristina Zapata, Eloísa Barriga y Juanita Donato, todas de Comunicación Social.

Los dos proyectos son orientados por los profesores Carlos Mario Correa, Alfonso Buitrago y Juan Gonzalo Betancur.

Aspecto del cómic periodístico titulado La audacia instintiva de un emprendedor. Foto: Cortesía del proyecto.

 

Más y mejores datos para entender sistemas de montaña complejos

Preguntas del tipo ¿cómo se comparan las tasas de erosión de largo plazo con las tasas de erosión en el corto plazo?, ¿cómo son esas tasas de erosión en áreas de conservación y áreas de actividades industriales del tipo agroindustria y/o minería?, hacen parte de la investigación de Santiago Noriega Londoño, estudiante del Doctorado en Ciencias de la Tierra, de EAFIT, integrante del semillero en Geología Regional y Geoquímica.

El proyecto plantea la necesidad de cambiar el paradigma actual de las Ciencias de la Tierra (de las que hacen parte la Geología, Hidrología y Meteorología, entre otras), en particular en el campo de la geomorfología aplicada.

“La geomorfología cuantitativa aparece como una importante área de las Ciencias de la Tierra, relativamente nueva en Colombia, que permite aplicar el  conocimiento adquirido en la resolución de problemas concretos en sistemas de montaña complejos como los Andes del Norte, en especial en proyectos de desarrollo de infraestructura, desarrollo urbano, gestión del riesgo, patrimonio geológico y geoconservación en el territorio nacional”, afirma Santiago Noriega.

Dentro de los retos está el enfocar los esfuerzos a la producción de datos cuantitativos de alta calidad y a diferentes escalas espaciotemporales, permitiendo una valoración más integral de las relaciones de magnitud y frecuencia de los procesos naturales que puedan afectar las actividades humanas.

Para ello, se exploró un conjunto variado de herramientas y técnicas analíticas que abren caminos a la interdisciplinariedad y que buscan concentrar los esfuerzos académicos y gubernamentales hacia un mejor entendimiento del medio natural, así como optimizar la gestión del riesgo y la planeación del territorio.

El proyecto es dirigido por los profesores María Isabel Marín y Sergio Andrés Restrepo.

 

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¡Contemplen el Museo de los Esfuerzos Inútiles!

Mayo 2, 2022

Tres semilleros de la Universidad EAFIT se unieron para idear y desarrollar este proyecto de investigación-creación en el que se exhiben 13 objetos inútiles  de manera articulada con 13 obras musicales, acompañados, cada uno, de una microficción literaria. La iniciativa tiene su origen en el cuento de la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi, El museo de los esfuerzos inútiles, escrito en 1983. En 2023 esperan instalar la exposición en Medellín y El Retiro.

Colaborador: Juan Carlos Luján Sáenz.

1. Trapeadora con cerdas de acero. El esfuerzo inútil de la pulcritud.

2. Casco frágil. El esfuerzo inútil de proteger y protegerse.

3. Kit Matscota El esfuerzo inútil de buscar relaciones no conflictivas.

¿Tendrá utilidad una trapeadora con cerdas de acero?, ¿o quizás un levantador de meñique?, ¿o qué tal intentar comerse una torta de tiza?, ¿o protegerse con un casco frágil? Todo esto es posible en el universo de lo inútil, o bueno, en el Museo de los Esfuerzos Inútiles, un proyecto en el que se encuentran la música, la literatura y la escultura, una crítica que en palabras del profesor Rodrigo Henao Arango, del Departamento de Música de la Universidad, le apunta al por qué todo debe ser útil o servir para algo.

En este escenario de lo inútil convergieron los semilleros Musux, de investigación artística y adscrito al Departamento de Música; Sin-H, de investigación en narrativa y hermenéutica literaria, que hace parte del pregrado en Literatura; y Errante, del programa de Ingeniería de Diseño de Producto.

Según el catálogo de esta iniciativa, “se trata de un trabajo interdisciplinar en el que los semilleristas experimentan en conjunto con técnicas de investigación-creación y procuran el descubrimiento de espacios novedosos de percepción e ideación". Su propósito es “sumergir al visitante en una experiencia sensorial y cognitiva que lo involucre en reflexiones e imaginaciones sobre la utilidad e inutilidad de muchas prácticas, deseos y proyectos humanos".

Hasta el momento son trece la cantidad de objetos, piezas musicales y relatos de microficción que integran esta instalación, inspirada en el cuento El museo de los esfuerzos inútiles, de la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi (Seix Barral, 1983), una obra que reflexiona sobre el hombre y todas sus inventivas y propósitos. “Es muy curioso que los esfuerzos inútiles se repitan […] Un hombre intentó volar siete veces, provisto de diferentes aparatos; algunas prostitutas quisieron encontrar otro empleo; una mujer quería pintar un cuadro; alguien procuraba perder el miedo; casi todos intentaban ser inmortales o vivían como si lo fueran", se lee en uno de sus apartes.

1. Monóculo de sol. El esfuerzo inútil de tapar el sol con un dedo

2. Levantador de meñique. El esfuerzo inútil de  aparentar por encajar

3. Sombrilla. El esfuerzo inútil de estar cómodo siempre

Y justo ese tipo de reflexiones llevaron a los creadores de esta iniciativa en EAFIT a concebir una exhibición en espacios que corresponden a cuatro lugares de la vivienda familiar tradicional: sala de estar, baño, biblioteca y dormitorio.

La sala de estar, por ejemplo, apela a la tensión entre lo perfecto y lo imperfecto, a representar una apariencia de orden y control. Esta cuenta con tres objetos: kit Matscota, el esfuerzo inútil de buscar relaciones no conflictivas; la trapeadora con cerdas de acero, el esfuerzo de lo inútil de la pulcritud; y el casco frágil, el esfuerzo inútil de proteger y protegerse.

Y en el baño se encuentran el monóculo de sol, el levantador de meñique y la sombrilla, como expresiones de una “búsqueda de lo que no está a la vista"; en la biblioteca, concebida como el espacio donde chochan “la apariencia y los deseos auténticos", se ubican el reloj aleatorio, una calculadora sin operadores y la torta de tiza. Mientras que en el dormitorio, donde se suprime toda regla, se tienen una máscara transparente, un condón de encaje, unas zapatillas para sin correr y un juego de té poroso.

Lo inútil de hacer lo útil

El profesor Rodrigo Henao es uno de los gestores de este proyecto. Cuenta que lo pensaron hace cerca de dos años y que a partir de las obras musicales que su semillero creó, los de Ingeniería de Diseño de Producto planearon un objeto. A su vez, los de Literatura le hicieron una especie de curaduría a cada elemento, y, de esta manera, le dieron vida a algo así como un manual de instrucciones irónica, “un manual de uso, un poco simpático, porque obviamente una cosa inútil no tiene uso, pero ellos le dieron su uso".

1. Reloj aleatorio. El esfuerzo inútil de medir el tiempo

2. Calculadora sin operaciones. El esfuerzo inútil de comprender el universo por medio de la abstracción.

3. Torta de tiza. El esfuerzo inútil de hacerlo todo un espectáculo. 

Henao explica que en Ingeniería planearon la parte museográfica. “Somos un proyecto muy artístico. Nosotros, por ejemplo, componemos música como inmersiva. Nuestra música está diseñada para ser 'espacializada', el público está en la mitad y así ocurre en esta presentación. Los objetos están distribuidos en la sala y cuando alguien entra se ilumina un objeto y suena la música de dicho objeto, a la vez que se ve el cuento".

¿Y los nombres de las obras musicales? En la misma línea de los objetos: Carta al tiempo, Predecir lo impredecible, Cirugía plástica, El esfuerzo de lo inútil, Enamorarse, Traducir sentimientos, Dormir dentro del arpa de un piano, Vivir en un sueño, Volver sobrio al adicto, Lo inútil de hacer lo útil, Libertaria y Lo inútil de hacer arte. Todas creaciones de estudiantes y de profesores del Departamento de Música de EAFIT.

Y reitera el docente: “Mi obra es la inutilidad del arte, porque si uno se pone a pensar, un cuadro no sirve para nada, la música tampoco sirve para nada, es que fuera de la parte estética, uno no puede hacer nada con eso (risas). Y lo mismo la literatura, porque si uno habla de ficción hasta está hablando de mentiras. Es muy filosófico esto, es reivindicar esa parte de lo inútil, que es volverlo útil. Es darnos cuenta de que a veces lo útil puede ser más inútil".

Siguiendo con el catálogo, y en línea con la percepción de Henao, “la idea es que a través de materializaciones objetuales, sonoras y textuales se active un ánimo exploratorio en torno al sentido de muchos esfuerzos vitales e, incluso, en torno a la necesidad de acoger lúcida y estéticamente su sinsentido".

¿Sinsentido? Como se diría en el barrio, 'se le tiene'. Se trata del Levantador de meñique, sobre cuyo uso escribe Matilda Lara: “Para hacer uso de su levantador de dedo, introduzca el dedo meñique en el objeto y acomódelo en la última falange como si fuese un anillo. Luego, compruebe que el objeto funciona correctamente intentando flexionar su dedo. Si se mantiene inmóvil, funciona. De lo contrario, puede que esté defectuoso o que la talla deba ajustarse. De ser así, por favor comuníquese con nosotros". Así comienza este pequeño relato de ficción, titulado Levantador de meñique, y que acompaña la obra musical Cirugía plástica, de Ana Valencia. ​

1. Zapatillas para sin correr. El esfuerzo inútil de querer evitar que todo cambia con el tiempo

2. Máscara transparente. El esfuerzo inútil de  buscar ser auténtico

3. Condón de encaje. El esfuerzo inútil de buscar que las acciones no tengan consecuencia. 

4. Juego de té poroso. El esfuerzo inútil de contenerse. 

Guías del proceso

El docente Nicolás Peñaloza Hoyos, del pregrado en Ingeniería de Diseño de Producto, creó el semillero Errante que ha contado con la participación de unos 16 estudiantes, además de egresados y otras personas cercanas a este programa.

Cuenta Peñaloza que para este proyecto del Museo de los Esfuerzos Inútiles comenzaron a hacer la conceptualización a partir de las obras, reflexionando sobre el sentido de la inutilidad y la utilidad, y más en Ingeniería, en la que la utilidad es un principio fundamental.

“Nos salimos, entonces, de ese paradigma ingenieril de que las cosas tienen que servir para algo, y básicamente hicimos una lluvia de ideas de objetos inútiles para hacer un match entre la conceptualización de los esfuerzos y los objetos que se nos ocurrieron", explica el docente.

De ese ejercicio surgieron 12 objetos inútiles. “Por ejemplo, tenemos un juego de té que no sirve para preparar té porque es poroso. Entonces representa el esfuerzo inútil de contenerse. Yo he sido como una especie de guía del proceso, de hecho, los objetos han surgido de los estudiantes".

Tras la etapa de ideación viene la de desarrollo y de darle forma a esas conceptualizaciones: “Y seguimos con los ejemplos: a vos se te ocurre que para hacer una crítica al esfuerzo inútil de querer hacer de todo un acontecimiento vital, vamos a hacer una torta. Así, hay que pensar bien en qué tamaño hacerlo, con qué materiales, meter la pata muchas veces… Intentamos con un material, luego con otro, hasta que tenemos la forma de todos nuestros objetos y se amplía a 13 objetos inútiles porque surge una obra musical más".

Sí, es el esfuerzo de lo inútil. La idea en 2023 es hacer una instalación con varias galerías en la Casa de los Tres Patios (Medellín) y otra en El Retiro, pues tal como se indica en el catálogo, “toda la creación interdisciplinar ha sido pensada para ser exhibida en un espacio museográfico que propicie la conjunción de los tres tipos de productos: musical, literario –minificciones curatoriales– y materialización del esfuerzo inútil como objeto".

De niños muchas veces la cantaleta de los papás se dirigía a eso: “Ustedes tienen que ser gente útil para la sociedad". Útil claro, pero en el terreno del arte todo es posible, hasta de convertir algo inútil en útil. Y sí, ¿se imaginan qué habría sido de la vida durante la reciente pandemia de no haber sido por tanta cosa “inútil" como la música o la literatura?

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María Alejandra González Pérez: Una investigadora de aquí, de allá, de todas partess

Enero 26, 2022

Santa Teresa decía que la vida es un instante entre dos eternidades y, como si en eso creyera, María Alejandra González se ha encargado de vivir la suya con una intensidad que a otros ya tendría agotados. La galardonada con el Premio Descubrimiento y Creación 2021 pudo ser monja, psicóloga o quedarse hasta la vejez en Irlanda, ama los perros y cree en el papel dignificador del trabajo.

Ramón Pineda, Colaborador Revista Universidad EAFIT.

A 160 kilómetros de París, en el norte de Francia, está Lisieux. En esa pequeña ciudad de no más de 500 mil habitantes se hizo monja, se hizo mística, se hizo santa, María Francisca Teresa Martin Guérin, más conocida como Teresa del Niño Jesús.

A diario, miles de peregrinos de medio mundo invaden sus hostales, sus callejones, para conocer la casa en la que ella vivió, la catedral en la que se le reveló
su vocación, la capilla en donde está su tumba y la enorme basílica que el papa Pío XI hizo en su nombre.

En 1998, atraída por esa religiosidad, por la espiritualidad, por la vida monástica, hasta allí llegó, con la intención de quedarse, María Alejandra González Pérez. La casa de Las Bienaventuranzas la acogió como una más de su familia. Esta comunidad católica tiene sedes en 26 países de América, África, Asia y Europa,
y recibe a sacerdotes, consagrados, casados y solteros que desean llevar una vida en oración.

En Lisieux están al servicio, entre otras cosas, de la Basílica y Les Buissonnets, como se le conoce a la casa donde vivió su infancia Santa Teresa. Desde que llegó, María Alejandra se sintió cómoda, participaba de la cocina, en las tareas domésticas y los ejercicios espirituales, entre ellos rezar en hebreo el Padrenuestro y el Ave María porque un propósito comunitario era que los judíos aceptaran a María como madre de Jesús.

Pasaron uno, dos, tres meses y María Alejandra se sentía en paz, pero al mismo tiempo le parecía egoísta ser tan feliz en la vida espiritual habiendo tanto por hacer
y resolver afuera.

Por eso, haciendo eco a las palabras de Santa Teresa cuando le expresó a Dios su deseo de “pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra, hasta el fin del mundo”, renunció y se regresó para Medellín, la ciudad en la que nació, en la que cursó su bachillerato –pasó por tres colegios de monjas–, en la que se graduó como psicóloga de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) y en la que para entonces vivía su papá Guillermo, su mamá Luz Marina y sus hermanas Catalina y Vanessa.

Una familia sin moldes

“Yo estudié Psicología, pero no soy psicóloga; nací en Medellín, pero no soy paisa; nací en Colombia, pero no estoy arraigada”, afirma María Alejandra quien tiene entre sus antecedentes una abuela que era inglesa pero que estuvo en un internado en Jamaica; un abuelo que fue mayor del Ejército, pero que también estudió medicina en Francia y fue secretario de salud de Norte de Santander y el Magdalena; un papá que nació en Santa Marta pero que no es costeño, que desde joven se fue a recorrer el mundo, que estudió teología, que vivió en Roma, que fue traductor para el canciller colombiano del Concilio Vaticano II y que cambió el entorno religioso en el que vivía en Europa para terminar siendo sexólogo y docente en Medellín.

Fue estudiando Psicología en la Universidad de Antioquia que su papá tuvo su primera novia: Luz Marina. Nacida en Sopetrán, era una estudiante de Sociología. Ambos hicieron una conexión que duraría hasta la muerte de ella, a causa de una demencia frontotemporal, en la primera semana de marzo del año pasado, justo en la que se anunció el primer caso de Covid en Colombia.

“Yo creo que el de mi mamá fue de los últimos grandes funerales, con mucha asistencia, antes de la llegada de la pandemia”, dice María Alejandra. Y cómo no, si ella era conocida en el mundo académico por sus investigaciones y como profesora de las universidades de Antioquia (U. de A.), San Buenaventura, Cooperativa de Colombia y de uno de los colegios de mayor tradición en el departamento, el Cefa (Centro Formativo de Antioquia).

Educada entre docentes, el entorno académico no era extraño para María Alejandra y sus dos hermanas. De niñas ya le ayudaban a la mamá a preparar clases, le hacían las carteleras, le montaban las diapositivas, incluso a calificar trabajos.

“No era por empoderarnos, sino por ocuparnos. Mi mundo familiar era súper chiquito, en casa, y los fines de semana nos íbamos para la finca en Santa Fe de Antioquia. No había tiempo de tener amiguitos, pero iempre tuvimos libertad para hacer lo que queríamos”.

Tal vez por eso, ni el padre ni la madre dijeron nada cuando su hija, al salir del bachillerato, se presentó al mismo tiempo a Zootecnia en la Nacional, a Derecho en la U. de A. y a Psicología en la UPB.

Sus perros, tres polos a tierra

A la entrega del Premio Anual de Descubrimiento y Creación, en el auditorio Fundadores de EAFIT, María Alejandra González fue acompañada de Niko, uno de los tres galgos italianos con los que comparte su vida, sus horas de trabajo frente al computador de ocho de la mañana hasta que llega la noche y el sueño.

Su amor por los perros es inconmensurable. Cuando era niña y hasta los 14 años, al lado suyo, de su papá, de su mamá, de sus hermanas, estuvo Lucas, un fox terrier miniatura que era uno más de la familia. Su muerte, ella la describe como la perdida más dura de su vida, junto con la su madre.

Por su estancia en Ceuta, en Lisieux, en Londres, en Galway, le fue imposible tener perros, pero apenas se instaló en Medellín pudo adoptarlos.

Tuvo a Cian, que murió la misma semana en que falleció la mamá. Y ahora la acompañan Tiwaz, Valentín y Niko. A cada uno de ellos los bautiza con un nombre que reafirme o modele su personalidad. Tiwaz es la runa de la perseverancia, la que le decía a los vikingos que tuvieran calma para poder alcanzar los objetivos. Valentín, cuando llegó era miedoso, asustadizo, y ese nombre lo reviste de valor. Y a Niko, que llegó en agosto de 2020, en plena pandemia, no lo quiso presionar con un nombre grande, con mucha carga simbólica: “Él fue lo mejor que me pasó el año pasado –dice ella–. Los tres son mi tranquilidad, mi polo a tierra”.

Ese instante entre dos eternidades

 Es enero de 1994 cuando ingresa a Psicología. No se imaginaba aún que con los años la vida le daría otros puntos de giro, que terminaría siendo una experta en gerencia de recursos humanos, en negocios internacionales y en responsabilidad social de las empresas y la educación superior.

Por ahora es la buena estudiante que hace sus prácticas profesionales en la Liga de Patinaje de Antioquia y que se gana una beca para complementar sus estudios de Psicología en la sede que la Universidad de Granada tiene en Ceuta. Ubicada en África, en límites con Marruecos, en esta ciudad autónoma española confluyen lo judío, lo católico, lo musulmán, y esas mezclas enriquecen la mirada de María Alejandra.

“Allí fui profesora de Psicología del Desarrollo. Tenía estudiantes de diversas culturas, religiones. Los cursos eran en español, pero también se hablaba árabe y francés, un idioma que siempre me gustó y quise perfeccionar”

Es en su siguiente destino, Lisieux –conviviendo y orando en la comunidad de Las Bienaventuranzas–, donde logra con fluidez expresarse en el idioma de Lacan.

“Galway es el lugar de mi alma, allá hay una gran parte de mi espíritu”, dice sobre esta pequeña ciudad de Irlanda donde vivió ocho años e hizo su maestría, doctorado y posdoctorado. Foto: Archivo personal de la profesora.

 

Habría podido quedarse allí, siendo feliz con su vida espiritual, cumpliendo los votos de pobreza y castidad... pero los de obediencia la conflictuaban. Mejor regresa a Colombia a “hacer el bien en la tierra”: el 21 de enero de 1999 ocurre el terremoto de la ciudad quindiana de Armenia y ella se va con la Cruz Roja a brindar atención sicosocial a las víctimas.

En ese mismo enero, los paramilitares perpetúan en Urabá cinco masacres que dejan 26 muertos. Fue el inicio de un año conflictivo, de enfrentamientos entre grupos armados en esa región. En ese contexto, a su regreso de Armenia, María Alejandra asume un cargo en el Departamento de Recursos Humanos y luego
en el de Responsabilidad Social y Empresarial de Chiquita Brands, la gran empresa bananera con sede en Apartadó y Santa Marta.

“Eran cinco mil trabajadores, se hacía necesario construir proyectos conjuntos y había muchos asuntos, como el de la relación del mercado y las transformaciones de las dinámicas sociales, que yo no entendía”. Por eso, alzó vuelo otra vez, quería aprender, aprehender.

“Regresé a Medellín un día antes de comenzar clase. Fue un tránsito difícil, la ciudad, el ambiente, el idioma, pero de una me enamoré de EAFIT, me sentí superconectada”. Sus estudios de posdoctorado en Responsabilidad Social de la Educación Superior encontraron la interlocución que necesitaba.

No deberías volver a donde has sido feliz

Un corto período en Londres para mejorar su inglés y luego Galway, una pequeña ciudad de Irlanda que con su afamada Universidad Nacional atrae a estudiantes de todos los puntos cardinales. Cursó su maestría en Relaciones Industriales y Gerencia de Recursos Humanos en medio de un ambiente jovial, de castillos, molinos, carreras de caballos, festivales de ostras y música medieval, del fluir el río Corrib y de las montañas cubiertas de niebla.

Se enamoró tanto de esa tierra que supo que allí iba a pasar mucho tiempo de su vida, y sí, se quedó ocho años haciendo su doctorado y posdoctorado que luego le abrirían las puertas de EAFIT.

“Galway es el lugar de mi alma, allá hay una gran parte de mi espíritu”, dice ella. Sin embargo, en noviembre de 2007, cuando a sus manos llegó una convocatoria para estar en EAFIT, pensó en volver a Colombia. Fue Sascha Furst, en ese entonces jefe del Departamento de Negocios Internacionales, quien se la mandó para que la distribuyera entre los colegas con quienes trabajaba en un Centro de Investigación en Innovación y Cambio Estructural.

Para sorpresa de él, ella también aplicó. Y ganó. “No me fue fácil decidir”. Subió a la montaña donde la eyenda dice que San Patricio tiró al mar la última serpiente
que quedaba en la isla y desde lo alto pidió iluminación. En enero de 2008 ya estaba en Medellín.

“Llegué un día antes de comenzar clase, fue un tránsito difícil, la ciudad, el ambiente, el idioma, pero de una me enamoré de EAFIT, me sentí superconectada con el
proyecto del rector Juan Luis Mejía”. Comenzó dirigiendo el grupo de Investigaciones en Estudios Internacionales.

Ha dictado más de seis cursos diferentes, pero es el de Ética y Responsabilidad Social, que tiene a cargo desde 2012 –además coordina a siete profesores que replican la materia– por el que más la conocen y por el que recibió un reconocimiento de la Universidad de Carolina del Sur por su aporte a la “formación de administradores comprometidos con el entorno natural y social, y que promueven la responsabilidad ética y corporativa”.

El poder transformador de la ciencia

María Alejandra y sus estudios de posdoctorado en Responsabilidad Social de la Educación Superior encontraron en EAFIT la interlocución que necesitaba para elaborar proyectos que procuran desde las empresas liderar procesos de transformación positiva y construir un mundo más equitativo. “Me jala más la investigación que la docencia”, asegura.

La investigación la apasiona y trabaja de lunes a lunes en ello, por algo su trayectoria la hizo merecedora este 2021 del Premio Anual de Descubrimiento y Creación, que es un incentivo que otorga EAFIT a los investigadores.

“Creo en el poder transformador de la ciencia, en el poder transformador de las empresas, en la academia y las universidades como articuladoras de esas dinámicas, como conexión entre el gobierno y las comunidades, entre la sociedad civil y las empresas”, exclama con vehemencia.

Y ya son trece años haciendo historia desde EAFIT para el mundo porque si bien está en Medellín, a diario se conecta con África, con Asia, con Europa, con el resto de América.

 

Tres de sus grandes amores son sus perros, que la acompañan y de los que, explica ella, tienen nombres que reafirman su personalidad. Foto: Róbinson Henao.

 

Hay días que frente al computador intercambia saberes con personas que están en siete usos horarios diferentes. María Alejandra se siente cohabitante del planeta Tierra, no tiene un nacionalismo fuerte ni por Colombia ni por ninguna parte. Antes de la pandemia salía al exterior por lo menos siete veces al año. Ha vivido en seis países y en otros 84 ha pasado por lo menos una noche.

Al cumplir 50 años  espera llegar a los 100 visitados. Para ella, conocer países es como coleccionar Pokemones. El que no ha podido tener es Antártida. Y sus consentidos son Armenia, Escocia, Montenegro, Omán e Irlanda, donde está su amada Galway, a la que solo ha vuelto una vez y quizá no lo haga más porque, como dice la canción de Joaquín Sabina, “al lugar donde has sido feliz, no deberías tratar de volver”.

 

Hay un tiempo para todo

Poco ejerció la Psicología María Alejandra: además de atender en el consultorio de sexología de su padre, de sus clases en Ceuta y algunas de Psicometría en Galway, estuvieron las prácticas en la Liga de Patinaje de Antioquia. Ese período de su vida lo recuerda con aprecio porque adquirió saber que aún aplica para su vida y en sus investigaciones y proyectos.

“Me tocaba trabajar con los deportistas de alto rendimiento. De los psicólogos cubanos que estaban allí aprendí que lo importante es que los atletas asimilen que hay ciclos de subida y de bajada, que no se puede permanecer siempre en lo alto, y que cuando se está arriba hay que prepararse para descender sin caer”.

Ella asume la vida con ciclos de ascenso y descenso, de optimizar el tiempo de las vacas gordas y poder saber que llegarán las vacas flacas, como una ola con la que juegan los surfistas.

“Muchas semanas del año tengo que maniobrar las vacas flacas, debo tener disciplina y tranquilidad para asumir que nada se queda arriba, nada se queda abajo. La mayoría de las personas no necesariamente son conscientes de que van a caer. Hay momentos en los que no tengo la misma capacidad de trabajo y sé
que tengo que programarme para el tiempo de sembrar”.

Y ese control, el entender que hay un tiempo para todo, lo aplica en sus investigaciones con empresas que están en contextos de mercados emergentes, de robustecimiento empresarial en regiones de América Latina y el Caribe, Europa del Este, África y el sureste asiático.

Piensa que con ellas es importante construir escenarios futuros que sean sostenibles, que se anticipen a las crisis que vendrán, que tengan la capacidad para responder a las diferentes amenazas.

“Yo creo en el trabajo como una actividad que dignifica a las personas, por eso es importante tenerle fe a quienes producen los empleos, trabajar de la mano con ellos para generar valor positivo a la sociedad, con mercados más justos e incluyentes”.

 

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Santiago Tobón: “El privilegio, a veces, nos ciega”

Enero 26, 2022

No es un economista de oficina. Le gusta estar en la calle hablando con la gente, con policías, con delincuentes, con el ciudadano de a pie, pues sabe que para entender lo macro hay que conocer lo micro. El ganador del premio Medalla Juan Luis Londoño de la Cuesta ha construido un camino que reafirma la importancia de trabajar por el bienestar de otros.

Ramón Pineda, Colaborador Revista Universidad EAFIT.

Casi que cada quince días, Santiago Tobón le daba día libre a sus lides académicas para encontrarse con Isabel Gutiérrez, el amor de su vida. Él vivía en Lovaina (la nueva), Bélgica. Ella, en Madrid, España. Corría el año 2012 y ambos se habían aventurado a dejar Colombia para hacer sus maestrías en Europa, él en Economía y ella en Estudios Latinoamericanos.

“Yo vivía limitado por el dinero de una beca, pero en una aerolínea de bajo costo los tiquetes de ida y vuelta solo me costaban 40 euros”. Eran fines de semana
felices, de abrazos, de descubrimientos, un pare en ese camino que lo llevaría, entre otras cosas, a ser en este 2021 el economista joven más destacado de Colombia.

Fundada en 1425, la Universidad Católica de Lovaina es una de las más antiguas del mundo. Dice la historia que, en ella, el astrofísico y sacerdote Georges Lemaître enunció por primera vez su teoría del átomo primigenio, el mismísimo Big Bang. Anualmente alberga, en promedio, 21 mil estudiantes de 120 países.

Uno de ellos fue Santiago, quien tardó un pregrado en Ingeniería Informática y una maestría en Administración para encarrilarse a estudiar lo que es su verdadera vocación, la de ser un economista... Pero no uno a la vieja usanza, en una oficina resolviendo el mundo desde la teoría, sino saliendo a la calle, como esos que se ponen en los zapatos del otro para comprender y hallar soluciones.

“Si cuando salí del colegio, que me tocaba decidir cuál carrera hacer, hubiera sabido que era Economía, habría estudiado eso”. Se decidió por la Ingeniería Informática –hoy de Sistemas– porque en esas pruebas que se hacen en el bachillerato para encontrar la vocación todo apuntaba a que era bueno en
ingenierías y matemáticas.

Además, era un gomoso de los computadores: desde muy niño en su casa había PC, en un tiempo en que tenerlo era un lujo. Igual, se graduó feliz en la Escuela de Ingeniería de Antioquia (EIA). Mientras estudiaba, montó con unos socios una empresa de desarrollo de software. Fue cuando llegó a trabajar en la Gobernación de Antioquia que comprendió que se había equivocado de profesión.

Se rompe la burbuja

Gabriel Jaime Tobón y Luz Magdalena Zapata nacieron en Cali, pero ambos con familias paisas, vinieron fue a conocerse en Medellín. En esta ciudad, en el barrio La Castellana, conformaron su hogar en el que se criaron sus hijos Santiago y Carolina.

Cuando el niño tenía once años se fueron a vivir a la Loma de los Parra, aunque no lo cambiaron de colegio y siguió estudiando hasta tener el título de bachiller del Corazonista.

Una vida tranquila, con privilegios, en una Medellín del sur y del occidente en la que se ve de lejos esa otra ciudad de cinturones de miseria, de desplazados, de empleos paupérrimos y bandas criminales ejerciendo su
propio gobierno en las comunas más marginadas.

Por coincidencias de la vida, le ofrecieron un cargo en la Gobernación de Antioquia. Santiago vio una oportunidad de aprendizaje, acababa de salir de la EIA, había tenido su negocio de software pero le faltaba experiencia laboral.

Santiago es el actual director del Centro de Investigaciones Económicas y Financieras.

 

Llegó primero a la dirección de Desarrollo Económico, luego a la de Desarrollo Territorial y Catastro. Poco a poco comprendió que generar ingresos, crear empresas y empleos tenía muchas limitantes. “Sentía que me faltaban herramientas para entender esos problemas y me dí cuenta que quería estudiar Economía, que me apasionaban las políticas públicas y retos como la pobreza y la violencia”.

Allí encontró su vocación y a dos personas que serían importantes en su vida: Isabel Gutiérrez, abogada, politóloga, quien le sembró la inquietud por estudiar los desafíos sociales más apremiantes, y ahora es su esposa. Y Juan Carlos Muñoz, quien lo animó a hacer la maestría, ha sido coautor en sus investigaciones y hoy es su colega en el Departamento de Economía de EAFIT.

A Isabel la conoció mientras ella dirigía un programa de construcción de paz en zonas de conflicto. Los alcaldes le pedían plata y era él quien aprobaba su factiblidad. Por A o por B les tocaba viajar juntos por toda Antioquia. A Juan Carlos lo conocieron ambos cuando los buscaron para promover un proyecto de gestión de la propiedad de la tierra en el departamento, y su relación con el conflicto.

La violencia como limitante

Tarazá es uno de los seis municipios del Bajo Cauca. A seis horas de Medellín, lleva décadas viviendo una historia de violencia, de desarraigo, desaparecidos, masacres, campos minados, gobierno de grupos armados ilegales.

Allí, la burbuja en la que vivía Santiago se acabó de resquebrajar cuando fue en compañía de Isabel a hacer un registro de víctimas reclamantes de subsidios otorgados por la Ley de Justicia y Paz.

Estuvieron todo el día allí escuchando historias terribles y a él lo marcó la de una señora que vio cómo algunos miembros de su familia cayeron en las trampas de las minas antipersonal, y cómo otros, por rescatarlos, también murieron en el intento o quedaron mutilados. “Me conmovió tanto dolor, tantas restricciones de desigualdad. Uno comienza a conocer esos problemas de violencia y no hay nada que se vuelva más importante que resolverlos”.

Comprender que uno de los limitantes más grandes para el desarrollo es la violencia, que cuando esta se ejerce los niños no van a la escuela, no se abre la tienda, no hay transporte, no se invierte... se convirtió en adelante en un tema constante en sus investigaciones.

Para entonces, haciendo uso de una beca que le otorgó la Gobernación, cursaba una maestría en Administración en EAFIT. Al terminar el período de gobierno de Luis Alfredo Ramos, empacó maletas junto con su novia para continuar en Europa su camino de aprendizaje.

Las ganas de estudiar, un buen nivel de inglés y ser bueno en matemáticas le permitieron ganarse la beca de Colfuturo con la que pudo vivir en Lovaina. Desde allá siguió mirando a Colombia: de la mano con Juan Carlos Muñoz, su tesis de maestría fue el estudio del efecto de la formalización de la tierra sobre los cultivos de coca.

Encontraron que cuando se formaliza la tierra hay menos cultivos ilícitos, que cuando el campesino tiene título de propiedad, por un lado, accede a más créditos, a mejores incentivos y, por otro, al ser dueño es un sujeto penal al que se puede condenar por ese delito. “Es más efectivo formalizar la tierra que la erradicación por aspersión”, dice.

De Chicago a Medellín y viceversa

Como parte de un convenio que EAFIT tiene con la Policía Nacional, desde hace cinco años, le ha dado clases a mayores, tenientes coroneles, coroneles y generales, quienes reciben formación en liderazgo, comunicaciones y evidencia científica en intervenciones policiales.

Gracias a Santiago y a su esposa Isabel, quien comenzó la relación con esa institución, en ese proceso de formación hay visitas a Chicago para que los uniformados conozcan cómo funciona la policía de allí y estudien de la mano del Crime Lab, de la Universidad de Chicago, la historia criminal de la tierra que gobernó Al Capone.

Actualmente, llevan cinco años haciendo entrevistas en cárceles, para saber por qué entran, qué ganan, qué tan probable es que asciendan, que se mueran, que vayan a la cárcel, qué tanto les preocupan sus hijos... También van a los barrios a hablar con tenderos, comerciantes, y quienes tienen que pagar la “cuota de seguridad” de los combos.

“Tratamos de comprender las razones que llevan a alguien por un camino de violencia y crimen. Las decisiones más complejas que he tenido en mi vida son si estudiaba Ingeniería o no, si me casaba o no, pero hay quienes tienen que tomar la decisión de si armarse para proteger a un familiar, como le pasó a un chico que conocimos: tenía trece años cuando se enteró que a su hermana la habían llevado a un bosque para abusarla. Él fue a defenderla, pero se generó un conflicto con un combo vecino que era el agresor. Por temor se retiró del colegio y formó un pequeño grupo para proteger su sector. La política criminal y muchos de nosotros lo hacemos todos los días”.

Junto a otros colegas, Santiago Tobón trabaja en un proyecto que busca entender mejor el crimen organizado en Medellín.

¡Tengo que hacer un doctorado!

Cuando se fue para Lovaina a hacer su maestría en Economía, Santiago estaba convencido que no quería hacer un doctorado. Pero descubrió el placer de investigar, le quedó gustando, sobre todo cuando conoció un par de organizaciones creadas por economistas que aplican métodos tradicionales de las ciencias médicas en fenómenos sociales: al igual que una farmacéutica cuando experimenta una vacuna y a unas personas se la aplican y a otras le dan un placebo para estudiar sus reacciones, en este toman un segmento de población, lo dividen en dos grupos, uno de tratamiento y otro de control, para encontrar soluciones en temas puntuales de educación, pobreza y violencia, entre otros.

Una de esas organizaciones, Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (J-PAL), fue fundada por la pareja de esposos Abhijit Banerjee y Esther Duflo, ganadores del premio Nobel de economía en 2019 por cambiar el paradigma de estudiar la pobreza y el desarrollo haciendo experimentos. La otra, Innovations for Poverty Action (IPA), la creó Dean Karlan, uno de sus estudiantes.

Ambas son como hermanas y desde hace años cercanas a las investigaciones que Santiago ha venido realizando en Colombia y que lo hicieron merecedor este año del premio Medalla Juan Luis Londoño de la Cuesta, el más importante que se entrega en el país a los economistas menores de 40 años. Cuando se graduó regresó a Colombia junto con Isabel que también había concluido su posgrado en el Instituto Ortega y Gasset en España. Se casaron a los cuatro meses.

Ella ingresó a EAFIT y él se dedicó a unos emprendimientos mientras resolvía con qué irse a hacer el doctorado en Economía en Los Andes. La oportunidad se presentó cuando ambos consiguieron empleo en Bogotá: él en Finagro, en temas de desarrollo rural, y ella en la Oficina contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas.

Jerónimo

En 2018 culminó su doctorado con una tesis que tiene tres partes. La primera es una investigación en la que analizan los efectos que en Medellín tiene las cámaras de seguridad para combatir el delito. La segunda estudia el efecto
sobre los actos delictivos que tiene el patrullaje policial en determinadas calles de Bogotá. La tercera investiga de qué manera afectan las malas condiciones de una cárcel el nivel de reincidencia de sus presos.

Ahora, de la mano de Innovations for Poverty Action, EAFIT y la Universidad de Chicago, entre otras instituciones, investiga el tema de las pandillas y el crimen organizado en Medellín, Cali, Río de Janeiro y Honduras para proponer
soluciones que puedan reducir la incidencia del crimen organizado.

Los últimos cuatro años han sido intensos en la vida de Santiago. Además de obtener su título de doctor, de hacer una estancia posdoctoral en Chicago, de llegar a EAFIT, de ganarse el premio Juan Luis Londoño, es papá de Jerónimo. A sus cuatro años, el niño está lleno de vitalidad, pero no fue así cuando era bebé: a los cinco meses lo hospitalizaron por una gripa que se le volvió bronquiolitis y que no cedía con los tratamientos ni el paso de los días.

El profesor afirma que su familia es su gran estímulo y motor tanto de su vida personal como profesional. Foto: Róbinson Henao.

Le diagnosticaron una rara inmunodeficiencia primaria de la que solo hay seis casos documentados. Para sanar era necesario hacerle un trasplante de células madre que le reiniciara su sistema inmune. En Colombia solo era posible en Bogotá, Cali o Medellín.

Optaron por hacerlo en Medellín, en el Pablo Tobón Uribe. Fue casi un año viviendo en ese hospital. Aquí estaban las familias de ambos, y era mejor a su lado. El primer trasplante no funcionó, el segundo, sí. “Hoy Jerónimo está vivo, en gran medida, gracias a los privilegios que nos rodean. Para empezar, la mayoría de los niños mueren sin el diagnóstico, pero en su caso la enfermedad se diagnosticó a tiempo. El trasplante de células madre que le devolvió la vida se hizo en las mejores condiciones que permitía la ciencia, pero otros niños no llegan al trasplante. El privilegio a veces nos ciega, pero ver de cerca estas desigualdades me ayudó a no perder la perspectiva y a reafirmar la importancia de trabajar por el bienestar de otros”.

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Descifrando más enigmas sobre el aguacate Hass

Enero 26, 2022

EAFIT ejecuta tres investigaciones con el Grupo Cartama, empresa agrícola dedicada a producir y exportar aguacate Hass. Los logros beneficiarán la productividad del sector y la calidad de la fruta. Las comunidades cercanas a los lugares de cultivo han recibido ya los nuevos conocimientos.

Juan Carlos Luján y Felipe Sosa, Colaboradores Revista Universidad EAFIT.

EAFIT y el Grupo Cartama desarrollan, desde 2019, tres proyectos que tienen relación e incidencia directa con el cultivo del aguacate Hass (Persea americana Mill). Como ha sucedido con otros proyectos de consultoría e innovación conjuntos entre la academia y la empresa privada, los logros han sido de gran trascendencia.

En los estudios participan investigadores de la Escuela de Ciencias de la Universidad. Cartama es una empresa dedicada al cultivo y comercialización de esta variedad de aguacate. Fue fundada en el año 2000 por un grupo de empresarios antioqueños y su primer lugar de producción fue en el municipio de Rionegro, en este departamento.

La compañía se dedica a toda la cadena de producción, desde la siembra del árbol en los viveros, cultivo, cosecha del fruto, embalaje en su planta ubicada en
Pereira (Risaralda) y el envío a los clientes finales.

En 2015 comenzó a exportar y en los últimos años ha ingresado a mercados como el japonés y el chino. Tiene unidades productivas en Rionegro, Sonsón, Amagá, Caramanta, Támesis, Jericó y Concordia (Antioquia), Anserma, Riosucio, Salamina y Aranzazu (Caldas), y Quinchía y Guática (Risaralda).

Cuenta con sellos y reconocimientos por la calidad de su producción y espera que las investigaciones con varias universidades, ente ellas, EAFIT, le permitan acceder a otras certificaciones.

Estas labores conjuntas entre Universidad y sector privado permiten que compartan conocimientos e investiguen con fines comunes. Además, los inversores o ejecutores reciben estímulos como deducciones y descuentos tributarios, lo que facilita también el acercamiento del empresariado a los grupos de investigación universitarios.

Proyecto Construcción de inventarios ecológicos para la gestión sostenible de los agroecosistemas de las unidades productivas de aguacate Hass

Con este se identificó la biodiversidad de cuatro unidades productivas (el Grupo Cartama denomina así sus fincas y terrenos de cultivo), ubicadas en los municipios de Quinchía, Riosucio y Guática.

Dentro de los logros más significativos está el haber registrado, según datos que aún están en verificación, cerca de 610 especies en la zona: 243 plantas, 30 herpetos (anfibios y reptiles), 30 mamíferos, 168 aves, 95 taxones de diptera y 40 taxones de hymenoptera, es decir, grupos de ambos tipos de insectos.

Susan Saavedra Porras, jefa de Investigación, Desarrollo e Innovación del Grupo Cartama, explica que el monitoreo a la biodiversidad se extendió un año y se efectuó en dos épocas para poder tener también datos de migraciones de aves y conocer las comunidades de insectos asociadas a efectos polinizadores.

“También se monitoreó la microbiota del suelo. Fueron análisis y estudios muy completos. El informe final presenta una propuesta para hacer una reconexión de los relictos de bosques (remanentes de bosques) en estas unidades productivas y favorecer la conservación de las especies identificadas”, agrega.

Preservación de la biodiversidad

El profesor Juan Fernando Díaz Nieto, integrante del Grupo de Investigación en Biodiversidad, Evolución y Conservación (BEC) de EAFIT, indica que el proyecto analizó la biota en las zonas de cultivos y los bosques. Ejecutaron esa caracterización biótica, a nivel de macro y microorganismos principalmente de suelo, analizaron y compararon zonas de producción aguacatera, áreas cultivadas y áreas de bosques.

Con este conocimiento podrán decidir acciones para preservar esa biodiversidad y aplicar mejores prácticas para contribuir y aumentarla potencialmente. Así mismo, en el laboratorio realizaron caracterizaciones que posibilitaron establecer los índices de diversidad filogenética.

Otro logro fue la generación de una estrategia de apropiación social del conocimiento. Consistió en elaborar materiales de apoyo para actividades pedagógicas en las instituciones educativas de básica primaria en el sector de influencia del proyecto.

Esos materiales sirven como vehículo de aprendizaje en procesos de aprendizaje y la base de la información es la biodiversidad local.

Las especies identificadas se categorizaron para saber cuáles son vulnerables o están en peligro de extinción, como el loro orejiamarrillo y la palma de cera.

Proyecto Propagación de material de siembra de aguacate cv. Hass con diferentes portainjertos clonales

Ante la demanda mundial de aguacate, el desarrollo comercial del cultivo en Colombia ha aumentado también en forma considerable, lo que requiere nuevas áreas y material de siembra.

Este proyecto busca una metodología para la propagación clonal in vitro de aguacate Hass vía morfogénesis y microinjertación, utilizando como patrones o portainjertos criollos y copa cv. Hass que la empresa ha caracterizado y utiliza para la obtención de material de alta calidad.

Para esto se usan técnicas de propagación mediante cultivo in vitro de tejidos y se obtuvieron plántulas microinjertadas que pueden ser propagadas masivamente bajo condiciones de laboratorio.

El profesor Diego Fernando Villanueva Mejía, investigador principal y quien hace parte del Grupo de Investigación CIBIOP y la spin-off Natural Vitro de EAFIT, explica que, generalmente, el aguacate tiene una base, conocida como patrón, y una copa, que es la que se injerta sobre ese patrón.

A diferencia de otros países, ese injerto no ha respondido de la mejor manera en territorio colombiano. En esto incide la diversidad de climas, plagas y enfermedades.

“Dentro de los retos interesantes de este cultivo en Colombia están explorar, identificar y caracterizar materiales criollos y sobre ellos injertar en la parte superior el aguacate Hass”. Estas situaciones motivaron la caracterización desde el punto de vista genético.

Terminada la primera fase

El proyecto sufrió retrasos debido a los confinamientos producto de la llegada del COVID-19. Hubo restricciones para ingresar a los laboratorios y dificultades para acceder a las yemas que provienen de un proceso de etiolación (cultivo de plantas con ausencia parcial o total de luz).

Con esas yemas se obtienen los futuros árboles en un proceso que se ejecuta en cuartos de etiolación y posteriormente en laboratorios, pero hubo dificultades en el acceso a material suficiente para los ensayos.

Este proyecto, luego de tres años de trabajo, cerró ya su primera fase. En la segunda, se evaluará el proceso de aclimatación o endurecimiento de las primeras
plantas producidas bajo condiciones de laboratorio (microinjertación) y pasarán luego al invernadero.

Se evaluarán en condiciones de vivero y después en campo. Además, se incrementará la cantidad de plantas producidas en el laboratorio para ampliar en un mediano plazo la oferta de material vegetal élite de aguacate para el país.

A pesar de ser el mismo fruto, las características del cultivo de aguacate Hass son distintas en cada país e, incluso, cambian entre regiones relativamente cercanas.

Proyecto Estudio de factores ambientales y nutricionales que determinan la calidad de la fruta del aguacate cv. Hass

Está enfocado en determinar los factores ambientales y nutricionales que afectan la calidad de la fruta en poscosecha, para plantear soluciones que garanticen una calidad que sea competitiva en el mercado internacional.

El creciente consumo mundial del aguacate ha demandado más producción. Sin embargo, el rendimiento del cultivo colombiano está por debajo del potencial productivo y la fruta cosechada ha presentado problemas de calidad y madurez heterogénea.

Estos problemas están asociados al manejo nutricional y fitosanitario del cultivo que no se ha optimizado para los suelos y las condiciones
ambientales del país.

El proyecto se ha centrado en caracterizar el daño de la lenticela, que consiste en el deterioro de la lenticela (estructura que permite el intercambio de gases
entre el interior y el exterior de la planta). Se ha creído tradicionalmente que el daño de la lenticela se presenta por daños mecánicos (físicos) o bióticos (organismos vivos). Por tal motivo, el proyecto ha caracterizado la comunidad microbiana asociada.

“Con esa caracterización, y definiendo si hay posibles efectos causales de ese daño, evaluaríamos los mecanismos para el control y así mejorar la calidad de la fruta”, especifica Valeska Villegas Escobar, investigadora y
docente de la Escuela de Ciencias de EAFIT.

Cambios significativos

Entre los logros del proyecto se halló que las unidades productivas del Grupo Cartama registran diferentes niveles de daño de la lenticela, varían de una cosecha a otra, lo que sugiere que cada cosecha presenta condiciones diferentes y que pueden ser más o menos conductivas para el daño.

Además, la afectación incrementa el tiempo de almacenamiento en frío. Eso sucede en ambas unidades productivas y para todas las cosechas evaluadas.

“Las comunidades fúngicas asociadas al daño a la lenticela contienen géneros fúngicos que podrían estar asociados a enfermedades en plantas”, dice la profesora Valeska.

Las evaluaciones evidencian cómo algunos de esos hongos lograban causar algún daño en frutos sanos de aguacate. Y aunque varían de una unidad productiva a otra, tienen algunos hongos que son comunes.

Las conclusiones de esta investigación permitirán determinar las causas del daño de la lenticela y facilitarán la intervención para lograr un aguacate totalmente sano y, por consiguiente, más apetecido en el mercado.

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